El Profesor formador de emprendedores
Luego de haber revisado ya varios estilos de profesor (Sobreprotector, amigo y tirano) , sus métodos y las consecuencias en sus estudiantes, con los cuales podemos o no sentirnos quizás representados, el siguiente paso es preguntarnos de forma honesta, entonces ¿Cómo debemos guiar, formar e instruir a nuestros niños y jóvenes? Y la respuesta debiera ser acorde con la respuesta a otra pregunta aún más crucial, ¿Qué tipo de adulto queremos entregar a la sociedad? Es decir, nuestra labor como docente está relacionada directamente con el tipo de sociedad que queremos construir, porque no podemos pretender construir una sociedad responsable, emprendedora (de sus vidas), resiliente, creativa y feliz, si no partimos hoy por realizar una serie de cambios en nosotros mismos y poner en práctica al momento de realizar nuestra función docente.
Llegamos así al tema central, ¿Qué tipo de profesor debemos ser para tener estudiantes y luego adultos con las características antes mencionadas? y la respuesta quizás sería un maestro, y me dedique a buscar por varios medios , trate de definir lo que sería un “buen profesor”, “Un Maestro” y me encontré con muchas páginas web e infografías que hablan de la “10 características de un buen profesor” del “super profesor” y una serie de tips para lograrlo. etc. Por otra parte también revise algunas estudios y encuestas de alumnos sobre qué opinaban ellos de lo que es un Maestro , en las que se nombraban características que había probado en el aula como : didáctico, entretenido, lúdico, etc., no me convencían para nada, por otra parte está la definición del profesor democrático, que es el que se presenta en variados textos como el profesor “ideal” en las distintas tipologías o clasificaciones con respecto a los docentes, también encontré distintos autores que proponían profesores “Coaching”, “Guías”, “activos”, “del futuro”, “tecnológico”, “Innovador” etc. e incorporo propuestas en las cuales yo había trabajado como el “El profesor emprendedor”, como si tuviéramos que encontrar un apellido a nuestra labor para convertirnos en otros profesores, el creer que a lo mejor cambiándole el nombre “todo va mejorar o va a sonar distinto”, o que suena como comprar esta receta mágica y conviértete en un “súper Maestro”. Creo que debemos volver a la esencia de nuestra labor formadora, y preguntarnos ¿cuáles son las actitudes que tienen los docentes que hoy forman niños resilientes, emprendedores (de sus vidas, no de negocios), autónomos y felices ?
Me puse a pensar en todos los profesores que conocía y que actitudes tienen en común que les hacen lograr buenos resultados en el aula; niños que realizan sus trabajos, estudiantes que no hacen pataletas, no faltan el respeto a sus docentes, profesores que son reconocidos como una autoridad; es decir; un aula en armonía. Todo esto me llevó a pensar en el trabajo que realicé junto a Sylvia Langford recorriendo Chile de norte a sur, donde realicé procesos de reflexión con más de 1400 profesores y profesionales de la educación, a través de talleres y acompañamientos en el aula, lo que me hizo concluir distinguir algunas de estas actitudes, creencias o características que no están precisamente en algún libro de pedagogía o de las cuales por lo menos a mí no me prepararon en la universidad, que son las siguientes:
- Tienen Convicción.
- Son Pacientes.
- Mantienen el control de sí mismos.
- Son Coherentes.
- Son Mediadores.
- Son sistemáticos.
- Son Claros.
- Creen que todos pueden aprender.
- Se centran en el aprendizaje.
A través de mi propia experimentación de estas características (que profundizaré en otro artículo) que probé a través de estrategias (algunas muy simples y otras más complejas) en el aula junto con otros docentes nos hizo obtener resultados más allá de los que esperábamos.
- Bajo el número de alumnos medicados en el aula.
- Estudiantes con dificultades de aprendizaje obtuvieron mejores resultados.
- Padres que confiaban más en la escuela.
- Estudiantes más motivados.
- Estudiantes que confiaron en sí mismos.
- Bajo el nivel de violencia y acoso en el aula.
- Estudiantes más autónomos.
- Aumentó el esfuerzo de los estudiantes.
- Aumentó la confianza en el docente.