Prejuzgar, deporte nacional
Los juicios mediáticos paralelos en sucesos o incluso en casos de corrupción están llevando a una mala costumbre a nuestra sociedad: prejuzgar. Calificar de culpable antes de que un juez/-a haya sentenciado a un acusado está a la orden del día, cuando se debe presuponer la inocencia hasta que se demuestre lo contrario.
Quizás porque andamos ya escamados con tantos casos de corrupción ya no nos fiamos ni de nuestra nuestra sombra y señalamos al detenido con sed de justicia. Quizás porque hay informativos que parecen el desaparecido "El Caso"-donde los sucesos ocupan buena parte del tiempo con la finalidad de crear un estado de opinión concreto- nos deleitamos siguiendo detalles truculentos del supuesto asesino o asesina.
Hipótesis policiales se exhiben con todo detalle ante el ágora social el día de la misma detención, sin pasar por el proceso jucidial y sin el fallo correspondiente. Puertas de juzgados repletas de vecinos iracundos que acusan de "asesino" al detenido que aún no ha pasado el proceso judicial en el que se demuestre su culpabilidad. Concentraciones o manifestaciones en pueblos y ciudades donde ha desaparecido una persona y ya estamos dando por sentado que la ha matado aquel fulano que la policía sitúa entre los sospechosos.
Es obvio que vivimos en una sociedad muy conservadora, donde la moral judeocristiana imperante no duda en señalar al primer detenido por sea cual fuere el caso. Declarar culpable a alguien que aún no ha sido juzgado es un error que cometemos tan a diario que quizás deberíamos plantearnos quién o qué nos da la potestad de acusar a otro tan a la ligera. Sería conveniente reflexionar sobre qué nos sucede y qué necesidades tenemos como sociedad para comportarnos como trogloditas.
A veces me pregunto si estos juicios paralelos sólo pretenden devolvernos a un estado de letargo donde lo difícil es pensar y esperar el transcurso de los hechos. Donde lo fácil es señalar a cualquiera porque sí, porque lo dice la policía o la guardia civil. O porque lo dicen en las noticias de televisión, cuyas cámaras están entremezcladas con la turba sirviéndonos en el comedero diario la desgracia de turno que nos consuela de nuestros miedos.