La diversidad, en todos los sentidos, como fuente de riqueza en el ámbito laboral

La diversidad, en todos los sentidos, como fuente de riqueza en el ámbito laboral

El mundo es diverso. Todos los seres humanos somos excepcionales a nuestra manera. En el momento en que abrazamos esas diferencias y entendemos este concepto, comienzan a desaparecer elementos muy arraigados en la sociedad, como la discriminación y los sesgos. 


Las empresas no son organismos aislados. Por suerte, son cada vez más las organizaciones que creen en la importancia de construir equipos diversos, ya no como una acción de marketing o como una iniciativa de responsabilidad social empresarial, sino como un verdadero cambio cultural hacia la aceptación del otro o, aún mejor, de una verdadera estrategia de inclusión, en la que las etnias, las preferencias sexuales, las pertenencias generacionales, las necesidades especiales o los estratos socioeconómicos son elementos naturales y cada colaborador puede ser él mismo dentro de la organización.


Caen los prejuicios y las barreras: conformar equipos diversos no necesariamente es más complejo. Según Job Accomodation Network, adaptar un puesto de trabajo para una persona con discapacidad no conlleva costo alguno en el 58% de los casos, mientras que en otro 37% implica una inversión de una única vez. También, de a poco, se desvanecen conceptos como “techo de cristal”, (elementos invisibles que impiden el ascenso de las mujeres, o “escaleras rotas”, que la ONU definió como “mujeres con educación secundaria e ingresos familiares intermedios” que, aunque están insertas en el mercado laboral, carecen de redes de protección que les permitan avanzar significativamente hacia el empoderamiento económico.


Las compañías inclusivas propician una sociedad más justa, pero además, reducen las brechas de desempleo -especialmente entre grupos minoritarios-, promueven una mayor formalidad laboral y eliminan los actos discriminatorios entre sus equipos. 


Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la creación de una fuerza de trabajo inclusiva es esencial para, a partir de la diversidad de miradas, opiniones, experiencias de vida, habilidades y realidades, involucrar mejor a los empleados, comprender y atender a los clientes, fortalecer la marca del empleador y generar ideas creativas. Esto, dicho en palabras breves, significa más creatividad, diferentes perspectivas y mejores soluciones.


Por eso resulta lógico que los beneficios para aquellas empresas que logren avanzar en esta revolución cultural sean enormes: la consultora McKinsey & Co estimó que una mayor diversidad étnica y cultural aporta a las organizaciones un 36% más de probabilidades de conseguir mayor rentabilidad, cifra que se sitúa en el 25% cuando se apuesta a la diversidad de género.


Más allá de los avances tecnológicos, el factor humano continúa siendo la pieza clave para el éxito de los negocios. Y pienso que negar la riqueza de la diversidad es equivalente a que un chef, teniendo a su disposición todo lo que la naturaleza le entrega, se dedique a hacer recetas con un único ingrediente.

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