Miles de amaneceres

En el fresco silencio del alba, me levanto antes de las 5 de la mañana desde hace más de 40 años.

En esos momentos de quietud, cuando el mundo aún duerme, encuentro una conexión profunda con el universo. La luz que despide la noche con sus lunas y estrellas es un recordatorio de la constancia de la vida y de la renovación que cada día trae consigo. En estos instantes, mi alma se siente en armonía con el cosmos, y una profunda paz invade mi ser.

Hubo amaneceres grandiosos, rebosantes de éxito y posibilidades, y otros que prolongaron la desolación y la amargura de la noche anterior.

Amaneceres indiferentes, y algunos que asombraban con su esplendor. A lo largo de los años, incluso en distintos hemisferios, fui testigo de su transformación. Pero siempre, en los momentos buenos y malos, estábamos los tres en esa conjunción universal: cuando la reina de la noche cede su trono al señor del día, y este humilde espectador.

La majestuosidad del amanecer me recuerda que, aunque pequeño, soy parte de algo mucho más grande, y en cada nuevo día encuentro la promesa de infinitas posibilidades.

Ver amanecer es un acto de amor propio, un ritual sagrado que me permite centrarme y alinearme con mis valores y deseos. En el alba, cuando la claridad de pensamiento es más intensa, encuentro las respuestas a mis preguntas más profundas y, sobre todo, me trae las nuevas preguntas tan necesarias para seguir avanzando.

Cada nuevo rayo de sol es una caricia que me recuerda la sublime belleza de estar vivo y el inmenso poder de la gratitud.

Cada mañana, al abrir los ojos, agradece lo que tienes. Saluda al sol cuando se asoma tímidamente por la ventana. Levántate con una sonrisa y contempla las maravillas y los tesoros que la vida te ha otorgado.

Esa gratitud te impregnará con una energía positiva, preparando tu espíritu para el nuevo día.

Con cada despertar, renueva tu espíritu y enfrenta el día con una sonrisa, consciente de que has sido testigo del milagro diario del amanecer. Permite que la serenidad de la mañana te acompañe siempre, envolviéndote en un manto de calma y claridad. Que cada rayo de sol ilumine tu camino, guiándote hacia un futuro lleno de paz y felicidad.

Atesora cada amanecer como un nuevo comienzo, una oportunidad para escribir tu historia con valentía y gratitud.

Recuerda que en cada alba se encuentra la promesa de infinitas posibilidades, y que la belleza de la vida reside en esos momentos de luz y esperanza. Que el cosmos, en su infinita grandeza, te inspire a vivir con propósito y a abrazar cada día con el corazón abierto y el alma en armonía. Miguel Alemany