Como integrar lo agradable y lo desagradable de forma positiva (I)
Cómo acercarnos a lo desagradable con aceptación y autocompasión para luego ir al encuentro de lo agradable con curiosidad y apreciarlo mejor.
Todos tenemos un resorte natural que nos hace huir de lo desagradable. Simplemente es algo que no nos gusta, no lo queremos, pensamos “eso mejor lejos”, e intentamos que no nos toque. Sin embargo, parece que lo desagradable es algo inherente al hecho de estar vivo. Ninguna vida estaría plena sin sus luces y sus sombras en alguna medida. Por lo que podemos considerar lo agradable y lo desagradable como dos caras de la misma moneda. La armonía está en poder reconciliar ambos extremos.
Aquí es donde entra en juego la aceptación, que no significa resignarse a lo que pase, ni conformarse. Aceptar algo que no puedes cambiar es fundamental para integrarlo en tu vida de forma positiva. Si tras analizarlo ves que no hay solución posible en tu mano, si quieres seguir adelante tendrás que aceptar la situación para no seguir sufriendo más de lo necesario. La idea es llegar a tolerarlo para descubrir nuevas alternativas positivas en las que centrarte y avanzar.
Alguna vez habrás oído decir que si peleas contra ello, lo haces más fuerte. Pues por ejemplo, el dolor funciona así. Somos doblemente sufridores porque a nuestro dolor físico añadimos la carga del dolor emocional: tensión, sufrimiento, angustia, estrés, preocupación y un largo etc. ¿Cuántas veces has estado tan preocupado que te ha acabado doliendo el estómago, o el pecho? ¿Y cuántas veces has acumulado tanto estrés que sentías que te iba a estallar la cabeza? ¿Por casualidad la base de tu cuello está algo tensa ahora mismo?
Vamos a practicar un poco: No tengas miedo de observar tus sensaciones con curiosidad. ¿Notas alguna molestia en alguna parte de tu cuerpo en este momento? Deja que se desarrolle, busca diferencias y similitudes entre lo que sientes en las manos y en los pies, o compara cualquier otra parte del cuerpo que prefieras. Escanea palmo a palmo tu cuerpo llevando tu atención de forma consciente a cada parte. Sigue el ritmo de tu respiración para avanzar. Prueba a hacer algunos movimientos y comprueba cómo cambia la sensación.
Tómatelo como un juego de observación y practica. Si te está doliendo por ejemplo la espalda ahora mismo, intenta averiguar el lugar exacto de donde procede ese dolor, qué tipo de sensación concreta te produce, ¿es un pinchazo?, ¿va y viene o es estable?, ¿qué pasa si cambias de postura y estiras la zona? Sé curioso y, por supuesto, no luches contra tus sensaciones. Acéptalas tal y como son, aprende a fluir con ellas. Recuerda que toda sensación es pasajera. Mantén una actitud #mindfulness. Aquello que te resulta desagradable termina tarde o temprano y siempre deja paso a lo que te resulta más agradable.
Practica también la compasión contigo mismo a fin de no sufrir innecesariamente. La autocompasión nos permite ser amables con nosotros mismos, darnos un poco de cariño en las horas bajas para poder alzar el vuelo nuevamente una vez recargadas las pilas. Pero no te acomodes en ella, pues solo es una herramienta más para seguir creciendo.
Gracias por dedicarme tu tiempo #mindfulcoachingpersonal