Medicina completa
Cada dia estoy más convencida de que el mundo sería un lugar mucho mejor, más pacífico y amable, si la gente bailaría más.
La danza hermana, enseña generosidad, tolerancia, aceptación.
La danza enseña que hay una forma de comunicación directa y energizante, de llegar al otro, que no tiene que ver con palabras, las ideologías, ni el color de la piel.
Danzar es una forma de apostar y celebrar nuestra humanidad, nuestra capacidad de transformación, de creación y superación.
Danzar enseña que el amor se puede cultivar y propagar.
Que los miedos se pueden superar.
Que somos mucho, mucho más de lo que jamás soñamos.
Que dar y recibir son las dos caras de la misma moneda, y que todos necesitamos de los otros, para acompañarnos en el movimiento de la vida.
Presencia Luminosa
Muchos caminos espirituales consideran que el cultivo de la presencia plena y consciente es la llave que despierta el corazón, donde nacen aceptación, generosidad, comprensión, amor y compasión.
La presencia plena es un práctica continua. Es algo que se va adquiriendo de a poquito y aún así: Somos humanos: olvidamos y recordamos.
La danza ofrece innumerable posibilidades de practicar porque involucra a todo el ser: cuerpo, mente, espíritu, inteligencia, comunidad.
En otras palabras: mientras mi sistema nerviosa coordina y registra con precisión cada movimiento, están despiertas mis emociones, tomo decisiones en tiempo presente y me relaciono con música, espacio, gravedad y otros bailarines. En simultáneo una intención "superior" puede sobrevolar mi danza, cual angelito de guardia: curiosidad, aceptación, transformación, perdón, compasión. . .
La danza es un ejercicio de libertad y presencia para la vida.
Los tiempos furiosos que corren requieren muchos bailarines creativos, presentes y reales.