Crear una cultura de generosidad
Impulsar una cultura de generosidad y comunicación en la empresa familiar
Los fundadores de una empresa familiar suelen trabajar duro para hacer realidad un sueño. Al principio son pequeñas empresas, pero la ilusión de llevar a cabo su misión es más importante que el dinero.
Con el tiempo las empresas van creciendo. Y no solo la empresa, también crece la familia. En los inicios ambas instituciones van muy ligadas. La familia da apoyo y colabora. A medida que la empresa tiene éxito y crece, más miembros de la familia se unen. "Venid y trabajemos juntos", podría ser el lema en muchos casos. La empresa proporciona un propósito compartido y un objetivo común, el éxito del negocio.
Algunas de estas empresa alcanzan un gran tamaño. No debemos olvidar que muchas de las mayores empresas son familiares: Ford, Walmart, Novartis, Tata, Roche o Inditex son, entre muchas otras, empresas familiares. Y es justamente el éxito del negocio en términos económicos lo que suele empezar a crear problemas.
En el fondo una empresa familiar es realmente algo complejo. Une dos sistemas que no podrían ser más distintos entre si. La familia se mueve por sentimientos, trata de maximizar el amor, la alegría, el apoyo mutuo desinteresado. Una empresa, por el contrario, se basa en la maximización de los resultados económicos, y se mueve por beneficios, presupuestos, inversiones. No es raro que sea tan complicado mantener un equilibrio entre estos dos sistemas.
Si intentamos imponer únicamente las reglas empresariales el fracaso está asegurado. Las disputas, las divisiones, los conflictos, todos esos problemas aparecen incluso en las empresas mejor organizadas y gestionadas, independientemente de sus resultados económicos.
No es que la organización y los protocolos no sean necesarios, es que la empresa también debe fomentar una cultura de generosidad. Es esencial para el bienestar de la familia a largo plazo. Sin embargo esa es una meta que solo se puede lograr progresivamente, con tiempo, y siendo muy coherente con las acciones emprendidas.
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Entre las actividades escogidas para fomentar una cultura de generosidad se cuenta la promoción de los valores compartidos, implantar tradiciones vinculadas a la generosidad o el voluntariado. También se apoyan causas sociales, se crean programas de responsabilidad social corporativa o se impulsan fundaciones. Siempre asegurando la participación de las generaciones más jóvenes. Y todo ello reconociendo y celebrando esos actos generosos dentro de la familia y la empresa. Se trata de fomentar una cultura donde la generosidad se vea como algo valioso y digno de reconocimiento.
Es fácil asumir que la generosidad tiene que ver con el dinero. Y así es. Pero también tiene que ver con dedicar tiempo, energía. Tiene que ver con la comprensión y con las emociones. La generosidad también es tener en cuenta y acomodarse a las necesidades, deseos y aspiraciones de los demás, estar disponible y presente para el resto de miembros de la familia.
Cuando los receptores de la generosidad la reconocen y agradecen, cuando los actos generosos no se asumen como necesidades empresariales sino que se aprecian y recuerdan como tales, se crea un ambiente positivo que puede convertirse en una espiral virtuosa. Además, reconocer la generosidad ajena reduce el ego, principal causa de conflictos en el seno de las familias. En una atmósfera de generosidad hay más propensión a acertar el punto de vista de los otros. Incluso cuando se discrepa de las opiniones de los demás, una mentalidad generosa mantiene un entorno positivo.
«Una cultura de comunicación requiere escuchar de verdad a los demás, no guardarse demasiado las cosas, y evitar juzgar en exceso»
Además de la generosidad, otro factor que influye poderosamente en mantener el equilibrio entre dos sistemas tan dispares como familia y empresa es la comunicación. Las empresas familiares exitosas a largo plazo se esfuerzan en construir una cultura de comunicación. Eso requiere el acuerdo de todas las partes. Se necesita que todos sean francos acerca de sus sueños y aspiraciones, y que todos estén dispuestos a tenerlos en cuenta, a incorporarlos en la medida posible en los objetivos de la empresa.
Una cultura de comunicación requiere escuchar de verdad a los demás, no guardarse demasiado las cosas, y evitar juzgar en exceso. Será bueno todo aquello que anime el diálogo abierto de forma regular. Las conversaciones regulares pueden ayudar a comprender las aspiraciones y deseos de cada miembro, lo que facilita la creación de un ambiente donde la generosidad pueda prosperar.
Si una empresa familiar quiere sobrevivir a largo plazo, los miembros de la familia deben poder abordar temas difíciles. ¿Qué pasa si un miembro entrante de la próxima generación cree que es competente y quiere un puesto de dirección, pero los demás piensan que carece de habilidades? ¿Cómo evitar que esa discusión termine en una ruptura? Es importante abordar los problemas cuando surgen, de forma abierta y con generosidad. Si se dejan sin hablar, los problemas pequeños se acumulan y se convierten en grandes.
Estas prácticas llevan tiempo, pero están al alcance de todos. Solo se necesita creer en ello y promoverlo. La generosidad engendra generosidad y conduce a un mejor clima. Si la empresa familiar construye una cultura de generosidad y comunicación, ayudará a garantizar que cuando llegue la inevitable crisis, ni el negocio ni la familia se desmoronen.
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