Star Trek cumple 58

Star Trek cumple 58

El 8 de setiembre de 1966, a las 8.30 de la noche (o sea ahorita), NBC transmitió en Estados Unidos "Where No Man Has Gone Before", el piloto de "Star Trek" o "Viaje a las estrellas" como la conocemos acá, es decir que los 'trekkies' estamos hoy de celebración número 58, porque soy orgullosamente trekkie, reconozco. No me da para ir disfrazado de vulcano a una convención de geeks, pero sí tengo un par de polos, una insignia/comunicador, una foto de Gene Roddenberry en el collage de influencias que he armado en mi corcho; sí: puedo hacer sin problemas el saludo vulcano con cualquiera de mis dos manos y un pequeño Enterprise colgado en el techo sobre mi cabeza se enrumba hacia el cielo limeño mientras escribo estas líneas. Star Wars puede, por supuesto, lamer el suelo que pisamos los trekkies.

No, mentira. Sin duda 'Star Wars' se ha ganado un bien merecido espacio en el universo de las 'ficciones espaciales', pero no en mi corazón, donde Kirk, y Spock, y Picard, y Data, y últimamente Pike se alternan en el sillón de mando. De hecho, hace unos años escribí un guion en el que un capitán de la Federación aceptaba una misión sin retorno: viajar a la Tierra del siglo 20 para asumir la identidad de un productor de televisión que debía iniciar una saga televisiva que se convertiría en una profecía autocumplida: Star Trek. El capitán Gene Roddenberry por supuesto, que usaría como insumos para los guiones lo que para él había sido historia aprendida en el colegio, de tal forma que la idea de aspirar a una sociedad basada en el conocimiento científico, sin clases sociales, ni pobreza, ni nacionalismos, ni ambiciones cojudas no fuera considerada una locura sino algo plenamente realizable, como veíamos en cada episodio semanal, en la que humanos y extraterrestres, hombres y mujeres, blancos y negros, rusos y estadounidenses trabajaban juntos sin mayores problemas.

A la fecha, la profecía todavía parece muy pero muy lejos de autocumplirse, pero la guerra no puede considerarse perdida. En sus 58 años, Star Trek no sólo sigue vivita y coleando sino que es la franquicia más prolífica de la historia, con unos mil episodios con su marca y trece largometrajes, más otro tanto de libros, cómics y merchandising.

Cada una de sus series y universos tiene un 'sabor' distinto, como debe ser, pero todas comparten su apuesta optimista por un futuro en que la ciencia y la razón nos permiten vivir bien y en paz.

No sé si Roddenberry vino del siglo 24 a sembrar las ideas que le convenían a la Federación del futuro, supongo que no, que sólo era un creador talentoso, con una visión clara de lo que quería y dispuesto a defenderla. Se dice fácil, pero encontrar productores de televisión así es una tarea casi tan imposible como sacar de sus casillas al señor Spock o a Data. Roddenberry se murió en octubre del 91, cuando yo todavía trabajaba en Expreso. Tenía claro lo que escribiría el artículo que fungiría de obituario, pero no se me ocurría un buen título. El maestro Eloy Jáuregui, que tenía su escritorio a unos metros del mío, vino en mi auxilio y en dos segundos me resolvió el problema como sólo él podría haberlo hecho: "Bitácora de duelo".

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