¿EXISTE LA COMPETENCIA ENTRE OPERACIONES MINERAS?
En octubre pasado Oscar Landerretche fue el orador principal en la gala de la BML. Con una impecable elocuencia, claridad y, sobretodo, autocrítica, realizó un conciso diagnóstico acerca de los errores cometidos por la industria minera los últimos años. Mediante una serie de analogías, catalogó esta serie de errores como los “siete pecados de la minería” (para mejor referencia, recomiendo leer transcripción aquí: https://goo.gl/mibL6C).
Muchos de esos “pecados” se podría decir tienen un denominador común: competitividad.
Esto nos hace preguntar: ¿existe la competencia entre operaciones mineras?
Es evidente que cualquiera sea el mercado en que nos desenvolvamos siempre desearemos sea perfecto. Ya el hecho de que nos aseguren una demanda para cualquiera sea la oferta suena demasiado tentador. Y para qué decir si además nos aseguran no existan barreras de entrada ni salida. Demasiado bueno para ser cierto.
Por muchos años la minería del cobre en Chile concentró muchas características de mercado perfecto: producto homogéneo, demanda voraz, y mínimas barreras de entrada (principal razón de éxito de la junior mining). Es más, recuerdo que la máxima preocupación en su momento fue la lucha por el capital humano, algo que en muchos casos se terminó resolviendo con pactos de “no agresión” que impedían el ofrecimiento de mejores condiciones salariales (desorbitadas en ese tiempo) para “levantar” ejecutivos de una compañía a otra.
Pero tal como ocurre en la vida, las cosas cambian y un mercado como el minero ha dejado de ser lo que fue en muchos aspectos, ganando ahora características de “imperfección” poniéndose a nivel como muchas industrias de alta competitividad en este país.
¿Qué ha ocurrido?
- La demanda dejó de lo fuerte que venía siendo y los precios del cobre actuales son la muestra de aquello. China ha privilegiado su crecimiento interno dejando en un segundo plano la construcción y desarrollo en infraestructura de la manera que venía ocurriendo (más específicamente, el 40% de su PIB).
- Vemos también una capacidad de fundición tremendamente superior a la oferta de concentrado. En palabras más simples, hoy es posible colocar el concentrado en un amplio abanico de fundiciones de modo que el poder ha dejado de estar en las manos de los productores. ¿Resultado? Costos de Refinación y Tratamiento (TC/RC’s) cada vez más bajos.
- Sindicatos más empoderados, capaces de negociar con más fuerza y, por consiguiente, capaces de poner en jaque la continuidad y estabilidad de operación en muchas faenas. Buena parte de esto ha sido fruto de una política de bonificación irreal por parte de las mineras en años previos, la cual hoy está pasando la cuenta al transformarse en un desafío el actualizar los nuevos salarios y bonos a una plana operativa que estuvo (mal) acostumbrada a cifras fuera de mercado
- Leyes no solo cada vez más bajas si no que cada vez más complejas de procesar. Hoy es cada día más común pórfidos acompañados de arsénico u otros elementos que además no reciben “premios” por parte del mercado. Por si no fuera suficiente: hoy hay que ir cada vez más profundo y más lejos para obtener el mineral.
- Ciudadanía más informada y requerimientos ambientales más exigentes. Grandes proyectos se han caído y/o no se han podido ni siquiera levantar por no manejar correctamente conflictos con agua, glaciares y relaves.
Entonces: ¿es la minería una industria en la que es fácil competir?
Nunca lo ha sido y mucho menos lo es hoy. La cancha es ahora igual de dispareja para todos por ende quien se adapta mejor gana.
¿Existe entonces la competencia entre operaciones mineras?
Por supuesto. Ahora más que nunca la pelea se disputa en otras esferas:
- Energía. En un mercado tan deficitario como el chileno, muchas operaciones luchan por abastecerse o cerrar contratos con generadoras al menor precio, del estilo “take or pay”, subordinados a polinomios de precio indexados, etc.
- Propiedad. La caída en el precio de los metales ha dejado varios caídos en el camino, lo que ha estimulado la temporada de fusiones y adquisiciones (M&A’s). Muchas de ellas obedecen a capitalización de oportunidades (“comprar barato”) o, como ocurre generalmente, a adquisiciones para desarrollar integraciones que vayan en pos de una mejora operativa. En términos de propiedad esto también se extiende a yacimientos o proyectos greenfield de gran potencial. Más allá de la época de “vacas flacas” las mineras siempre están evaluando oportunidades con el mediano plazo como horizonte. Si no las toman ellos, de seguro lo harán otras.
- Proveedores. Si bien toda empresa se debe a sus stakeholders (sociedad, accionistas, colaboradores, proveedores), son estos últimos los que pueden generar diferencias en una operación minera. Así como las capacidades y los recursos son limitados, así también lo son los proveedores (como nosotros en TDM). Tener al mejor proveedor (sobre todo aquel intensivo en conocimiento) asegura rendimientos sobre la media.
- Líderes y equipos. Tener a los mejores líderes de cada disciplina es fundamental para hacer las operaciones más rentables y sustentables. Dicho talento es reducido y tenerlo crea diferencias.
Como verán, las palabras de Oscar Landerretche tienen mucho sentido en el Chile de hoy. Toda moneda tiene dos caras y hoy convivimos con su lado más feo sin embargo no por ello menos enriquecedora gracias, en parte, a un mercado más competitivo.