¿Para qué sirven los valores en las empresas?
Después del colegio y la universidad, es en el trabajo donde terminamos pasando la mayor parte de nuestro tiempo, 8 horas al día durante 5 días a la semana, a veces es más, mucho más de lo que pensamos. No es solamente la cantidad de tiempo sino la calidad del tiempo de lo que estoy hablando. “No me dan ganas de ir a trabajar”, “Cada mañana es una tortura”, y la famosa “Cuando será viernes”, expresiones que sé que usted al igual que yo ha usado en algún punto de su vida. Pero, ¿No cree usted que si pasamos allí un gran porcentaje de nuestra vida, haríamos bien en hacer de ese espacio, nuestro trabajo, un lugar mejor? Si piensa que es así lo invito a seguir leyendo y descubrir cómo los valores pueden hacer la diferencia en su organización.
Administración por valores
Como Administrador de negocios internacionales siempre tuve un interés por aprender cuanta teoría de administración hubiera en el momento, pero no fue sino cuando encontré esta teoría (Administración por valores) que algo hizo click en mí, no solo porque sus conceptos tenían mucho sentido, sino porque de alguna manera yo había vivido durante 15 meses en mi ambiente de trabajo algo muy similar teniendo como objetivo “ser el líder con valores que Colombia merece.” Y no es sino hasta ahora que descubro que hay un método detrás de todo esto (administrar con valores) y que puede hacer la diferencia en usted como persona y en todos los colaboradores de su organización.
La administración por valores nace junto con una iniciativa, las “500 afortunadas”, lista donde las empresas no destacan por su tamaño o por sus utilidades sino por la calidad de vida que dan a sus colaboradores y el gran servicio que ofrecen a sus clientes. Si bien parece un concepto bastante altruista no deja atrás las responsabilidades con los accionistas y los réditos que una empresa se espera deba generar.
La administración por valores o APV identifica lagunas entre lo que se dice que se cree y como se refleja esto en la práctica y comportamientos, detecta esas lagunas que hay entre los valores corporativos de la organización de la que hacemos parte y los verdaderos comportamientos que se vivimos en el día a día. Muestra a la luz esas falencias que muchas veces vemos pero no estamos dispuestos a reconocer cuando nuestra empresa dice regirse por los valores de la excelencia, el servicio y vemos que no cumplimos esto a cabalidad con nuestros clientes o incluso entre compañeros de trabajo.
Y Finalmente lo más útil de la APV es que nos da lasherramientas para retomar el rumbo y ser coherente con lo que la empresa dice ser en 3 fases: Aclarar nuestros valores, propósito y misión. Comunicar nuestra misión y nuestros valores. Alinear nuestras prácticas diarias con nuestra misión y valores.
Fase I: Aclarar nuestros valores, propósito y misión.
“En una compañía que realmente administra por sus valores no hay más que un jefe: los valores de la compañía”
En esta fase se quiere tener claro cuáles son esos valores ideales por los cuales queremos que la organización sea reconocida por sus clientes, colaboradores y en general por la comunidad. No es un proceso fácil y más cuando ya se tienen unos valores definidos, pero si no han funcionado hasta ahora, ¿De qué sirve mantenerlos? Re defina estos valores desde arriba hacia abajo, primero con la junta directiva y de ahí hacia los empleados de primera línea. Asegúrese que todos hayan sido escuchados y representados antes de lanzar la versión final y pasar a la fase II.
Fase II: Comunicar nuestra misión y nuestros valores
“Cuando se alinean alrededor de valores compartidos y se unen una misión común, personas comunes y corrientes logran resultados extraordinarios.”
Una vez definidos estos nuevos valores es hora de ponerlos a la vista de todos en todas partes. Placas en la entrada de la oficina, cuadros en las salas de junta, en el material de reclutamiento para nuevos colaboradores, en todos los lugares posibles, pues cuando la misión y los valores se mantienen constantemente a la vista, estos enfocan e influyen las prácticas diarias de trabajo. Es un constante recordatorio de compromiso, de actuar conforme a lo que dijimos ser, no solo es dentro de la compañía o entre los colaboradores es también con los clientes, los proveedores y la comunidad. De esta manera nos hacemos responsables de vivir esos valores y plantarles cara.
Fase III: Alinear nuestras prácticas diarias con nuestra misión y valores
“Actuar de acuerdo con lo que proclamamos es un viaje que no tiene fin”
Ahora viene el momento de la verdad, es hora de concentrarse en las prácticas y en las conductas organizacionales para asegurarse que sean compatibles con las intenciones declaradas en la misión y los valores, es decir hay que volverse guardianes de los valores. Hay muchas maneras de hacer esto pero hay 3 en específico que ayudaran a hacer el trabajo mucho más sencillo:
- Entrevistas de satisfacción de clientes y grupos de enfoque
- Evaluación administrativa y técnicas de retroinformación
- Encuestas entre empleados sobre las prácticas de la compañía
En cualquiera de estas tres fuentes podemos identificar si hay alguna desalineación con los valores y comenzar a tomar medidas para hacer una corrección, primero definiendo claramente cuál es el problema, ¿Cuál es el valor que se está infringiendo?, segundo determinar posibles soluciones y llegar a un acuerdo, y tercero, desarrollando un plan de acción y revisando los resultados al final del día.
La APV no es una fórmula misteriosa y en muchos casos no nos está diciendo nada nuevo, es algo que todos de una u otra manera sabemos. La invitación es a que revisen si en su organización, ya sea como empleado, líder de equipo, presidente o dueño, si los valores que dicen representar su organización son los valores que viven el día a día y pasan más allá de una bonita decoración. Porque esta puede ser la diferencia entre “cuando será viernes” a “me alegro que sea lunes”. La APV fortalece las relaciones con los clientes, afianza la comunicación con los proveedores y finalmente crea un ambiente laboral digno de una empresa que se interesa por sus empleados.
Referencias: Blanchard/ O’Connnor, 1997,Administración por valores, norma, Bogotá