Lo barato sale caro
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Lo barato sale caro

“Lo barato sale caro” es uno de esos principios que están escritos en el manual de crianza de casi todos los colombianos. Hace parte de lo que las mamás les dicen a sus hijos, junto con el salude, despídase y dé las gracias.

Eso seguro lo sabía Juan Carlos Vélez, el gerente del No. Pero bajo esa otra máxima, la de que hay que ser avispao y tomar ventaja a como dé lugar, pensó que la sacaba no solo barata sino hasta gratis. Por cuenta del comentario -más que torpe, vanidoso- ahora paga caro cada una de sus palabras, además de asumir el costo de destapar las cartas sucias de la campaña que administró.

Aunque la financiación de la campaña no es un asunto menor (si la empresa privada y la banca no les dieron los recursos que dicen, ¿de dónde salió la plata? Tienen hasta el 2 de diciembre para cuadrar las cuentas de tendero que tanto le gustan al senador Uribe Vélez), lo grave es el engaño hecho y revelado. Pero no porque el Centro Democrático hiciera un discurso a su medida, cosa que hacen todas las campañas políticas, sino porque evidencia el valor real que le da a los electores, que casualmente hacen parte del mismo pueblo colombiano cuyos intereses dice defender.

“En emisoras de estratos medios y altos nos basamos en la no impunidad, la elegibilidad y la reforma tributaria, mientras en las emisoras de estratos bajos nos enfocamos en los subsidios”, precisó Vélez en la famosa entrevista a La República.

Con la manipulación del tema de los subsidios el CD le pegó a uno de los temores que siempre tienen los más pobres. Para cualquiera en una situación económica vulnerable, los beneficios que recibe del Estado resultan vitales, en especial si cubren salud, servicios, vivienda y educación. Hay que ser miserable para angustiar al que menos tiene diciéndole que por cuenta del Acuerdo –tergiversando lo que dice y manipulando su impacto- le van a quitar lo poco que recibe.

A corto plazo movieron el voto por el No y ganaron. Pero a mediano y largo plazo puede ser más lo que pierdan y perdamos todos: ese tipo de mentiras erosionan la relación entre los ciudadanos y el Estado, profundizan la desconfianza en la democracia y fracturan aún más a esta sociedad con urgencia de recomponerse.

La manipulación es otra forma de violentar a los más pobres porque está diseñada a propósito bajo la idea de que sus derechos poco valen y son objeto de compra/venta; de que los pueden engañar e influir su voto, como también el del resto de los ciudadanos, con mentiras o verdades a medias. Por eso al CD le resulta más rentable emberracar que educar.

¿Será que es así como entiende su aporte a la gobernabilidad del país? Parece que sí. El esquema de socavar la confianza de los ciudadanos en las instituciones del Estado fue evidente en otro de los cañonazos de temporada del CD, este a cargo de la representante Cabal. Afirmar que el Ejército “es una fuerza letal de combate que entra a matar”, lo que le está diciendo a cualquier ciudadano es que el Estado no le garantiza su seguridad; por el contrario, es una fuente de violencia adicional: entra y ejecuta sin preguntar.

¿Y quiénes son los que mayoritariamente conforman las filas del ejército? Pues en buena parte los hijos de esas mismas familias a las que les dicen que les va a quitar los subsidios, o que el Acuerdo les arrebatará las hectáreas que adquirieron legalmente, como dice otra de las cuñas radiales que emitieron.

Así se cierra el círculo: el Estado les quita los subsidios y entrena a sus hijos (y a los del vecino, la cuadra y todo el barrio) para que sean unas máquinas de muerte. Por lo tanto, no hay garantías de ninguna clase, ni manera de protegerse; se rompe toda confianza o principio de solidaridad. Se sospecha de todo y de todos. ¿Y entonces, salvar a este país, recae en el advenimiento de un mesías?

Apostarle electoralmente a esa salida es muy peligroso. Cuando a la gente la acorralan puede actuar violentamente para defenderse o, agotada por la forma como los partidos y movimientos exprimen a todos, elegir un gobierno populista. Y ahí el error no va estar en creerle a las encuestas, como dijo Vélez, sino en haberle creído a la polítiquería.

Ciertísimo: la campaña por el No fue hecha con las uñas de esas garras que está sacando cada día más el Centro Democrático.

* @Polymarti - Semana.com - Octubre 9/2016


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