Del fracaso de la impresión 3D a la fabricación aditiva

Del fracaso de la impresión 3D a la fabricación aditiva

No es raro que los términos fabricación aditiva e impresión 3D se utilicen en numerosas ocasiones como si fuesen sinónimos. Sin embargo hay diferencias significativas que debemos conocer.

La impresión 3D hoy en día es más común en ambientes caseros, amateur, estudiantiles o pequeños profesionales. La impresión 3D además permite la fabricación de objetos en 3 dimensiones con relativa rapidez a bajo coste y con facilidad pero con limitaciones en cuanto a tamaño y número de objetos.

Los materiales para imprimir son limitados, actualmente sobre todo materiales plásticos, que aunque han crecido en variedad en los últimos años también han sufrido la escasez del desabastecimiento y el encarecimiento propio de los derivados del petróleo(ABS, PET-G, ASA).

Además el encarecimiento del precio de la luz tampoco ha jugado a favor de la impresión 3d y el concepto Do-It-Yourself.

Todo ello ha explotado una burbuja creada alrededor de la impresión 3D, que para aquellos que llevamos en contacto con estas tecnologías desde hace ya casi 20 años estaba cada vez más claro. Y es que las impresoras 3D no van a tener su lugar en casa como un electrodoméstico más, junto al microondas por mucho que los gurús del sector se empeñen.

Y por si fuera poco, entre las desventajas que plantea la impresión 3D casera, las partículas liberadas en los procesos de impresión 3D son suficientemente pequeñas para infiltrase en los pulmones de forma profunda, afectando a la calidad del aire de nuestro hogar y a nuestra salud.

Ni que hablar de impresoras 3D de resina que llegan a incluir mascarillas con su compra debido a la emisión de compuestos volátiles orgánicos.

Ya en mis primeros contactos con la impresión 3D, allá por 2006, esta tecnología de prototipado se vendía como un modo de fabricación tan limpio y sencillo que podía utilizarse en la oficina. Sin embargo aquellas primeras impresoras de Zcorp basadas en polvo (composite) eran capaces de cubrir toda una oficina de un polvo blanco en tan poco tiempo que resultaba asombroso.

La aspiración y soplado de las piezas era un proceso tremendamente engorroso y delicado y podía convertir un estudio de arquitectura en un taller de yeso con facilidad. Y sin embargo llegaron a instalarse en sus inicios incluso en ambientes hospitalarios. Los cubos que traían el composite desde EE.UU incluían una biblia de advertencias de uso y manejo, así como posibles efectos nocivos para la salud que fueron sin duda subestimados.

Curiosamente 17 años después suena la misma música y las impresoras 3d de filamento se siguen vendiendo como una revolución que debe entrar en nuestro hogar sí o sí. Y quizás es hora ya de empezar a limitar su uso casero y elevar la exigencias de seguridad a la hora de vender máquinas de este tipo como si fueran simplemente tostadoras.

Y es que lejos de ser un electrodoméstico más, son poco apropiadas para ambientes domésticos o estudiantiles y deben contar sin duda con ubicaciones en lugares ventilados además de ser manejadas por personas que acrediten un nivel mínimo de conocimientos.

La fabricación aditiva se refiere en cambio a ámbitos de aplicación industrial, como pueden ser automoción o aeronáutica. Hablamos por tanto de ambientes laborales, mucho más profesionales y controlados con evaluación de riesgos derivados de la exposición de agentes químicos.

Tiene un potencial aun en desarrollo y actualmente conviven un gran número de tecnologías con una gama de materias primas que van desde plásticos a metales.

Sus ventajas respeto a las técnicas de fabricación industrial tradicionales, son por ejemplo la capacidad de reducir procesos intermedios como la producción de utillajes. Además las posibilidades de generar piezas con alta complejidad en sus geometrías internas y que eliminan las limitaciones propias de otro tipo de fabricación hace interesantísima la fabricación aditiva para sectores como el aeronáutico.

Por contra, el manejo de los polvos metálicos es complejo y tiene todavía serias limitaciones en cuanto al acabado de las piezas que en muchos casos requieren de un proceso extra de mecanizado para su acabado final. Problemas que terminaran solventándose gracias a la continua investigación.

Es sin duda en el sector industrial donde, con el tiempo, la fabricación aditiva crecerá en presencia y sin duda su potencial será aprovechado. Pero lo será si se explota como una forma de habilitar la economía circular.

Y es que la posibilidad de reducir el material desechado en la fabricación, o la reparación de piezas dañadas ampliando su vida útil son propuestas que pueden desempeñar un rol muy importante en la industria. Sobre todo ante el reto energético y la escasez de materas primas críticas.

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