Salir del agujero interior
El management moderno lo llama “dejar la zona de confort”. También se escuchan alusiones como “hacer el click”, “estar en el punto zero” o el ya clásico “reinventarse”. Tal vez por mis raíces, siempre preferí el concepto de “salir del agujero interior” a ese estado de ruptura o quiebre que todos tenemos en algún momento de la vida, ya sea en el plano personal o profesional.
Los motivos que pueden llevar a una persona a experimentar esa sensación son muy diversos. Pero en todos los casos subyace un denominador común: la necesidad vital de hacerse dueño del propio destino.
La necesidad vital de hacerse dueño del propio destino
Ya sea por costumbre, practicidad, contexto o porque de alguna manera “nos lo ganamos”, muchas veces tendemos a perpetuar situaciones con las que no nos sentimos plenos. La realidad nos va aportando pruebas que a veces hay que descubrir a fuerza de golpes, y la intuición de que el cambio es vital empieza a cristalizarse en una visión de futuro imprecisa, pero movilizante.
Mi momento de salir del agujero interior fue a los 29 -aunque no quiere decir que no vaya a tener que hacerlo otra vez-. En realidad, todo el proceso duró más de un año… Y pareció un siglo.
Como conté sobre mis inicios, en un momento llegué a gerenciar el día a día de la inmobiliaria de mi tía María: estaba en un punto “teóricamente” ideal. Sin embargo, me sentía inquieto; sabía que debía aspirar a algo más. Y no sólo en términos económicos. De hecho, la idea que me daba vueltas era cómo poner foco en algo que me gratificara y que, como consecuencia directa, el dinero dejara de ser una preocupación.
Emprendí entonces el laburo más arduo posible, que es el de mirarse hacia adentro
Emprendí entonces el laburo más arduo posible, que es el de mirarse hacia adentro y, sin juzgarme, pero con honestidad brutal, discernir qué era lo que realmente quería. Algo que no siempre aflora tan fácil, envueltos en la nube tóxica de mandatos propios y ajenos.
Descifrar el objeto de deseo abre otra búsqueda intensa: el cómo. Sabía que quería dirigir mi propia empresa y las opciones –allá por 2008- no eran tantas. A medida que indagaba en el mercado, con amigos y conocidos que me tiraban alguna punta, el rumbo empezó a emerger de entre la bruma.
En pleno proceso de darle forma al sueño, el contacto que recibí de quien ahora es mi socio fue, como a él mismo le gusta decir, una azarosa causalidad. La unión terminó de delinear el modelo: emprender un negocio propio pero no en soledad, generar volumen comercial pero con un producto que no estuviera stockeado en depósito y, fundamentalmente, trabajar en equipo pero sin personas en relación de dependencia.
Salir del agujero interior es mucho más que una expresión glamorosa o una canción tarareada en la infancia
Lo que siguió hasta la inauguración de nuestra primera oficina en Vicente López fueron largos meses de trabajo operativo, pero la parte más compleja ya estaba resuelta. Entre la búsqueda y las causalidades, cuando la mente y el corazón están abiertos, la respuesta llega inexorablemente y “salir del agujero interior” es mucho más que una expresión glamorosa o una canción tarareada en la niñez.
Recursos Humanos - REMAX SUMA
4 añosReinventarse, siempre reinventarse.
Marketing y Redes
4 añosLa necesidad vital de hacerse dueño del propio destino...así es...
Directora Comercial y Desarrollo de Proyectos en RE/MAX Encore Argentina
4 añosYa lo dijo Virus: Hay que salir del agujero interior Largar la piña en otra dirección No hace falta ser un ser superior Todo depende de la transpiración ...
Garantor
4 añosEl movimiento siempre activa la causalidad y si tenemos sueños y objetivos todo lo que hagamos en forma consiente o inconsciente nos conducirá inexorablemente a alcanzarlos.