Nada nuevo bajo el Sol. Los otros son imprescindibles.
A los 20 años, Alejandro Magno se hace cargo de un reino en expansión pero con claras tensiones internas que él resuelve con dureza y astucia, aún cuando acaba de salir de la ephebeia.
Aunque su padre es Filipo II de Macedonia, se cuida mucho de emparentarse con el linaje de los grandes Aquiles y Heracles.
Se lanza a la conquista de Persia, y los vence por primera vez en Gránico. Es nombrado descendiente directo de Amón en el oráculo de Siwa, y por tanto Dios en Egipto. Vuelve a vencer a los persas en Issos y por último en Gaugamela.
Deshace o corta (tanto monta) el nudo gordiano del carro del legendario rey Midas. Destruye Persepolis para demostrar la superioridad del occidente griego respecto al tradicional enemigo oriental. Hace suya Babilonia.
Derrota al Rey Poros y sus elefantes en la batalla del Hispades en el territorio que hoy conocemos como el Punjab paquistaní.
Es difícil encontrar a alguien con más atributos, más conquistas exitosas, más prestigio, más pruebas de su eficacia en el mando y más empuje, pero aún con todo ello, sin sus hombres, no era más que otro individuo.
Después de la batalla del Hispades, Alejandro quería continuar su conquista hacia el este, pero su ejercito se negó, hartos de guerra y también de un caudillo cada vez más cruel y autoritario. El Gran Alejandro, descendiente de Aquiles, Dios vivo de Egipto, conquistador del imperio más grande conocido, muy a su pesar tuvo que ceder y regresar a Babilonia. Allí moriría poco después.
A veces se nos olvida que el principio y fundamento del liderazgo son los otros, sin ellos cualquier gran líder, solo es un patético individuo con pretensiones.
Gracias Jesús por este nuevo ejemplo histórico de un principio básico de management
P4P
6 añosA veces se nos olvida lo más importante, si. Gracias Jesús.