LO PEQUEÑO ES HERMOSO, DE NUEVO...

Esta crisis ha traído,- a mi humilde parecer -, unos valores que ni con mucho son nuevos, pero que perdieron la fuerza que acarrean, tapados por el deslumbramiento de lo que abarca la globalidad, vista ésta desde su perspectiva más expansiva y esférica, es decir, estar en cualquier lugar y en cualquier momento.

Los conceptos de ser y estar, junto a los de tener o alcanzar, han dado también mucho juego.

No hace muchos años, en los afamados y deseados MBAs de las prestigiosas escuelas de negocio de donde salían los “líderes” mundiales, el concepto de tamaño, de cuota de mercado, se asociaba a la necesaria competitividad que las economías de escala aportaban, pero nunca nos hablaban que “lo pequeño es hermoso”, no sólo porque lo pequeño tiene propiedad, tiene dueño, sino porque lo pequeño tiende a la conservación, tiende a la supervivencia, frente a lo grande, que sólo puede entender su existencia en el continuo crecimiento, aspecto que socava con enorme clarividencia, su propia capacidad de subsistencia empresarial.

Las claves se movían alrededor de la importancia de ser el líder, de estar en cualquier lugar en donde podamos vender y en tener ingresos y beneficios para que nuestras acciones estén cada día más demandadas y con mayor cotización. Para ello, necesitábamos estos tres atributos del éxito: querer ser el mejor, en todas partes y para tener cada día más ingresos y más cuota de mercado, es decir, ser, estar y tener.

Pero esta enorme velocidad, traía de la misma forma, enormes desventajas sociales. Enumeraré algunas:

·        La pérdida del sentido de propiedad. El crecimiento tan enorme sólo se puede alcanzar inyectando enormes sumas de capital. Capital que ya no está a disposición de la propiedad,- la cual no llega a tener dicha capacidad -, sino que forma parte de fondos de inversión, los cuales, como su propio concepto indica, carecen de corazón, de emociones, y por tanto de humanidad. Creamos figuras absolutamente deshumanizadas para crecer…. ¿no llama poderosamente la atención esta incapacidad de crecer haciendo más fuerte a la persona, y no debilitándola hasta hacerla innecesaria?

·        Pérdida de valores de referencia. La velocidad requiere fundamentalmente de marcador, de cuadro de mando, de KPIs. Fangio decía: “cuando siento que controlo la carrera,…, sé que voy a perder…” Los indicadores son cada vez mayores. El cuadro de mando se convierte en el “dios” que gobierna una institución, una organización, una empresa. Cada vez pedimos más y cuando algo “gripa” o “no rinde” respecto a lo que necesita la “caldera” de la Compañía, se sustituye por otro. No hay piedad,.., sólo hay resultado. Eso sí,…, mientras “vives” estás muy bien pagado, y el valor del dinero, justifica todo. Absolutamente todo. Esta referencia choca con los valores de padres y abuelos, provocando no pocas veces, rechazo, desapego e incomprensión aceptada en pos del visible y exhibible éxito de “nuestros hijos”.

·        Como un, más que querido profesor que tuve, Rafael Izquierdo, que en Paz Descanse, me decía cuando me definía qué era una autopista: “… es una carretera grande que va de ninguna parte a ninguna parte, que no pasa por ningún sitio, y que durante el trayecto que recorres, no ves nada….”; no pocas veces veo un gran reflejo de la sociedad economicista que hemos creado, pues trabajamos en empresas donde sólo llegar al objetivo y al resultado importa, donde el camino, como Ítaca, no cobra todo su valor posible, y donde cuando has llegado, lo primero que te dicen es que hay que empezar de nuevo de cero. La insaciable senda del acontecimiento inacabado.

Y con ello, mi reflexión, la cual abre en mí una esperanza en un nuevo devenir socioeconómico, es tremendamente ilusionante. Creo que “lo pequeño” cobra una fuerza real de la que había sido despojada, usurpada, y que puede ser recuperada, reestablecida por su propia energía y poder.

Un saludo y ¡buen fin de semana!

Luis Fernando Rodríguez

Watch&Act

CEO