Para el populismo la libertad es el enemigo

Para el populismo la libertad es el enemigo

En los movimientos totalitarios el poder está orientado en lograr que la vida de las personas esté consagrada a la sociedad. Así el sujeto deja de tener estatuto de individuo para tener que someterse a la voluntad del pueblo. Donde es el líder idolatrado el único capaz de saber lo que el pueblo quiere y de impartir las órdenes que se necesitan para conseguirlo. Es en el líder donde se concentra ese saber, esa capacidad de lectura -¿sobrenatural?- que es capaz de determinar qué es lo que el Pueblo quiere.

El pueblo -concepto totalitario y fascista- consiste en una masa homogénea, indiferenciada, donde el individuo no tiene particularidad alguna. Donde se ha impedido la aparición de lo más propio de la persona. Si el individuo deviniera en ser, con él vendría la unicidad, y por tanto la autenticidad. Donde habría lugar para desplegar la originalidad de ser uno mismo para convertirse en lo que uno es, y desarrollarse como persona.

Un individuo libre es un individuo responsable. Porque la elección es suya, tanto la elección haya sido consciente o inconsciente, le haya venido dada o la haya podido moldear en algún grado. Y por tanto las consecuencias de su hacer, como lo que ha tocado en la vida, son su entera responsabilidad que así el mismo pasa a reconocer. 

En cambio una persona fundida en la masa se vuelve irresponsable, adjudica en un otro todo lo que le sucede. Sus desgracias son culpa de un otro, y su fortuna se la debe agradecer al líder. Lo mismo le ocurre con la posibilidad de cambiar que ya no está dentro de su dominio. Ahora es una víctima a la que hay que reparar, a la que hay que darle todo lo que la vida le debe. Como si esta tuviera una obligación para con él, para con cualquiera.

El populismo es una visión del mundo donde la diferencia se debe  vivenciar dentro de lo estipulado. Donde la minorías no son más que subgrupos. Pueden existir siempre y cuando estos estén homogeneizados, y sometidos a la masa (que adora al líder).

Es posible afirmar que en los movimientos totalitarios el amor ha sido sustituido por un sentimiento de idolatría hacia el líder. Ahí radica parte de la cohesión del grupo. Si hubiera lugar para el enamoramiento, la masa se desintegraría. Ejemplo de esto mismo podemos registrar en la adolescencia donde cada vez que uno del grupo se enamora, comienza a pasar más tiempo con la persona que desea y que ha elegido, y menos con el grupo. Por eso es común que cuando la persona emprende su camino individual, el grupo lo estigmatiza para forzarlo a volver o advertir a los demás de la desgracia en la que podrían caer si hicieran lo mismo.

Para el populismo la libertad es el enemigo. Porque darle lugar a la libertad es abrir la puerta para la desintegración de lo que lo constituye como sí: la masa homogénea. El mismo sistema se mantiene vivo atacando lo que podría desarmarlo, sea la fuerza de la libertad, o del amor.

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