"Suspiria"​ (2018), recuerdos de un infante.
Collage de "Suspiria" (2018)

"Suspiria" (2018), recuerdos de un infante.

Todos tenemos en nuestra memoria películas que reflejan la manera exacta como queremos que nuestra vida siga su curso. Gestos, miradas, acciones, palabras, suspiros o despedidas que, más allá del placer o dolor que nos puedan generar, soñamos repetir en nuestro día a día. Un beso a contraluz como el de Barry a Lena. Que nos humillen como Mozart a Salieri. Tocar el piano como Josh y el señor McMillan. El incontrolable ímpetu de Tony, unos “Buenos días, princesa”, el aplomo de Han y la fidelidad de Chewie.

Las noches de Gambardella y la vida de Brian.

La infancia de Totó y las lágrimas de Salvatore.

En mi caso, está la mirada de Susie

Susie Bannion es una bailarina estadounidense que viaja a Friburgo para enrolarse a la prestigiosa academia de baile Tanz. Desde su llegada es víctima de un opresor y amenazante entorno. Sonidos, voces, visiones, una tormenta y el natural miedo que implica lo incierto se sumarán al sinnúmero de extraños acontecimientos que, una vez dentro del liceo, experimentará junto a sus compañeras de baile.

“Guadagnino busca retratar las sensaciones que él mismo, a la edad de 14 años y a escondidas de sus padres, experimentó en una oscura habitación mientras veía la obra de Argento”

“Suspiria” (1977) es la obra magna de Dario Argento (Roma, 1940) y una de las grandes representantes del Giallo, un sub-género de terror nacido en Italia y que se caracteriza por presentar una estética visualmente exagerada y narrativamente morbosa. Colores mega saturados, sonidos chirriantes, un énfasis por retratar la muerte en primer plano y un montaje que prioriza el estímulo sensorial antes que el sentido común son algunos de los elementos que mejor definen esta película y que el mundo cinéfilo esperaba ver, más que retratados, potenciados por la rebelde e inquieta mirada de Luca Guadagnino una vez anunciada su participación en el remake de la citada película de Argento.

Para el también director de “Call me by your name” (2017), el concepto de remake va más alla del conocido “copia+pega” al que estamos acostumbrados. En cambio, Guadagnino busca retratar las sensaciones que él mismo, a la edad de 14 años y a escondidas de sus padres, experimentó en una oscura habitación mientras veía la obra de Argento. Se aleja de lo superficial y rebusca en la entrañas del relato original, aprovechando al máximo cada uno de los elementos que lo integran para hacer de esta una de las obras cumbres del 2018 cinéfilo. Elementos como el contexto histórico (el Berlín del 77 bajo una mirada más documental y empática que en la obra de Argento), los miedos y conflictos de los personajes, el balance entre lo místico, lo onírico y lo real, así como el concepto de la danza como un hipnótico ritual de brujería , algo explotadísimo por el director y su equipo técnico para regalarnos secuencias cuya belleza radica en su capacidad de generar “un asalto a los sentidos” (Luca Guadagnino para “Build Series”, 2018).

“Vulnerable, frágil y mostrando unas excelentes virtudes físicas en las secuencias de baile, Johnson sabe transformar su mirada con el transcurso de los minutos, otorgando de esta manera mayor verosimilitud a los conflictos internos de su personaje”

Para darle forma a una propuesta tan arriesgada y personal, Guadagnino recurre a la riquísima química interpretativa de Tilda Swinton y Dakota Johnson, con quienes ya ha compartido plató en la magnífica “A bigger splash” (2016) y que en esta ocasión dan vida a Madame Blanc/Dr. Josef Klemperer/Helena Markos y Susie Bannion, respectivamente. Con respecto a Swinton, tan solo queda agradecer a los dioses del cine el que tengamos la oportunidad de disfrutar de su indudable compromiso tanto para su profesión como el público que la admira. Cuando es reconocible, hace gala de su fina y alargada figura para otorgar a Madame Blanc un halo de tétrica supernaturalidad. Una vez dentro de los otros dos personajes, uno mucho más expuesto que el otro, sabe modular el tono de su voz y controlar su lenguaje corporal de manera que ambos resulten plausibles.

Por otro lado, está Dakota Johnson, a quien el destino le otorgó la suerte de haber participado en una saga con tan terrible recibimiento como lo fue “Cincuenta Sombras” (2015-2018) y así forjar el carácter necesario para hacer frenta a la crítica mediática en una industria tan despiadada como Hollywood. Cintas como la ya mencionada “A bigger splash” (2016) o la injustamente desapercibida “Bad times at El Royale” (2018) son muestras de que su talento depende en gran medida (y algo natural debido a su inexperiencia) de las fallidas o correctas indicaciones de quien la dirije detrás de la cámara. Vulnerable, frágil y mostrando unas excelentes virtudes físicas en las secuencias de baile, Johnson sabe transformar su mirada con el transcurso de los minutos, otorgando de esta manera mayor verosimilitud a los conflictos internos de su personaje.

Las coreografías de Damien Jalet, el sonido de Miroslav Babic y el montaje de Walter Fassano suman…no, potencian la experiencia que representa “Suspiria” (2018). Y si con ello no hemos quedado lo suficientemente hipnotizados, están las maravillosas melodías de Thom Yorke, cuyo tema “Suspirium”, semifinalista para los Premios Oscar, hizo de la agonía una carta de amor al pasado.

En tiempos donde lo nuevo y diferente genera urticaria popular, “Suspiria” (2018) llega bajo la distribución de Amazon Studios y la visión de Luca Guadagnino, un director obsesionado con hacer del cine una experiencia cada vez menos ficticia y más cercana al devenir de nuestra vida.

Nota: Todas la imágenes son propiedad de Diamond Films.


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