¿Por qué hablar de liderazgo líquido?
La diferencia entre un material sólido y uno líquido es que, mientras el primero ofrece una resistencia muy grande a la separación de sus átomos, el segundo experimenta cambios constantes cuando es sometido a tensión. Los líquidos, a diferencia de los sólidos, no mantienen fácilmente su forma, de ahí que el constante fluir sea su principal característica.
Zygmunt Bauman, filósofo polaco del s. XX, desarrolló y acuñó el concepto de “modernidad líquida”. La hipótesis de Bauman afirma que, frente a una realidad sólida y estática, existe una realidad líquida en la que el cambio es la única vía posible, necesaria y oportuna para evitar los conflictos y mejorar nuestras condiciones de vida. Según Bauman, los líquidos “se desplazan con facilidad, se desbordan, salpican, se filtran, gotean, manan… y no es posible detenerlos fácilmente”. Esto justifica que podamos considerar la “fluidez” como metáfora para entender la modernidad y el devenir de las organizaciones humanas (sean éstas empresariales o no).
Las organizaciones que se comportan como “material sólido” que puede humedecerse o empaparse, incluso disolverse, tienen los días contados frente a aquellas que lo hacen como “material líquido”, sorteando obstáculos o filtrándose entre ellos.
Aceptar la metáfora de la “modernidad líquida” en los entornos organizativos y empresariales nos lleva, necesariamente, a visualizar estructuras flexibles, ágiles y en constante cambio, que son capaces de adaptarse y anticiparse a los acontecimientos y, además, a líderes que sean capaces de trabajar y dirigir en un contexto social de incertidumbre y riesgo. Esto nos hace asociar la figura del líder a la de un “arquitecto social”, es decir, a la de la persona que genera “espacios líquidos” flexibles y cómodos y, si se me permite, hasta divertidos para sus clientes. De otra manera, espacios en los que la creatividad y la innovación sean la principal moneda de cambio.
Las empresas líquidas necesitan claramente de líderes inconformistas, visionarios y carismáticos que transforman tanto el estado de las cosas como las aspiraciones y valores de sus seguidores. Y es que, lo que hace un par de años tenía todo el sentido parece no tenerlo hoy y, seguramente, mucho menos mañana.