Divagar en los despachos no es innovar

Divagar en los despachos no es innovar

A estas alturas todos conocemos la famosa frase de Albert Einstein, que decía: ”Locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener resultados diferentes. Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo” …es algo que tenemos interiorizado, y que quizás hayamos usado en alguna ocasión que otra para hacernos los interesantes, pero a la hora de la verdad se nos olvida.

De hecho, cada día las organizaciones son más conscientes de que innovar es fundamental, hay que crecer de la mano del cliente, estamos obligados a dar respuesta a las nuevas necesidades existentes, o tenemos que tener la capacidad de generar nuevas necesidades a través de procesos creativos que nos lleven a lugares inesperados para nosotros como compañía. El caso es que se nos presenta como una obligación, asumir que tenemos que cambiar de forma constante. Se acabó el conformismo. Hemos de abrazar la incomodidad constante de ser diferentes de forma sistemática.

Pero claro está, que el kit de la cuestión es, ¿cómo se traga eso una organización? También aquí hemos aprendido; de hecho, ya sabemos que en muchas ocasiones es casi mejor comenzar de cero. Apartar la innovación de la actividad diaria nos permite innovar de forma más eficiente y con menos resistencias: creamos, soñamos, dibujamos, testamos e implementamos fluyendo mejor. Cerrando los ojitos a la realidad actual, o al menos mirando de reojo a la organización existente, y pintando sobre un papel en blanco.

Y como decía la canción de Armando Manzanero, “contigo aprendí que existen nuevas y mejores emociones; contigo aprendí a conocer un mundo nuevo de ilusiones” …Que grande es ese proceso creativo, que nos carga las pilas, nos llena de ilusión y nos permite soñar con una organización diferente y que bonito es cuando la empresa nos lo permite. Que grandísimo regalo nos hacen proporcionándonos espacios para reflexionar, tiempo para soñar, compartir el sueño, construirlo más perfecto, bajarlo al terreno, probarlo…Grrrhhhrrhhh (Sonido de crujido sumado a un súper estruendo) Y aquí es cuando, querido lector, estás teniendo una sensación extraña, pues probablemente todo esto te parezca una disonancia entre “el relato y la realidad”.

Pues bien, es cierto. No es verdad eso de que estamos preparados para cambiar. Nos cuesta horrores. De hecho, muchas personas han interiorizado el discurso del cambio, pero siguen comportándose de igual modo, con las mismas rutinas, con los mismos comportamientos, con los mismos patrones y claro está que con los mismos resultados. Eso sí, no hay más que hablar con ellos, para cerciorarse de que están súper convencidos de que son agentes de cambio, grandes palancas de transformación y cien mil pamplinas más.

Existe como una especie de autoengaño, que me gustaría bautizar – si me lo permitís – como autosabotaje, que nos hace pensar que somos “súper pro” en esto de la innovación y la creatividad orientada al negocio, solamente porque opinamos en reuniones, tenemos un criterio que nos ha servido para sobrevivir en otros momentos y quizás creemos que es y será válido siempre. Es una pena, pero nos cuesta identificar este tipo de cosas. Nos ciegan en algunas ocasiones aspectos como el ego, la competitividad “mal entendida”, “el quítate tú para ponerme yo”, “yo la tengo más grande…” en fin…creo que me estoy haciendo explicar, ya sabéis: estos pequeños detalles sin importancia que nos definen como seres humanos.

¿Qué importante es por tanto rodearse de buenos profesionales verdad? (En el próximo capítulo desarrollo esta idea, no podía terminar sin hacer un pequeño destripe (spoiler para los anglosajones)… ¿qué bien hilo una cosa con la otra eh? Bueno, pues eso, que estamos ciegos frente al espejo – hablé de efecto Dunning-Kruger (recordarlo) – y hasta que no llega alguien y nos hace ver la realidad vamos por la oficina “despistados”.

En un proceso de transformación, donde nos hemos planteado innovar, crear cosas diferentes, darle una vuelta de tuerca al negocio, necesitamos que nos acompañen y en ese proceso hemos de estar dispuestos a escuchar. La innovación no se fragua en los despachos, la innovación se construye con la operación. Y con otros muchos colectivos implicados, pero innovar con quien está cerca del cliente tiene más sentido. ¿No? Pero se presenta difícil cuando nos dicen cosas que no queremos escuchar, y sobre todo cuando pensábamos lo contrario…Vuelvo a formular una pregunta: ¿Qué importante también es rodearse de profesionales cargados de humildad? Madre mía, que complejo es esto de rodearse…

Lo prometo, ya dejo de ser sarcástico. La innovación, bendita innovación, es tarea obligada en contextos como el actual; hemos de reinventarnos constantemente, y si el ápice estratégico de la compañía no lo tiene claro mal vamos. Consolidar proyectos, ser eficiente y hacer actividades de alta calidad, no es excusa para estar pensando en el futuro aunque sea “de cuando en cuando”. Hay que escuchar al cliente a través de los profesionales que están más cerca de él, estamos obligados a poner los mecanismos necesarios para que esa información nos llegue, y a ser posible que no venga sesgada: necesitamos gente que nos diga las verdades a la cara, aunque nos abrume o nos abochorne, es la única forma de crecer


MARISA CARO GALAN

Directora de Recursos en Escuela de Música Creativa

1 año

Fantástico. 😊

A ver quién se atreve a hablar claro! Que levante la mano! Gracias Javier!

Montse Solera Sanz-Bustillo

Talento Femenino Senior / Headhunter especializado / Emprendimiento Senior / Consultoría de Formación / #soyEJECON

1 año

Taaaan de acuerdo Javier Moreno Jabardo ; enhorabuena por tus reflexiones que siempre me hacen pararme a pensar además de sacarme alguna que otra sonrisa.

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