Nada nuevo bajo el sol. Cuando el odio se normaliza

Cumplimiento de sentencia.

En el campo de San Isidro han sido cumplidas las sentencias de pena de muerte impuestas en Consejo de Guerra a Juan...

Así recogía la noticia El Norte de Castilla el fusilamiento de 28 personas el 23 de septiembre de 1936. Hasta ahí todo terriblemente normal, la represión posterior al golpe de estado fue dura e inmisericorde en Valladolid y en muchos otros sitios. Lo perverso y tenebroso es que a esos fusilamientos acudía el púbico haciendo alarde de su odio.

Acudían todas las mañanas un buen número de personas de bien a disfrutar del espectáculo, en una animada feria en la que se disponía de puesto de venta de chocolate con churros. Un desayuno completo y equilibrado.

Tan bochornoso fue el disfrute de la ciudadanía que desde el mismísimo Gabinete de Censura y Prensa del Gobierno civil (organismo nada sospechoso de estar en contra de esa represión) se publicó una nota dos días después en el mismo periódico titulada El espectáculo de los fusilamientos

"... son públicos, en verdad tales actos, pero la enorme gravedad de los mismos, el respeto que se debe a los desgraciados, víctimas de sus yerros, en tan supremo trance, son razones más que suficientes para las personas que por sus ideas, de las que muchos hacen ostentación, deban abrigar en sus pechos la piedad, no asistiendo a tales actos, ni mucho menos llevando a sus esposas y a sus hijos. La presencia de estas personas allí dice muy poco en su favor; y el considerar como espectáculo el suplicio de un semejante, por muy justificado que sea, da una pobre idea de la cultura de un pueblo..."

Los seres humanos tenemos esa peculiar capacidad de vivir con el odio de una forma normal y adaptar la vida cotidiana en desayunos comidas y cenas; reuniones y elecciones.