Cómo aprender de las personas que nos cuestan

¿Les pasó alguna vez que se cruzaran con una persona con la que les costara llegar a un acuerdo, comunicarse, entenderse? Cuando esto nos pasa, la primera reacción es huir de esa relación. Casi instintivamente. Buscamos evitar encontrarnos con esa persona para eludir cualquier interacción. Es una forma válida. Pero a veces no podemos, sobre todo en el trabajo, porque tenemos que interactuar.

Hoy le explicaba a un grupo de capacitación que soy muy despistada y siempre me molestó eso de mí. Entonces cuando mi hija pierde las llaves o papeles, me enojo mucho porque me veo automáticamente reflejada en algo que me molesta mucho de mí. Más o menos así funcionan las relaciones que nos molestan, hay algo que nos están diciendo que no queremos escuchar o que nos resulta patético, triste, amargo o demasiado parecido a algún aspecto propio que nos disgusta. A veces es un aspecto que tenemos prohibido en nosotros y vemos cómo nuestra némesis lo vive con libertad. Entonces, ¿cómo actuar?

Como siempre en la vida con las amenazas se puede eludirlas o afrontarlas. En la primera aprendemos escapismo en la segunda tal vez, podemos aprender algo de nuevo. Pero no del otro sino de nosotros. El primer paso es reconocer qué nos molesta y por qué. Y eso comenzar a observarlo y reflexionar en conversaciones con nosotros mismos.

Te propongo el ejercicio de pensar quién te molesta y por qué. En qué te sentís identificada/o con esa persona. Cómo podés reconocer en vos esa característica y proponerte un trabajo personal que te ayude a amigarte con ese lado B.

Si lo ponés en práctica, te aseguro que es beneficioso para tu estado emocional, mental y tus relaciones.

Como siempre, comparto estos artículos sobre experiencias personales que son opinables y discutibles.


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