Comodín de payaso. Dolarización, competitividad, y trabajo.

Solemos escuchar distintas propuestas para salir de la crisis que tenemos hoy en día. Una de éstas es la dolarización de la economía. Quisiera demostrar en algunas líneas más que por qué sostengo que es erróneo el diagnóstico mundial y local y por qué es indeseable.


El razonamiento contado.

El razonamiento a favor de la dolarización es el siguiente: al aumentar la cantidad de dinero en la economía (política monetaria expansiva, “la maquinita”), si la capacidad para producir nacional no se mueve y las personas tienen más moneda (en nuestro caso pesos), entonces los precios suben; además se genera la expectativa de que los precios van a seguir subiendo.


Según este razonamiento, si uno dolariza deja de tener la capacidad de emitir moneda, por lo que tampoco va a generar inflación a la larga. Además, al facilitar la importación, la industria local se deberá hacer más competitiva y la sociedad va a poder disfrutar de mayor variedad, calidad y cantidad de bienes. Lo mismo para quienes compren capital, es más barato importarlo y por lo tanto aumenta la competitividad de las industrias locales, lo que generaría mayor empleo y, con el mayor empleo, menor pobreza.


El razonamiento no contado.

¿Cuál es el tema? Primero, las fábricas, talleres y negocios pueden aumentar su capacidad para producir bienes y servicios y así “absorber” la moneda que se emite. Cuando aumenta la oferta monetaria y queda capacidad ociosa, la expansión monetaria no tiene un impacto tan grande en los precios. El tema es que cuando hay poca oferta en general de productos y hay más dinero, es claro que va a haber una puja mayor para ver quién se queda con esos productos. Ahora bien, si hay margen para que aumente la producción, la puja existe pero no es tan grande.

Segundo, cuando se dice que levantando las barreras proteccionistas la industria va a ser más eficiente también se está diciendo que van a cerrar empresas y sobrevivir otras, probablemente con menos empleados. Muy a largo plazo van a volverse a construir lazos productivos y así generar empleo, si es que se logra. Si bien todos queremos tener empresas eficientes y competitivas, es cruel y perverso no decir la letra chica. Es cierto que muchas veces como consumidores pagamos más por bienes que afuera cuestan menos, y se supone que así los empresarios obtienen ganancias mayores de las que deberían. Aun así, sea por el motivo que sea, no se puede afrontar una apertura a la competición sin que haya pérdida de capital y empleo. Como extensión de esto, si bien la importación de bienes de capital (máquinas, herramientas, ciertos vehículos) sería más barata, sería interesante ver cómo los empresarios comprarían y mantendrían sus negocios hasta lograr una cierta rentabilidad mínima. En resumen, ¿Queremos empresas eficientes? Claro, pero, ¿Somos conscientes que se necesita un plan más abarcativo que sacar barreras a la competencia externa?.


El déficit fiscal.

El razonamiento contado puede continuar más o menos así: si uno no controla la propia moneda entonces tenés que tener cuidado de no tener más gastos que ingresos, por lo tanto evitás el déficit fiscal. Como el déficit fiscal produce inflación porque se emite más dinero, entonces es indeseable tener déficit fiscal.


Es claro que tener déficit fiscal no está bueno, en particular cuando es sostenido. Hay casos en que la emisión monetaria se utiliza para incentivar una economía que está en una espiral de crisis muy grande y hay que encontrar una manera de frenarlo; dicho esto, también es importante que sea una excepción y no una regla.


Ahora bien, si la idea subyacente es que con la dolarización se termina el déficit es dudoso. Hay un problema de causas y consecuencias: si el déficit fiscal es causa de un mal, lo va a ser en cualquier moneda. De hecho, si ahora tenemos un problema enorme con el déficit fiscal en pesos, ¿Cómo se piensa manejar el déficit fiscal en dólares? Y si no se tiene déficit fiscal en dólares, ¿Para qué nos sirve el dólar? Es decir, si el objetivo es el equilibrio fiscal, este se tiene que lograr con la moneda que sea; si se soluciona va a ser independiente de usar el dólar o el peso, y si no se soluciona va a ser peor si nos dolarizáramos.


De hecho…

Según datos de cancillería, si sumamos las exportaciones e importaciones que tuvimos en los últimos dos años (para comodidad de la exposición), los países o regiones con quien más comercio tuvimos fueron: Mercosur (30 mil millones de dólares), China (25-19 mil millones), Unión Europea (21-19 mil millones) y recién en cuarto lugar USMCA (Estados Unidos, México y Canadá, con 21 - 14 mil millones).

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Si se trata de lograr un disciplinamiento fiscal y mayor previsibilidad podríamos volver al patrón oro más que el dólar. Si se trata de lograr un disciplinamiento fiscal, mayor previsibilidad y mejorar el comercio para aumentar la competitividad, lo más lógico sería hacerlo con base en el intercambio comercial. Por extensión, sería más lógico avanzar en una moneda común del Mercosur, o de los BRICS. Incluso tiene un poco más de sentido adoptar el Euro como moneda antes que el dólar en estos términos. En concreto, incluso si se llega a la conclusión de cambiar de moneda por otra que no tenemos poder de decisión, ¿Para qué ir por ese lado?

Para cerrar.

Hoy por hoy es difícil hacer un diagnóstico preciso porque la palabra que define la política y sociedad, y por tanto la economía, es la de desorden. No se puede saber si un pronóstico es bueno o malo cuando no se sabe qué está pasando. En este contexto, la idea de dolarización tenía sentido en los 90 cuando la mayor parte del comercio pasaba por la economía estadounidense y la fuerza de su diplomacia, poder económico y militar era incontestable, por lo que el dólar se imponía como uno de los pilares del poder estadounidense.

Hoy el poder militar sigue siendo hegemónico, sin embargo el económico, político y muchas veces simbólico tiene una posición no tan fuerte. Es claro que en los próximos años va a ser fuerte la presión para que los países del continente americano se alineen más fuertemente con Estados Unidos, y sólo en ese caso tiene un poco más de sentido la dolarización. Además, la dolarización como se plantea es algo gratuito, es decir, sin una contrapartida por parte de Estados Unidos. ¿Acaso nos van a eximir de la deuda que tenemos actualmente? ¿Va a haber un trato preferencial a las exportaciones argentinas? ¿Van a invertir en represas y centrales nucleares como China? ¿Va a haber un plan Marshall 2.0? ¿O sólo va a ser el intento de un país latinoamericano de contener su gasto público? Es decir, nos quieren vender un buzón.

En un contexto como el actual, si queremos hablar de la competitividad de las empresas tenemos que empezar por las mismas empresas desde dentro para que sean rentables por sí mismas. Podemos hablar de mejorar la infraestructura, transporte, la renta de la tierra, la educación técnica, sectores estratégicos, energía, energías alternativas, inserción internacional, diversificación, integración regional, mercados estratégicos, innovación productiva, economía circular, desarrollo regenerativo, y muchas más cosas. Abrir a la competencia de manera gradual puede ser un estímulo para que no se puedan retrasar, pero, ¿de buenas a primeras? ¿Y sin posibilidad de adaptarse?


Para finalizar, hoy por hoy casi todos los problemas a nivel social y económico son producto de la falta de liderazgo en lo político. La falta de información, el secretismo, y la no claridad lleva a la especulación y la desconfianza. La sensación de no saber qué está pasando y qué va a suceder termina resquebrajando la confianza mutua. Si la dirigencia de un país no sabe para dónde ir, ¿Cómo va a saberlo sus dirigidos? En términos sociales y económicos estamos mejor de lo que pensamos, y lo vamos a estar mejor si se logra ordenar la autoridad, no dolarizando ni haciendo ese tipo de movidas. La confianza mutua y la previsibilidad puede construirse a medida que sabemos qué ocurre y entendemos para dónde va la cosa, y solo así pueden generarse lazos que nos permitan conocernos, producir y ayudarnos mutuamente.  

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