CRIANZA SIN PREMIOS NI CASTIGOS
21 febrero, 2011 Gina G.
"Si te quedás sin llorar te llevo a Mc Donalds"...
"Si se portan bien les cuento un cuento/ les dibujo una carita feliz"
“Si acabas la comida te compro un chocolate”
“Si sales aprobado en el examen te compro el juguete que tanto querías”…
“Ahora te vas a tu cuarto a pensar por pegarle a tu hermanito”
“Una semana sin ver tele”…
"No puedes usar la computadora"...
"Una semana sin salir al recreo"...
"Se lo digo a tu papá"
Y la lista sigue… Ya no sabemos qué hacer para que nos haga caso o para controlar su comportamiento. Es entonces que recurrimos a los premios y a los castigos, total, así nos educaron y así educamos nosotros, aún cuando muy en el fondo sabemos que ese tipo de disciplina NO FUNCIONA.
¿Y QUE TIENEN DE MALO LOS PREMIOS?
Los premios no tienen nada de malo, si es que están en una competencia para conseguir algo. Pero no podemos premiarlo por comer, por hacer la tarea o por arreglar su cuarto, esas actividades no merecen un premio, pero sí un reconocimiento si la actividad lo amerita. Si les damos un premio por esto, les estamos diciendo: “te doy tal cosa a cambio de…”, es decir, hay un interés de por medio y no necesariamente una reflexión sobre su conducta.
¿Pero y si se esforzó por lograr algo? En ese caso, felicítalo por su responsabilidad, esfuerzo, constancia y fuerza de voluntad. Y aquí separamos la diferencia entre premio (material) y felicitación (no material que incluyen palabras, abrazos, aprobación, etc.).
Ahora, con esto no quiero decir que no le des un regalo a tus hijos o que estamos en contra de los regalos. Dales todos los regalos (diferente a premio) que quieras, pero no porque se portó bien o hizo lo que tú querías, dáselo de manera imprevista y disfruta de su carita de alegría al recibirlo (¿verdad que es hermoso ver a nuestro hijo emocionado o feliz por recibir un regalo inesperado?). He aquí la diferencia entre regalo y premio, el primero es gratuito, a cambio de nada y el segundo es condicionado por algo que hizo.
¿Y SI NO LO CASTIGO, COMO LO DISCIPLINO?
El castigo no debería ser nuestro último recurso, simplemente NO DEBERIA ESTAR DENTRO DE NUESTROS RECURSOS DISCIPLINARIOS. Antes de pensar en aplicar un castigo, podríamos pensar en sus consecuencias. Aquí cito, nuevamente a Jane Nelsen con sus 4Rs. de los castigos:
- Resentimiento: “Es inútil, no puedo confiar en los adultos”
- Revancha: “Ustedes ganaron ahora, pero yo ganaré después”
- Rebeldía: “Haré todo lo contrario para probar que yo no tengo que hacer lo que ustedes quieren”
- Retraimiento: Esto genera, dos comportamientos: Evasión:” La próxima vez no se darán cuenta” y/o Baja autoestima: “Soy una mala persona”
Y dentro de los tipos de castigos, tenemos al físico, que es la forma más errada de educar, pues conlleva al riesgo físico y daño emocional. Y cuando hablo de castigo físico me refiero al simple palmazo que ya es violencia física.
Pegar causa dolor en quien lo recibe y NADA, absolutamente nada en el mundo justifica que una persona cause dolor a otro, mucho menos un adulto a un niño, mucho menos un padre a su hijo, pues al hacerlo está lesionando no solo su cuerpo, sino también su autoestima y genera una autoperceción negativa sobre sí mismo: me pegan porque soy malo, porque no me quieren, porque no hago bien las cosas. Recuerda: El palmazo con amor NO EXISTE.
EN CONCLUSION, CUANDO EDUCAMOS BASADOS EN EL PREMIO Y EL CASTIGO:
Enseñamos a nuestros hijos que su conducta está condicionada por lo que ocurre fuera de ellos, por lo tanto, no se hacen responsables de sus actos.
Nuestro hijo no sabe lo que está bien o mal, los padres son los que deciden.
Nuestros hijos se portarán bien por recibir el premio o por evadir el castigo.
El adulto regula la conducta del niño y no hay un proceso reflexivo por parte del niño para modificar la conducta.
Con el premio compramos la buena conducta de nuestro hijo.
Con el castigo lo amenazamos para que nos haga caso.
Es una educación a CORTO PLAZO, solo para determinado comportamiento o circunstancia.
Yo les pregunto, ¿no sería mejor una disciplina a LARGO PLAZO? Es decir, educar a nuestros hijos para que adquieran RESPONSABILIDAD, AUTOCONTROL y AUTODISCIPLINA.
Entonces, en vez de premiar o castigar, mejor los ayudamos a asumir y evaluar las consecuencias de sus acciones y reflexionar sobre lo que podrían hacer en cambio. En este sentido, “un error se convierte en una maravillosa oportunidad para el aprendizaje”. Aquí quien aprende a regular su propio comportamiento es el niño.
Tenemos que sacarnos de la cabeza la loca idea que disciplinar es igual que controlar. Disciplina es enseñar y los niños aprender a través de lo que ven… los padres nos convertimos en los guías de nuestros hijos, ayudándolos a tomar decisiones inteligentes respecto a su comportamiento y asumir la responsabilidad sobre sus acciones.