El Padrón Real, el mayor secreto de la Monarquía Hispánica
Como cada mañana, tras tomar algo de fruta, Américo Vespucio salió de su casa cercana al Postigo del Carbón en dirección al Real Alcázar. Allí, en una de las dependencias del complejo palaciego se encontraba la Casa de la Contratación de Indias y él, como Piloto Mayor de Castilla, era el encargado de examinar a los aspirantes al puesto de piloto navegante, de censurar mapas, cartas e instrumentos de navegación y sobre todo, era el máximo responsable de la elaboración del mayor secreto de la nación: el Padrón Real.
El descubrimiento del Nuevo Mundo por parte de Cristóbal Colón en 1492, permitió a Castilla acceder a fuentes de recursos y riquezas imposibles de igualar por otra nación del momento. Pronto se dieron cuenta de que para que la hegemonía Hispánica perdurase se debía defender la Carrera de Indias. Para ello, el 22 de marzo de 1508 el Rey Fernando 'El Católico', ordena a Américo Vespucio la creación de un mapa donde se recojan todas las rutas y descubrimientos realizados en las nuevas tierras.
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El mapa secreto, de grandes dimensiones, colgaba en una estancia de la Casa de la Contratación de Indias a la que sólo tenían acceso el Piloto Mayor y un pequeño grupo de cartógrafos. Cada vez que un piloto recibía autorización para viajar a las Indias recibía una pequeña copia donde se marcaba solo la ruta que le habían asignado. A su regreso, estaba obligado a informar de todos los detalles sobre las nuevas tierras o descubrimientos que hubiera hecho. De esta manera el Padrón Real no paraba de enriquecerse.
Objeto de deseo por parte de todas las naciones europeas, el Padrón Real permaneció bien custodiado en Sevilla durante años. Solo mediante mapas robados a los barcos de la Carrera de Indias por parte de piratas ingleses y holandeses, permitió a estas naciones hacerse con pequeños trozos del Padrón Real. Gracias a estos robos, ambas naciones pudieron internarse en la inmensidad de los mares. La lucha por conseguir las derrotas de los barcos hispánicos fue constante durante los siglos XVI y XVII.