El tiempo líquido que vivimos
Muy interesante el último libro de Umberto Eco: "De la estupidez a la locura. Crónicas para el futuro que nos espera", de Ediciones Lumen. De ahí extraigo un par de reflexiones acerca del presente líquido, concepto de Zygmunt Bauman que Eco desarrolla con maestría. Que lo disfruten:
"(...) Entre las características de este presente en estado naciente se puede incluir la crisis del Estado (¿qué libertad de decisión conservan los estado nacionales frente al poder de las entidades supranacionales?). Desaparece una entidad que garantizaba a los individuos a posibilidad de resolver de una forma homogénea los distintos problemas de nuestro tiempo, y con su crisis se ha perfilado la crisis de las ideologías, y por tanto de los partidos, y en general de toda apelación a una comunidad de valores que permitiría al individuo sentirse parte de algo que interpretaba sus necesidades. Con la crisis del concepto de comunidad surge un individualismo desenfrenado, en el que nadie ya es compañero de camino de nadie, sino antagonista del que hay que guardarse. Este "subjetivismo" ha minado las bases de la modernidad, la ha vuelto frágil y eso da lugar a una situación en la que, al no haber puntos de referencia, todo se disuelve en una especie de liquidez. Se pierde la certeza del derecho (la magistratura se percibe como enemiga) las únicas soluciones para el individuo sin puntos de referencia son aparecer sea como fuere, aparecer como valor, y el consumismo. Pero se trata de un consumismo que no tiende a la posesión de objetos de deseo con los que contentarse, sino que inmediatamente los vuelve obsoletos, y el individuo pasa de un consumo a otro en una especia de bulimia sin objetivo (el nuevo teléfono móvil nos ofrece poquísimas prestaciones nuevas respecto al viejo, pero el viejo tiene que ir al desguace para participar en esta orgía del deseo)
Crisis de las ideologías y de los partidos: alguien ha dicho que estos últimos son ahora taxis a los que suben un cabecilla o un capo mafioso que controlan votos, seleccionados con descaro según las oportunidades que ofrecen, y esto hace que la actitud hacia los tránsfugas sea incluso de comprensión y no ya de escándalo. No sólo los individuos, sino la sociedad misma viven en un proceso continuo de precarización.
¿Hay algo que pueda sustituir esta licuación? Todavía no lo sabemos, y este interregno durará bastante tiempo. Bauman observa que (desaparecida la fe en una salvación que provenga de las alturas, del Estado o de la revolución) es típico del interregno el movimiento de indignación. Estos movimientos saben lo que no quieren, pero no saben lo que quieren. Y quisiera recordar que uno de los problemas que se le plantean a los responsables del orden público a propósito de los "bloques negros" es que no es posible etiquetarlos, como se hizo con los anarquistas, con los fascistas o con las Brigadas Rojas. Actúan, pero nadie sabe cuándo ni en qué dirección, ni siquiera ellos.
¿Hay algún modo de sobrevivir a la liquidez? Lo hay, y consiste justamente en ser conscientes de que vivimos en una sociedad líquida que, para ser entendida y tal vez superada, exige nuevos instrumentos. El problema es que la política y en gran parte la intelligentsia todavía no han comprendido el alcance del fenómeno. Bauman continua siendo por ahora una vox clamantis in deserto."