SEÑALES DEL FUTURO

SEÑALES DEL FUTURO

En mi último artículo, hice un notable esfuerzo para no parecer catastrofista. Y es que, al estar siguiendo la evolución de la Inteligencia Artificial al nivel en que estoy haciéndolo yo, se me genera una mezcla de esperanza y miedo. Y lo último que quisiera es generar temor al futuro a nadie. Pero algo me impulsa de forma irremediable a intentar avisar.

No acabo de entender lo que me está pasando. Es como si de una forma fortuita hubiera sido transportado, sin saber cómo, a un momento entre los años 2025 y 2030. ¿Por qué a estos años? Ni idea.

Pero la experiencia me ha transformado.

Por nada del mundo quisiera ser como Alonso Quijano que, de tanto leer novelas de caballería, acaba creyéndose un caballero andante. O, dicho de otro modo, no quisiera convertirme en un Don Quijote de la Inteligencia Artificial. Y no por lo que sé de este tema (que tampoco es tanto) sino porqué significaría que estoy enloqueciendo y confundiendo realidad con ficción.

Y es que, cuando hablo del tema con la gente a la que creo que les puede interesar, tengo la sensación de que, con mucha educación (eso sí), no me hacen el más mínimo caso. Y claro, al final uno se siente como el loco de la autopista que, yendo contradirección, cree que son todos los demás los que lo están haciendo.

Y quede claro que en ningún caso me refiero a los verdaderos expertos en IA. Aunque con ellos me sucede un fenómeno extraño. Practicamente todos le ponen límites. Todos encuentran algo a lo que afirman que nunca podrá llegar esta tecnología. Y yo, de límites a la IA, no se los sé poner.

En cuanto a los no especialistas... solo un ejemplo:

Hace unos días le contaba a una compañera una noticia. El biólogo Cyrus Levinthal afirmó hace cincuenta años que, para conocer todas las configuraciones posibles de una sola proteína, harían falta unos 14.000 millones de años (si, la cifra es correcta). Y que la empresa DeepMind de Google ha logrado hacerlo tan solo en unos minutos.

Me miró con una expresión de “y a mí que me cuentas” y me aseguró que lo que ella hacía en su trabajo administrativo JAMAS lo podría hacer ningún sistema basado en Inteligencia Artificial.

Ella se quedó tan tranquila. Volvió a mirar con rostro inexpresivo el Excel que tenía en su pantalla, copiando en un papel datos que seguro que consideraba importantes. A mí me costó bastante conseguir cerrar la boca. Y es que no conseguía imaginar que contenía aquel Excel que lo hacía más complicado que conocer todas las configuraciones posibles de una sola proteína.

Cuando lo conseguí, reflexioné sobre qué sentido tenía que fuera pregonando, equivocado o no, lo que vi (no descarto que solo fuera un sueño) durante mi viaje al futuro como si fuera un Nostradamus de pacotilla. ¿Qué ganaba con ello? ¿Compartir mis inquietudes?

Vi claro que lo único que podía conseguir, en el mejor de los casos, era generar preocupación a alguien que no podía hacer nada para cambiar lo que se le venía encima. Sufrimiento inútil.

Me vino a la cabeza la noticia que había oído hacia un par de días… “Una de cada dos personas nacidas ahora en España, padecerá cáncer”. ¿De qué me servía saberlo?

Nunca lo tuve tan claro.

Lo que debía hacer era seguir trabajando en conseguir que la revolución que, yo creo, va a significar la irrupción de la IA en las personas que confíen en mí, sea lo más positiva y lo menos traumática que las circunstancias permitan. Cambiar lo que transmita mi mensaje (o la forma en que lo hago) por otro cargado de positividad y esperanza. Porque estoy convencido de que existe un espacio para la esperanza.

Por ejemplo, en medicina, la IA salvará millones de vidas. Quizás el problema será que hacer con ellas. Pero…… ¡NO! ¡Ya he vuelto a pasarme al lado negativo!

Poco a poco, la IA irá entrando en e terreno personal de todos y tambienen el empresarial.

A algunos les costará darse cuenta. Otros solo lo harán cuando pierdan su puesto de trabajo sin haberlo visto venir (lo siento, no puedo evitarlo)

Pero es que… vamos a ver. Un ejemplo.

De forma periódica los taxistas de este país realizan fuertes protestas por lo que ellos consideran “competencia desleal” con los colaboradores de Uber. Mientras tanto, en EEUU, han sucedido los siguientes acontecimientos:

Uber sacó una división de coches autónomos en EEUU. El experimento se frustró cuando, a principios de 2018, uno de esos coches sin conductor atropelló y mató a una mujer en Arizona. Resultado: prohibición de circular de forma autónoma a dichos vehículos. ¿Lógico? Pues no lo sé. Pero no me imagino que, si uno de los millones de coches conducidos cada día por sesudos ciudadanos de EEUU atropella y mata a alguien, retiren los permisos de conducir a todos los demás.

Pero sigamos. En julio de ese mismo año, se permitió volver a circular a esos coches con la condición de que llevaran un “conductor vigilante” por si tenía que intervenir. Genial. Un coche autónomo con conductor.

En mayo de 2021, Uber, inmerso en enormes problemas económicos, vende su flota de coches autónomos a Aurora. Aurora Innovation es una startup dedicada a coches autónomos y formada por ex miembros de Google y Tesla. Estoy seguro de que sabían muy bien lo que estaban comprando.

Conclusión: no parece difícil saber cuál es el futuro de los taxistas en todo el mundo. Solo es cuestión de tiempo. Y solo es un ejemplo.

Y no es cuestión de echar más leña al fuego, pero en Dubái se está experimentando con drones taxi sin piloto. Algún día veremos autopistas en el cielo.

Todo va tan rápido que, cuando aún no has digeAlgún día veremos autopistas en el cielo.

Todo va tan rápido que, cuando aún no has digerido una noticia,rido una noticia, sale otra más sorprendente.

Doy un breve repaso a la historia de la humanidad y siento miedo. Pero aun gana en mi la esperanza de que se imponga la sabiduría a la codicia de los de siempre.

El futuro nos está enviando señales cada día. Llama a la puerta de cada uno de nosotros. Algunos, ni siquiera oyen el sonido de la llamada. Otros lo oyen, pero, o hacen como que no, o piensan que es en la puerta de los demás. También los hay que, viéndolo como una amenaza, ponen refuerzos a la puerta para hacer más difícil su apertura.

Pero por suerte, van aumentando los que son conscientes de que esta es una realidad imparable y optan de forma inteligente en abrir la puerta y convertir la IA en un aliado y, a lo mejor, sentirlo como una esperanza para el futuro de la humanidad.




 

 


Los hombre saben lo que está sucediendo. El futuro lo conocen los dioses, plenos de sabiduría y de luz. del futuro, los sabios también perciben las cosas que están a punto de suceder. Con frecuencia en momentos de intensa concentraciòn, sus oídos se nublan, les llega el ruido escondido de los eventos cercanos, y escuchan con reverencia. Afuera en las calles, la gente no oye nada. Konstantin P.Kavafis – "Pero los sabios perciben cosas a punto de ocurrir"

Maria Martí

Locutora (Voiceover) en Español Europeo (Castellano) y Catalán. Creadora de Contenido Audiovisual. Periodista.

3 años

Magnífic!

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