Las personas en este Mundo VUCA
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Las personas en este Mundo VUCA

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Una de esas preguntas polémicas del mundo de los negocios es, si el éxito es, fruto de la suerte o la capacidad.

Supongo que para poder responder a esa pregunta, lo primero que tendríamos que hacer es ponernos de acuerdo en qué es el éxito, qué significa, cómo se reconoce.

Cojamos un ejemplo de manual, Google. ¿Es Google una empresa de éxito? Pues depende. Si entendemos que Google es fundamentalmente un motor de búsqueda, la respuesta sería contundente. Sí, Google es un éxito, sin duda, su más del 70% de cuota de mercado así lo corrobora.

Pero, y si entendemos que Google es una empresa publicitaria, con una cuota de mercado entorno al 3%, ¿eso también es éxito?

Y si ese 3%, lo rebajamos al 0,5% que aproximadamente representaría Google como compañía tecnológica.

Porque Google es todo eso, lo sabes, ¿verdad?

Google es un motor de búsqueda, una empresa publicitaría y una compañía tecnológica, todo al mismo tiempo. No abramos debates que no dan para más, Google es un éxito indudable, y una empresa referencia en muchos sentidos.

Otro de los aspectos que hoy parecen definir lo que es una empresa de éxito, es su cultura. El ideal de empresa que se nos está vendiendo podría ser algo así como: Una empresa en la que todo el mundo ama trabajar, en la que los horarios convencionales se han quedado obsoletos porque nadie parece mirar nunca su reloj, los espacios son abiertos, nada de cubículos ni despachos de dirección. Los empleados no añoran sus casas, porque en nuestra empresa ideal tienen mesas de Ping Pong, futbolines, cómodos pufs. Masajes gratuitos, chef de sushi (perdonadme, este es un anhelo personal) en las instalaciones, sesiones de yoga…en definitiva, un entorno idílico diseñado para que nadie quiera irse. Añadamos a esta imagen, un terreno amplio a las afueras de la ciudad, con un hotel gratuito dentro del terreno de las oficinas para que los empleados que hayan tenido que prolongar su jornada laboral, y prefieran no desplazarse hasta sus casas a horas intempestivas, puedan descansar unas pocas horas antes de volver al trabajo al día siguiente, un gimnasio perfectamente equipado en el que poder sudar toda el stress acumulado a lo largo de la jornada, un circuito de running que discurra por unos jardines espectacularmente cuidados, diferentes comedores sociales a disposición de los empleados, con una amplia y variada oferta gastronómica, y lo mejor de todo, además, esta empresa te da la posibilidad de, cuando quieras, trabajar desde casa.

La realidad, lo que realmente es sustancial de todo esto, es que, la “cultura de empresa”, no puede existir al margen de la propia empresa: ninguna empresa tiene una cultura, toda empresa es una cultura.

En este contexto tan “aparentemente idílico”, la competencia es feroz casi en cualquier rincón. Autores como Jim Clifton en su libro “The coming jobs war” dicen que nos encontramos ante el “precipicio de una guerra total por los trabajos buenos”, cada vez hay menos trabajos buenos, y mucha gente, muy válida, hoy, en cenas de amigos se confiesan infelices, desdichados y desesperanzados.

En un país como Estados Unidos, el uso de antidepresivos se ha incrementado en más de un 400% durante la última década.

La pregunta que parece obligatorio que nos hagamos es, ¿Qué estamos haciendo mal? ¿En que nos estamos equivocando?

¿Has entrado alguna vez en una tienda de vitaminas y suplementos? Si no lo has hecho, hazlo por favor, y luego pregúntate, ¿Quién demonios toma todas esas pastillas, polvos y batidos? Y sobre todo, ¿Por qué lo hacen?

Vivimos en un mundo acelerado, en el que no se puede ser de los lentos, esforzarse ya no basta, las expectativas de rendimiento son brutales. Plantéate trabajar cada vez más horas, renunciar a tus vacaciones, convertirte en un adicto a los medicamentos que te prometen aumentar tu productividad…, no te asustes. Todo esto son solo síntomas de la vida moderna.

Si algo de todo esto te resulta familiar, quizás incluso sin saberlo, formas parte de la estadística del “trabajador abrumado”. Ese que mira su móvil una media de 150 veces al día, trabaja no menos del 60% de sus fines de semana, opta por comer mientras trabaja, o no come, renuncia cada año a 9 de los días de vacaciones que le corresponden. Padece de insomnio, ansiedad, problemas familiares…

Por todo esto, cada vez más gente está trabajando por encima de su punto de rendimiento óptimo, pero lo más triste y preocupante, es que lo hace, sin conseguir los resultados que se le exigen. Es como un atleta con sobrentrenamiento.

Y ahí entra la responsabilidad de los directivos. El éxito de toda empresa depende de su gente y su cultura, ambos mantienen una relación simbiótica. Las decisiones directivas determinan el carácter de la compañía, la calidad de las relaciones entre sus empleados y los resultados que estos obtienen.

La primera responsabilidad de cualquier gran empresa es su gente, sin ellos no eres nadie, así que tienes la obligación de, fomentar su curiosidad, obligarles a plantearse preguntas, hacerles sentir pasión por lo que hacen, que se sientan obligados a darte el máximo de su esfuerzo, enseñarles a pensar por sí mismos, animarles a establecer sus propios objetivos, a implicarse, y no lo olvides, hacerles sentir que su vida y el tiempo que en ella dedican a su trabajo, merece realmente la pena. Entonces sí serás una empresa transformada y transformadora, y estarás más preparada para el mundo VUCA en el que todos estamos inmersos.

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