Con un decreto
Con la publicación del “Acuerdo por el que se emite la Política de Confiabilidad, Seguridad, Continuidad y Calidad del Sistema Eléctrico Nacional (SEN)”, la Secretaria Roció Nahle debió recibir una enorme felicitación porque, a diferencia de los maestros que celebraban su día, ella sí dio cátedra de cómo lograr sus objetivos.
Es bien sabido que al Presidente López Obrador y su mano derecha en temas de energía, no les encanta la idea de competencia en este sector y lo quieren todo para el gobierno.
Se puede o no estar de acuerdo con la visión que la 4ª Transformación tiene para México en temas de generación, transmisión, distribución y comercialización de la energía. Sin embargo, es evidente que la reacción empresarial sobre el decreto dice que no aceptarán lo hecho por este gobierno el pasado 15 de mayo.
Mucho menos con la declaración del Presidente a la Iniciativa Privada (IP) afirmando que “la verdad es para que estuvieran ofreciendo disculpas, no para que estuvieran demandando; es para que estuvieran aceptando de que se excedieron y que ya no se puede seguir con lo mismo”.
A ver, vamos por partes. El Presidente no quiere usar los mecanismos para resolver controversias y diferendos entre partes que firman un contrato o acuerdo de cooperación.
No podemos, y sinceramente la mayoría no desea, vivir en un país donde quien tiene el poder puede hacer y deshacer acuerdos, contratos o pactos a su ánimo y antojo.
Si el Presidente conoce de excesos por parte de uno o más empresarios entonces debe denunciarlos. Si cuenta con pruebas que empresas están incumpliendo con normas de seguridad, ambientales, laborales, etc. debe inmediatamente proceder conforme a lo establecido en las leyes.
Pero, todo indica que nada de esto está sucediendo y que lo deseado por el Presidente es tener otro monopolio en sus manos.
Es un hecho que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) no cuenta con el capital humano ni la infraestructura para entrar al futuro de la generación de energía. No se quiere aceptar que las energías limpias son rentables y que México tiene una posición y potencial privilegiados en temas solares y eólicos.
Además, ahí no se detendría el beneficio de apostar por este tipo de negocio si, por ejemplo, se permitiera no sólo la generación de energía, pero, también, su transmisión y distribución por parte de empresas privadas hasta el consumidor final.
Las zonas del país donde el potencial eólico es mayor son aquellas que están sumidas en una pobreza que raya en lo criminal e inversiones como ésta serían un detonador de desarrollo importante.
Los estados con los que México puede convertirse en potencia mundial de generación de energía solar, por una enorme fortuna, son también aquellos donde el subsidio que otorga el gobierno al consumo de la electricidad es mayor.
Al evitar invertir y permitir la entrada de capitales para construir infraestructura en este rubro se pierde la posibilidad de generar cientos de miles de empleos, los cuales son reclamados por millones de mexicanos en estos momentos.
Con esto, los potenciales beneficios salen por la ventana junto con la imagen de México como un país donde se respetan las leyes y cada día se instaura más la idea de que aquí no hay norma que valga.
Parece que, para 4ª Transformación, el presente y futuro de México existen únicamente los casi seis años de este gobierno.
De ser así, el futuro de México es tener un sector energético arcaico, costoso, ineficiente y, además, sumamente contaminante. Todo indica que este gobierno quiere tapar el Sol y detener el viento con un decreto.