Sembrando hoy, recogiendo mañana

Sembrando hoy, recogiendo mañana

Aprovechando que el equipo de LinkedIn Noticias ha publicado un compendio de ideas sostenibles que prometen pegar fuerte en 2024 y que han sido seleccionadas a partir de las aportaciones enviadas por los profesionales que estamos considerados como Top Voice, me gustaría aportar mi grano de arena. O, si lo prefieres, incómoda china en el zapato.

En mi opinión, cualquier idea relacionada con la sostenibilidad que podamos plantear debe estar basada en una verdad incuestionable: no podemos crecer más allá de los límites físicos que nos impone el planeta. Y sí, es un fastidio, porque significa que tenemos que hacer un uso exquisito de los limitados recursos a nuestra disposición.

La tecnología puede ayudarnos a ver con más claridad cómo aprovechamos esos recursos, de dónde vienen o qué impacto generan. Por tanto, comparto plenamente los postulados de Isabel Coderch Vergés y Laura Garrido Mayol . Así, a título ilustrativo de la capacidad de la tecnología para iluminarnos, me encanta lo que detalla James Clear en "Hábitos atómicos": durante la crisis del petróleo de los setenta, investigadores holandeses comprobaron que la gente que tenía el contador de electricidad más accesible y lo observaba con frecuencia, usaba menos electricidad. 

No obstante, fabricar esas herramientas genera un impacto ambiental que va desde la extracción de materias primas al uso de la energía o el agua (los centros de datos que hacen posible disfrutar de innovaciones como ChatGPT tienen una huella hídrica brutal). El beneficio que obtenemos de la tecnología, por tanto, no debería sustentarse en la trampa de esquilmar unos territorios para favorecer otros. 

Con respecto a los temas energéticos, y al igual que Adrián Gómez , creo que apostar por la eficiencia es fundamental. De hecho, debería haberse convertido hace tiempo en el principal pilar de la transición energética, implementando los mecanismos necesarios para reducir y optimizar el consumo (aquí meto también la digitalización de las redes eléctricas que defiende Raquel Espada Martin ) y construir posteriormente en consecuencia. Al fin y al cabo, si a un depósito de agua no le arreglas las fugas, da igual la cantidad de agua con la que intentes llenarlo. 

La apuesta por la energía renovable, al menos tal y como se está haciendo, me genera muchas dudas. A día de hoy, todas las instalaciones eólicas o solares que se han construido o están en proceso no han logrado rebajar la demanda de combustibles fósiles, estancada desde hace décadas en torno al 80%. Es más: incluso para construir los aerogeneradores o las placas solares necesitamos de combustibles fósiles. No estamos en una transición energética, sino en una complementación energética con la que intentamos saciar nuestra sed de energía.

Mi aportación al debate

Aquí va mi pequeño listado de #BigIdeas2024:

  • Movilidad: no se trata solo de cambiar un vehículo de combustión interna por otro eléctrico. La electrificación del transporte tiene que ser de la partida, pero creo que es más importante introducir cambios en los hábitos personales, teletrabajar y mejorar el transporte público para que el coche privado sea la opción menos deseable.
  • Sector primario: ¿cómo vamos a garantizar la seguridad alimentaria en el futuro si no cuidamos del sector primario y lo hacemos más atractivo? Podemos llenar nuestras urbes del último grito en tecnologías urbanas, pero las ciudades no pueden crecer aisladas de su entorno.
  • Aprovechamiento de los recursos hídricos: tenemos que ser conscientes de que vivimos en un país que, por naturaleza, es bastante seco. La digitalización del sector y el PERTE que lo está impulsando pueden aliviar la situación, pero en el fondo, no hay una solución más sencilla que cerrar el grifo a tiempo.
  • Residuos y economía circular: me resulta paradójico cómo un problema que pone en riesgo nuestra rica biodiversidad, esto es, la ingente cantidad de basura que generamos, es a la vez un recurso que no estamos aprovechando y un pozo en el que estamos arrojando materias primas valoradas en millones de euros.
  • Calidad del aire: la contaminación atmosférica nos sigue matando. Quizás no tanto como antes, pero no debemos olvidar que las muertes prematuras son la cúspide de la pirámide. Y sí, necesitamos unas Zonas de Bajas Emisiones reales, con áreas delimitadas que atiendan en primera instancia a la ciencia y la salud de la gente y no tanto al afán por perpetuarse en el sillón de alcalde o alcaldesa.
  • Adaptación al clima extremo: ¿qué pasos estamos dando para adaptarnos a las condiciones que trae el cambio climático? ¿A quiénes estamos dejando por el camino? La tecnología también nos puede ayudar en esta tarea, pero partamos de construir donde podemos construir, que luego siempre nos acaba arrastrando la corriente. O de llenar nuestras ciudades de verde.

Todas las ideas aportan y contribuyen al debate.

No obstante, quiero dejar por aquí una big idea en especial que planea con insistencia en mi cabeza: ¿y si 2024 fuera el año ideal para discurrir cómo podemos empezar a pisar el freno sin salirnos de la carretera? 

Inicia sesión para ver o añadir un comentario.

Más artículos de Judit Urquijo

Otros usuarios han visto

Ver temas