Liam Echavarría Molloy
EL JURAMENTO DE LOS HORACIOS.
<< Pero otro interés contraría mi gozo
Y mezcla el temor a tales dulzuras>>. Pierre Cornaille.
Comenta Tito Livio en su Historia de Roma que los pueblos romanos y de Alba Longa tenía un mismo origen en común, eran descendientes troyanos que Eneas sacró de las ruinas de Troya, la amurallada, mas luego infortunda pira. “ Los dos pueblos tenía origen troyano: Lavinio descendía de Troya, y los romanos descendían de los reyes de Albano”. Y ambos pueblos tenían un enemigo en común, los etruscos.
Pero sea como fuere, la rivalidad era un caso latente, los campesinos de uno y otro bando se sintieron agraviados por invasiones y destrucciones y la guerra estaba latente, entre sus reyes, Tulo Hostilo de Roma y Cuilio luego sustituído por el tirano Metto Suffecio de Alba Longa. Se prepararon para la contienda, “contienda que tenía todo el carácter de guerra civil, porque puede decirse que ponía frente a frente padres e hijos” Tito Livio. Del lado de Alba Longa había tres hermanos, los Curiacios, uno de ellos comprometido con Camila, la hermana de los tres Horacios romanos y un de los Horacios, estaba casado con Sabina, hermana de los Curiacios. La guerra civil llegaba al punto de ser guerra familiar contrariando los fines del parentesco cuyos dos funciones fundantes y elementales son las de darnos identidad y darnos protección.
Los dos ejércitos se encontraron para luchar y derramar la sangre, el sudor y las lágrimas. Pero llegaron a un acuerdo. Habiendo en ambos bandos trillizos en ambos pueblos, que se enfrentaran entre ellos y el que de esos infortunados contendientes, ganaría la guerra.Pero debía cumplirse esta norma: “ el pueblo vencedor ejercería sobre el vencido mando suave y moderado” Tito Livio.
Los romanos estaban paralizados porque ya habían caído dos Horacios,muertos uno sobre el otro y los Curacios estaban los tres heridos. El Horacios sobreviviente pensó su estrategia que tanto aplicaría siglos después Napoleón: << Dividite et vincas>>, divide y vencerás. Hizo que huía por cobardía mientras el Viejo Horacio, el padre, lo maldecía a la distancia. Fue atrayendo uno a uno a los Curacios y los fue matando, al último y le clavó la espada en la garganta y la guerra fue ganada e incluso siendo evitada. Colgaron sin honor a los Curiacios. Horacio el trillizo vencedor tomó un tejido del último caído y fue hacia la fiesta romana en la colina para entrar luego a Roma. Camila, su hermana reconoció la prenda porque ella la había tejido para su prometido Curiacio y no pudo contener el llanto. Arrebatado de furia, Horacio le clavó su espada a su hermana vociferando: “ Ve con tu loco amor a reunirte con tu esposo, tú, que olvidas a tus hermanos muertos , al que te queda y a patria. ¡ Así perezca la romana que se atreva a llorar la muerte de un enemigo. Aquella muerte indignó al pueblo y al Senado, pero el brillo de la victoria disminuía el dolor. Sin embargo, lleváronle ante el rey y le acusaron”. El rey se declaró “incompetente” acaso confusamente impotente porque se había roto una regla esencial, insertando que matar por la patria no puede ser considerado un crimen, algo que los siglos irán perfeccionando. Se apeló a la asamblea, a dos funcionarios y al pueblo. Horacio gritó ante la inminencia del castigo, << Apelo>>. Y también el padre, Horacio el Viejo que perdería en el mismo acto, al triunfo de Roma y a su último hijo. “ Abfrazándole después y mostrando al pueblo los despojos de los Curiacios colgados en un punto que todavía se llama hoy Pilar de Horacio, , exclamó: “ Romanos, el que hace un momento contemplabais con admiración marchando entre vosotros triunfante y ostentando gloriosos despojos, ¿ podréis verle atado al poste infame, azotado y muerto?” Tito Livio. El pueblo, un tribunal popular tuvo que elegir entre dos muertos y absolvió al “culpatle” declara Tito Livio. La patria estaba por encima de la familia, en 1789, se llamará la Nación pero con los mismos y aún más profundos y oscuros atributos. Esto es lo que quería exponer Jacques Louis David seducido por los viejos valores de la república romana e insistirá con Bruto, fundador de la república ante la que se sublevaron sus dos hijos, que al fracasar fueron decapitados en nombre de la patria que está antes los lazos familiares. Se va preparando el terreno para que e 1793 se decapite al padre del reino, Luis XVI.
No obstante hay un gran momento de recapacitar en David. Hay un padre severo, enérgico, con espadas en la mano, “ la hora de la espada” dirá Lugones. Los hijos como si fueran un solo cuerpo, se sostienen y mantienen con mucha energía sus pies adelantados y un saludo cesáreo que se volverá fascita en el siglo XX. La hora del sacrificio y aunque exagere, si es póstumo, mayor gloria. El padre muestra en ese claro oscuro que lo anuncia en su manto roja, la espada va por la sangre. Pero está el otro rincón, el papel de los inocentes, como dicen Foucault, “que mueren al amanecer”. Las mujeres y los niños. Es como si murieran tres veces, como hermanas, madres y luego nuevamente, sobrevivir a la muerte de sus hijos en las viejas y nuevas trincheras. Aunque no es una denuncia, David contempla complejas y completas oscuridades en los deberes impuestos a los que serán ciudadanos de una república. Primero la patria, pero hay que postergar en momentos de crisis que la patria es algo mayor que la suma de funcionarios y leyes y reproches a los flojos, indiferentes e ignorantes. Patria es el lugar donde están enterrados nuestros padres. Matria sería el dolor que llevan las mujeres desde el corazón a sus labios y de sus labios devuelta el corazón estrujado por la muerte de sus familiares. David no los ignora, pero a la altura de los acontecimiento en la Francia de 1783 al 1789 no puede exaltadas en otro lugar que en un rincón de la escena que no puedo esquivar, que no quiero esquivar. Quiero proclamar la inocencia de Camila y su tejido, quiero exclamar la huida a Egipto anunciadas a José, María y Jesús en sueños, y pintar con sangre de cordero la puerta en la jornada del primogénito, quiero resaltar la inocencia de Parsifal, Jean Le Sot, Juan el Necio que ni siquiera sabía su nombre.
<<Lejos de temblar por Alba, compadeced a Roma>>. Corneille
Kunstenaar
5 añosTambién desde siglos pasados, primero es el amor, Hero y Leandro antecesores de Romeo y Julia a veces durante la vida se invierten las posibilidades, la patria vuelve a primer lugar: Dido y Eneas, también el cambio está al final, el retorno de Ulises que tuvo sus encantos pero en Itaca finalizó, con las variaciones sutiles podemos continuar, sin embargo no dejo de pensar en las que no hemos llegado a conocer...