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Nos acercamos a fin de año, en una situación de compás de espera, ante la inminencia de una tercera ola y la emergencia de una nueva variante, bautizada como ómicron, que ya está presente en varios países de Europa y, con seguridad, pronto se reportará en Latinoamérica.
Lo que todos nos preguntamos es cuánto ha avanzado el conocimiento sobre SARS-CoV-2 desde que tenemos conocimiento de su existencia (hacia fines del 2019). Si bien es cierto, hay miles de publicaciones al respecto, queda esa sensación extraña de que, en la práctica, no hemos avanzado mucho. Aún ahora tenemos dudas del manejo más idóneo, de las mejores medidas preventivas y de la conveniencia, o no, de restricciones que sabemos tienen un impacto social enorme en todos los países, independientemente de su nivel de desarrollo.
A diario nos preguntan por consejos ante esta pandemia, que tiene visos de convertirse en algo endémico en un futuro cercano. También a diario vemos a “expertos” opinar sobre el tema. Es claro que es atrevido declararse experto en una condición que lleva apenas dos años entre nosotros. Lo acertado es plantear alternativas sobre la base del conocimiento más actualizado que tengamos. Partiendo del hecho de que, en nuestra opinión, situaciones así deben enfocarse en dos puntos: reducir la mortalidad y disminuir la transmisibilidad, podemos plantear algunas alternativas, una vez que otras han demostrado ser ineficaces y se ha eliminado su recomendación en las guías actualizadas del Ministerio de Salud.
Vacunarse puede reducir la mortalidad. Es cierto que hay poca experiencia por el corto plazo transcurrido desde la aprobación de las vacunas. Sin embargo, sabemos que reduce los riesgos de complicaciones, estancias hospitalarias, necesidad de atención en cuidados intensivos y de oxígeno.
También sabemos que hay distintas vacunas con distintos grados de eficacia y, al menos hasta ahora, parecen ser seguras. Queda establecer qué tan eficaces serán ante las nuevas variantes (el día que escribo estas líneas, Pfizer y Moderna plantean la necesidad de adaptar sus vacunas ante la variante ómicron, desarrollo esperado para el 2022). También queda pendiente establecer qué hacer en los casos de las personas que no optan por vacunarse.
La ley establece que la vacunación es voluntaria y, al hacerla obligatoria, se conculcan derechos sin justificación. Las personas vacunadas también pueden contagiarse y contagiar, de manera que restringir a una población para forzar una decisión personal, debería ser reemplazado por generar espacios para los distintos grupos en relación a la vacuna (como se hace en las “zonas de fumadores” y “zonas de no fumadores” en distintas actividades empresariales).
El uso de mascarilla, aparentemente, reduce la posibilidad de transmisión y debe acompañarse del distanciamiento social. Pero debemos tener en cuenta que es una conducta que no puede sostenerse mucho en el largo plazo. Se deben buscar alternativas que puedan adaptarse a las distintas situaciones y, entre tanto, ser muy riguroso en su uso, concientizando a la población en la importancia de esta medida.
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No sabemos qué tan preparados estamos para una nueva ola. Es necesario que las autoridades nos informen de las mejoras que se han dado a lo largo de estos dos años y que permitan manejar a los pacientes con COVID-19 y a los pacientes con otras enfermedades, que fueron postergadas, irresponsablemente, durante más de un año, aumentando la mortalidad relacionada a la COVID-19.
Tampoco sabemos qué tanto contribuirá a la tercera ola el regreso presencial a las clases escolares. Ya ha habido casos de COVID-19 reportados en colegios de Lima y sabemos que la transmisión es alta y puede ser mayor con la variante ómicron.
En un escenario de tanta incertidumbre, desde BG Healthcare podemos plantear algunas medidas que consideramos oportunas. Vacunarse es la primera de ellas pues, aunque son vacunas nóveles, han demostrado reducir riesgos y eso ya es un punto a favor. También recomendamos mantener el distanciamiento social y el uso de mascarilla. Creemos que se debe impulsar el uso de mascarillas realmente eficaces y el recambio de ellas de manera oportuna. Consideramos necesario que las familias asuman con responsabilidad el envío de los niños al colegio. Responsabilidad supone no enviarlos si hay cuadros gripales y avisar, tempranamente, cualquier situación sospechosa que pueda suponer contagio. En este punto, recordemos que, tras dos años de escaso contacto, el reinicio de clases escolares y el cambio de estación vendrá acompañado de cuadros respiratorios que, en la situación actual, deben considerarse COVID-19 hasta que se demuestre lo contrario y tomar las medidas de prevención oportunas.
Exhortamos a las autoridades a impulsar la investigación epidemiológica por parte de las Universidades. Tenemos que saber más de la conducta del virus en nuestro medio. Tenemos que saber más de la respuesta a las distintas vacunas. No sabemos si factores epigenéticos y farmacogenómicos puedan tener impacto en la eficacia de vacunas y medicamentos que se están aprobando para uso extendido y que, esperamos, sean accesibles en el Perú y no quedemos relegados por la falta de decisión de las autoridades sanitarias.
Estas son las medidas generales que podemos plantear. Debemos mantener la guardia y no confiarnos. Seguimos diagnosticando casos cada día y las curvas tienden a incrementar. Debemos estar preparados y entender que, aunque esto sea algo agotador, es nuestra responsabilidad el cuidarnos y cuidar a los demás.
Finalmente, en este último newsletter del 2021, queremos aprovechar para desearles un buen fin de año y el inicio de un 2022 que esperamos sea con salud para todos. Es difícil plantear felicidades en un marco tan apremiante como el que enfrentamos, pero sí podemos desearles lo mejor a cada uno de ustedes y recordarles que en BG Healthcare seguimos trabajando sin parar para buscar las mejores alternativas y desarrollar la innovación en diagnóstico y tratamiento de distintas enfermedades, pues es parte de nuestro desafío: llevar más salud a más personas.