Cuando menos lo esperas...

Cuando menos lo esperas...

La vida es como una carrera de obstáculos, nos lleva por unos derroteros que a veces nos sorprende para bien o para mal. Cuando eres un niño o un adolescente, la vida parece más fácil, aunque la verdad es que te centras más en la diversión que en los problemas. A partir de cierta edad, los 30 o los 40 es como un carrusel donde hay más preocupaciones que satisfacciones. También depende de la actitud de cada uno, de cómo enfoques los imprevistos que llegan de repente. Hace años estudié la filosofía del budismo y hablaba de los dukkas, que son las pequeñas molestias diarias que nos sacan de quicio. También la religión oriental incidía sobre la importancia de no aferrarse al apego, especialmente lo sentimental. Hay ocasiones que por ley de vida fallecen familiares ancianos o mascotas que superan los 10 años y aunque duele, sabemos que tenía que pasar. Lo malo es cuando el destino nos da un golpe con inesperados cambios que nos trastocan. Entonces tienes que sacar fuerzas de donde sea, nadar a contracorriente para llegar a la orilla mientras las olas de la desesperación intentan ahogarte. Seguro que todos hemos pasado por momentos dolorosos en nuestras vidas y cuando llega de pronto algo bonito y mágico, pensamos que no es real, que desaparecerá pronto o que no lo merecemos. A los 40 años sufrí una crisis existencial, más larga y dura que la que viví en los 30. Piensas que nunca más te va a ocurrir nada agradable, pierdes interés por el amor después de varios fracasos y decepciones y te conformas con llevar una vida rutinaria, aburrida pero sin sobresaltos. Y cuando menos lo esperas, de la noche a la mañana algo ocurre, un regalo del cielo llega a tu vida. Puede ser una persona de la que te enamoras, el trabajo de tus sueños, un viaje que te transforma, una amistad enriquecedora…Y entonces vives el mejor año de tu vida, aunque sabes que se puede terminar tarde o temprano esa felicidad. A mí me ocurrió hace 9 años, viví el mejor día y mejor año de mi vida y desde entonces soy otra persona. Posteriormente vinieron años complicados, tristes, la pandemia, la tristeza por pérdidas sentimentales de gente que amas y animales también, pero dentro de tu corazón y de tu alma sabes que si ha pasado una vez, puede volver a ocurrir, que puede llegar otra época brillante y dorada. Antes era una persona con poca voluntad, no creía en el amor verdadero, lo miraba todo desde un prisma pesimista o realista, pero desde el 2014 siempre pienso que algo bueno volverá a llegar y cuando más despistada esté. Siempre que tengáis un momento de bajón, que dudéis de algo, pedir pruebas, una señal. En mi caso acostumbro a recibir mensajes en forma de canciones o frases que veo por la calle y la que más de repite es: No te rindas nunca. Gracias por leerme.

 

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