¿Por qué deberíamos abrazar el fracaso?

Llevo 4 días sin ir a la clínica a que me inyecten morfina. Hace 14 días creí que había superado, por segunda vez, una adicción a los opioides que había durado 6 meses. La primera, hace unos años, fue por más de 2 años. 

Esta vez me ha costado 6 kg. La otra fueron 14. Pero el dolor físico no se compara con el daño psicológico y emocional. Y la sensación de que has fracasado, porque sientes que no eres capaz de continuar. El miedo se vuelve el factor más fundamental de tu vida y es quien reina tus decisiones. 

La seguridad de que nunca ibas a ser capaz es lo primero que llega. El síndrome del impostor y la certeza del mundo cayendo en tus hombros. Después llega el miedo, de lo que vendrá en el futuro, lo que vas a hacer con tu vida y la inevitable sensación de pérdida. Continúas con tu ego destruido y las palabras de los detractores en tu cabeza, riendose de tí y diciendo “te lo dijimos”. Por último, la rabia. De las cosas que pudiste hacer diferente y mejores decisiones que debiste haber tomado. Por eso, en el camino hacia el éxito, tratamos de evitar el fracaso a toda costa.

Pero, en realidad, la rabia no es lo último que llega cuando fracasas. Te das cuenta que fracasar y tocar fondo es muchas veces, parte del proceso, donde no puedes ver crecer una flor sin ponerle un poco de mierda. Que es uno de los más grandes motivantes, mejores maestros y donde puedes encontrar la solución por haberte estrellado y estar pensando de manera diferente.

Y, ¿Por qué escribir de mis fracasos personales en esta red? Porque como en la vida, he fracasado también cientos de veces con La Tía Blanca . Incluso, sin poder comprobarlo, pensar en el fracaso puede que haya sido un detonante de mi enfermedad. 

En un año lleno de retos que afrontamos en Colombia en la actualidad, donde cada día tienes que tomar decisiones por la urgencia y pensando en salvar a tu compañía, sin importar cómo afecte (o no), en el largo plazo. Donde crees que tienes la solución con una nueva línea de productos o una estrategia que finalmente no trae los resultados esperados. 

Como emprendedor, tienes una mentalidad de seguir adelante, aprendiendo del fracaso y volviendo a intentar.

Si estás dispuesto a fallar, significa que estás dispuesto a dejarlo todo, como el hombre de la arena, lleno de sudor y sangre, sobre el que escribió Roosevelt.

“El éxito llega de la noche a la mañana. Solamente que toma mucho maldito tiempo para llegar a esa noche”. Y llega después de muchos fracasos, donde se supone que debe ser difícil: absorbe el golpe, sal adelante y vuelve más fuerte, obsesionado con tener una mejor versión de tí mismo. 

Para mí, al principio, escribir era un hobby. Una forma de responder y entretenerme con lo que pasaba a mi alrededor. Pero fue mi enfermedad y haber fracasado lo que me dieron mi voz y mis palabras. 

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