La imagen SÍ se mancha
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La imagen SÍ se mancha

Vivimos en un mundo hiperglobalizado, donde la tecnología pasea su vedettismo por cada rincón, sin distinción alguna entre lo público y lo privado. Son tiempos complejos en los que resulta muy difícil separar el perfil personal del profesional, por ende es clave fortalecer el vínculo entre compañía y trabajador.

Que cada colaborador se sienta orgulloso y parte de la propia organización, difundiendo sus valores cual embajador, es sumamente grato y alentador. Pero la moneda siempre tiene dos caras. Si en este rol de representatividad (ineludible, consciente o no) peca en el uso de sus redes sociales… habrá caído maliciosamente del lado negligente.

"Un posteo inapropiado es un graffiti del discurso que vandaliza la cuidada obra reputacional."

Hoy nos vemos expuestos a potenciales crisis de imagen por estos comportamientos nocivos, aunque todavía muchos subestiman el poder destructivo de los “dedos karatecas”. Las empresas necesitan estar preparadas para esta nueva realidad de moderar comentarios, imágenes o videos desafortunados por parte de los empleados y afrontar las consecuencias. Asumir los riesgos con madurez significa comprender que toda actividad digital acarrea repercusiones sociales, corporativas e incluso administrativas. Observen sino este caso sensible de viralización que puso en jaque a una reconocida institución de salud:

Los intentos de mitigar los efectos nocivos del ciberespacio deben girar alrededor de los principios éticos de la organización. La comunicación interna constituye así una herramienta estratégica de integración y manejo de identidad-personalidad corporativa. Disponer de una gestión profesional facilita el know how operativo de prevención y reacción, aspecto fundamental ya que el tiempo disponible de respuesta es mínimo. Si se refuerzan estos vectores, los líderes tendrán la oportunidad de fomentar la buena toma de decisiones en el terreno virtual.

Desde esta perspectiva, una recomendación prioritaria es actualizar las políticas de compliance mediante un código guía para el personal que regule:

  • Los ejes culturales de la firma: la internalización de los mismos trasciende a los actos de la mera jornada laboral en un compromiso full life. Implica monitorear los posteos sin traspasar la delgada línea de invasión a la privacidad, garantizando la libertad de expresión dentro de los cánones de respeto a la marca empleadora.
  • Los protocolos para publicar: sugerencias sobre qué hablar y lo que no, cuándo conviene subir contenido, cómo fomentar el engagement, cuándo evitar responder a trolls y determinados comentarios, etcétera. También se aclaran exhibiciones permitidas de símbolos icónicos de la empresa como nombre, uniforme, logo y demás signos distintivos. 

Las buenas prácticas comienzan en casa. Cosecharás furcios improvisados si no siembras una comunicación planificada.

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