"Personas" especiales, espaciales y especialistas en todo.

"Personas" especiales, espaciales y especialistas en todo.

El cuerpo humano dispone de un sistema jerárquico indiscutible, el cual permite ciertas licencias individualistas ya programadas que forman parte de una planificada organización. Así mismo, posee una multitud de elementos que continuamente están revisando el correcto funcionamiento del sistema, siendo conocedores de que su función es reguladora, vigilando que todos y a cada uno de los “individuos” mantengan su codificación inicialmente asumida.

A menudo ocurre que algunas células se acomodan resistiéndose a cumplir con ese orden preestablecido llegando a obsesionarse por no pasar desapercibidas en el régimen productivo y funcional, incluso negándose a morir cuando así se le ha indicado desde su propio nacimiento. Digamos que algunas células “desaprenden” mientras viven, generando situaciones incomprensibles para esos otros elementos encargados de que todo funcione según lo estipulado. La realidad es que nuestro sistema inmunológico no está preparado ni adiestrado para combatir este fenómeno, ni siquiera para detectarlo.

Entonces, se da una paradójica y recurrente situación: esas células “rebeldes” empiezan a ocupar grandes espacios desconocidos para los que no han sido entrenadas matando, en inconsciente actividad suicida, el cuerpo en el que viven y por lo tanto, motivando finalmente su propia desaparición.

Para que esta secuencia de acontecimientos sea abortada, nuestros vigilantes deben allanar el camino a las células especializadas en reparar el código averiado, comportándose como exquisitos maestros relojeros suizos que basan su actividad en equilibrar esa sincronización vital unitaria que por desobediencia, confortabilidad o insolencia, se ha visto alterada. En ocasiones, dichas células especializadas reciben una alerta tardía y poco o nada pueden hacer ante dicha infestación ya consolidada. 

Como usted sospecha, estos fenómenos no son exclusivos de la actividad biológica, sino que se repiten con una perfecta simetría en el mundo económico y empresarial, teniendo su reflejo en isotópicos individuos que lejos de comportarse diplomáticamente, se rebelan contra esas organizaciones dominadas por el confort y que sin ánimo alguno de generar tendencias en los modelos de gestión, evitan su destrucción.

Estos expertos isotopos están entrenados para resolver sin más sentimientos que los pensamientos y con una precisión que no permite segundas oportunidades. Los daños colaterales e incluso las heridas causadas por “fuego amigo” se asumen sin titubeos.

Le advierto que si usted contrata a un experto de este tipo, debe estar seguro de ello y asumir todas las consecuencias. No lo podrá parar ya que no obedece a una “persona”, sino que obedece a su objetivo por alcanzar hasta que éste ha sido alcanzado. No parará hasta conseguirlo como si su cerebro hubiera sido programado únicamente para eso y para nada más.

Nos estamos refiriendo a personas especiales, espaciales y especialistas en todo, que disponen de una percepción multifocal y multisensorial que algunos llaman “magia”; nos referimos a células “invisibles” que hacen su trabajo y a individuos que son capaces de “darle la vuelta a un calcetín solo con mirarlo”. En definitiva, se trata de personas que restablecen la evolución del orden empresarial necesario, asumiendo la premisa de que “todos los avances realizados nos descubren todo lo que nos queda por avanzar”.

Lo cierto es que el sistema empresarial ya infestado suele confundir a ese “experto relojero suizo” con el motivo de la avería y lejos de abastecerle de recursos, éste queda aislado y abandonado como un soldado en tierra hostil, incluso por asesores, directores y “aconsejadores”. Le puedo asegurar que  he podido presenciar cómo algunos empresarios finalmente han optado por convivir con “los problemas” antes que enfrentarse a las consecuencias de la solución.

Por último, si usted contrata a una persona así, sepa que no tiene ni reconoce dueño; que se trata de un mercenario solitario.

Pero eso sí. No lo dude; acabará el trabajo encomendado ya que ”no se trata de buscar una solución, sino de encontrarla”.


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