Salir del laberinto
Foto: Bram Kunnen

Salir del laberinto

Los arquitectos y la emprendeduría

¿Eres un arquitecto autónomo o con tu propio estudio, y tienes alguno de estos síntomas?

  • Grandes oscilaciones en la carga de trabajo y la facturación.
  • Dificultades para conseguir clientes de manera predecible.
  • Dificultades para montar y mantener un equipo (tanto por tu tiempo para buscar y formar, como por el dinero que puedes pagar).
  • Sensación de que tienes que estar en todo.
  • Imposibilidad de ausentarte durante varias semanas y que el negocio siga creciendo y funcionando.
  • No puedes dedicarte a los proyectos que más te gustaría hacer.
  • Y, muy importante, sensación de estar desbordado y de no estar avanzando.

Si tienes uno o más de estos indicadores, es señal de que estás atrapado en el laberinto.

La gran pregunta

¿Por qué tantos y tantas arquitectos de indudable talento pasan años y años peleando a diario con sacar su estudio adelante?

Tras años de esfuerzo, es cierto que tienen como bagaje los proyectos que hayan hecho, y que son el motivo por el que se pusieron por su cuenta. Y esto es muy bueno.

Pueden tener reportajes y fotos de sus proyectos. Pueden haber hecho publicaciones. Incluso haber recibido premios y reconocimiento.

Y, económicamente, que, según cómo se vea, no es poco, han sobrevivido hasta entonces.

Pero lo que no tienen, habitualmente, es un estudio organizado para que los proyectos sean cada vez más fáciles de sacar adelante; que no siempre sea con esfuerzos heroicos; que no haya que ir de un lado a otro como “pollo sin cabeza” y que les permita más posibilidades de elegir los proyectos que quieren hacer.

Porque, admitámoslo, una de las principales motivaciones para poner tu propio estudio es poder hacer los proyectos que quieres – y no los de otro arquitecto u otro estudio. O incluso (admitámoslo aquí que no nos oye nadie) los proyectos de "cualquier" cliente.

Después de hablar con muchos, muchos arquitectos que se han puesto por su cuenta, he llegado a la siguiente conclusión:

No entienden en lo que se han metido.

Quiero decir, que cuando se ponen por su cuenta en realidad no saben dónde se están metiendo.

No los han preparado en la Escuela de Arquitectura. Eso está claro.

No saben que el juego al que han estado jugando hasta ese momento (el de ser arquitectos) acaba de cambiar.

Y por lo tanto, las reglas han cambiado.

¿Cuál es el resultado de todo esto?

Es importante no dejarse llevar demasiado por los detalles, a la hora de analizar las situaciones complejas. Es más efectivo y beneficioso fijarse en el resultado final para ver qué está pasando. ¿Qué ocurre cuando un arquitecto no se da cuenta de que al ponerse por su cuenta se ha convertido también en empresario?

Esos son algunos de los síntomas:

  • Fuertes oscilaciones en su trabajo (y facturación, claro). Sufren el síndrome de vacas gordas / vacas flacas: es decir, pasar cíclicamente de no tener clientes, a tener demasiado trabajo y no dar abasto... para luego, al acabar, otra vez no saber de dónde va a venir el siguiente cliente.
  • Hiperdependencia de su intervención. Tienen que estar en todo. En el estudio, aunque haya otros arquitectos o colaboradores, necesitas estar en todo. Si bajas la guardia, sientes que algo se escapa. Y, lo peor, a veces tienes razón y te enteras hacia el final, cuando arreglarlo es muy costoso.
  • La necesidad e inseguridad financiera les obliga a aceptar cualquier trabajo que llega. No logras focalizarte en los proyectos que realmente quisieras hacer. Como los clientes llegan de manera irregular, tampoco sientes que puedes decir que no a los proyectos que preferirías no hacer.
  • Dificultad para construir un equipo fiable y permanente. Como no facturas lo que quisieras, no te atreves a contratar a alguien lo suficientemente senior como para realmente ocuparse de las cosas. Esto aumenta aún más tu participación en todo, a la vez que baja irremediablemente, el nivel de lo que produces.

Tu estudio ES un negocio

Mirémoslo así.

Cuando eres arquitecto - sólo arquitecto, por cuenta ajena, por ejemplo - tu mirada se puede focalizar en los proyectos.

Exclusivamente en los proyectos.

Cuando has abierto un estudio, la cosa cambia.

Un estudio de arquitectura es una entidad que se relaciona con su entono de la misma manera, exactamente, que cualquier pequeño negocio.

Necesita clientes, liquidez, proveedores, personas que hagan el trabajo, cumplir con Hacienda...

Un estudio de arquitectura ES un negocio normal.

Puede parecer algo de Perogrullo, pero hasta que no entiendes y **aceptas** esto, no puedes pasar al siguiente paso:

Un negocio necesita alguien que lo dirija a tiempo completo.

Así que necesitas también dedicar atención al negocio. Al estudio como entidad. Como negocio.

¿Para qué?

Porque si consigues un negocio que “funcione” adecuadamente, será el negocio el que te permita hacer los proyectos que más te gustan, dedicarte a diseñar con más tranquilidad, con más tiempo.

Al principio, al igual que pasa con los proyectos, construir tu negocio requiere bastante atención. Pero, una vez en marcha el negocio como “sistema”, podrás dedicar casi toda tu atención a la arquitectura.

Tu estudio - como negocio - es muy parecido a un niño recién nacido. Al principio necesita muchísima atención.

Lo que se busca es educar al tu niño para que sea una persona autónoma e independiente.

Y conforme pase el tiempo necesite menos y menos atención para que siga funcionando.

Con tu estudio podría ser igual, y lo puedes ver en el siguiente gráfico.

No es matemático, pero señala cómo va cambiando la atención que necesita tu estudio como negocio, si le dedicas la atención que necesita, cuando la necesita:

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Atención que necesita tu estudio conforme avanza el tiempo, si le dedicas la antención necesaria al principio.

Es decir, lo que buscas con tu negocio es llegar a la parte del diagrama en la que, con un poco de atención continuada, se puede mantener.

Te puede mantener.

Para esto es necesario haberle dedicado toda la atención necesaria al principio.

De lo contrario te encontrarás en la situación muy habitual de que, por no dedicar atención a lo necesario en su momento, cada vez necesitas dedicar más atención y acaba por desbordarte.

Esto seguro que lo ves también en los proyectos de arquitectura que haces.

Lo puedes ver reflejado en el siguiente diagrama:

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La atención necesaria crece por no haber dedicado suficiente atención al inicio

Y, en cualquier caso, lo que haces cuando andas en situación de desborde nunca, nunca produce la misma calidad que si hubieras dedicado el tiempo a cada etapa en su momento.

Una vez más, igual que en tus proyectos de arquitectura.

Esto tiene el resultado perverso adicional de que haya pasado el tiempo que haya pasado, no estás más cerca de tener un estudio que "funcione" como negocio estable.

Es como si siempre estuvieses empezando, pero sin dedicar la atención necesaria para superar etapas y acercarte a tu objetivo final: un estudio estable y rentable.

Acostumbrado a los inicios

Es cierto que, como arquitecto, siempre estarás empezando nuevos proyectos. Los proyectos son intervenciones “discretas”, con un principio y un fin. Y los finales tienen algo de adrenalina y uno puede acostumbrarse a esto.

Lo que no es necesario - ni bueno - es que el estudio-negocio también esté siempre “empezando”.

Un negocio es una actividad sin final discreto. Forma parte de lo que se denomina los “juegos infinitos”.

Es decir, se trata de seguir jugando, cada vez mejor, al juego de tener un estudio de arquitectura estable.

No de estar siempre a punto de empezar.

Hay, entre otros, 3 aspectos principales que entran en juego para que un estudio esté siempre como con las ruedas girando en vacío: mucho esfuerzo, pero poco avance.

 ¿Un edificio o una chabola?

En primer lugar, hay una analogía particularmente apropiada para los estudios de arquitectura (aunque es un problema recurrente en casi todos los pequeños negocios):

Construir un estudio que funcione, y que te permita vivir como te gustaría, es análogo a construir un edificio que funcione (es decir, para empezar, que se sostenga, luego que sirva para el uso al que se va a destinar - domicilio familiar, nave industrial, complejo de vacaciones, torre de oficinas..., luego que dure el tiempo que necesita durar, etc.,).

De igual manera que para que un proyecto de arquitectura llegue a buen puerto necesitas una idea clara de lo que quieres hacer, también has de tener una idea clara de qué quieres conseguir de tu negocio.

En qué quieres convertir tu estudio. Qué papel ha de desempeñar en tu vida.

Sin embargo, lo habitual es los que se ponen por su cuenta, van "construyendo" (es un decir) su negocio, como se construían las chabolas...


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Imagen de una chabola

 Más bien, se iban construyendo ellas mismas, con las ocurrencias del habitante.

Un estudio “al uso” es a un negocio rentable que les permita vivir bien, como una chabola es a una casa bien construida.

¿Avanzamos?

Un siguiente concepto es el de "avance" durante el desarrollo.

O más bien en su ausencia.

Incluso las chabolas, con el tiempo, avanzan.

Un poco más amplias, un poco más impermeabilizadas, etc. Y no digamos de un proyecto concreto de una vivienda.

En cualquier proyecto de construcción, tras unos meses, o un año, se nota el avance en el proyecto. Y si no, inmediatamente sabemos que algo pasa.

Que algo no va bien.

Podrías hacer fotos de antes y después. Y el "después" estará - al menos habitualmente - más cerca del final de lo que estaba el "antes".

En el caso de los estudios de arquitectura, sin embargo, al no tener una idea clara de dónde van, tampoco se puede constatar que hoy estén más cerca de su objetivo que hace 6 meses - o 2 años.

Es decir, que años después de ponerse por su cuenta, la mayoría de los estudios de arquitectura están - más o menos - donde estaban. El siguiente proyecto será igual de laborioso, requerirá esfuerzos heroicos, correrás de acá para allá como pollo sin cabeza, y llegarás al final sin saber cómo lo conseguiste… y vuelta a empezar.

En resumen, sin consolidarse y ponerse a tu servicio.

Es más fácil si lo hago yo... todo

En tercer lugar, tenemos la idea de que "es más fácil si lo hago yo".

Como no tengo en mi radar la idea final de cómo quiero que sea mi estudio, y me he acostumbrado a vivir sin la sensación concreta de avance, no dedico el tiempo a formar gente, a invertir en documentar procesos, a contratar ayuda externa para prospección, marketing y ventas.

O porque no me fío, o porque tardo más en explicarlo, o porque no tengo claro que vaya a tener dinero para pagarlo.

El caso es que me lo cargo todo yo.

Todo, o casi todo.

Así que estoy casi siempre en situación o de desborde o de agotamiento.

Y así, la idea misma de tener que generar más energía y atención para empezar desde cero a estructurar el negocio parece inabordable.

Sólo de pensarlo me canso.

Con el resultado de...

Como decía al principio, necesitamos ver los resultados para juzgar una situación.

Mi experiencia es que cuando se leen cosas como lo que estoy escribiendo, quizá pienses, "Sí, qué razón tiene”, o “Es cierto, es tal cual”; “A mí me pasa también” …

Pero quizá no te des cuenta de lo que esto realmente quiere decir: estás utilizando tu estudio más o menos como una chabola que NUNCA TE VA A SERVIR COMO VIVIENDA SEGURA.

¿Quieres ver cómo estarás dentro de 5, 10, 15 años?

Sólo tienes que mirar lo que tienes ahora.

¿Estás esperando que algo cambie? ¿O estás haciendo algo diferente?

Si no haces algo diferente, ya estás viviendo tu futuro.

Sólo que en el futuro tendrás más años y menos energía.

Ideas falsas

Esta situación está alimentada y perpetuada por una serie de ideas falsas que se trasmiten de manera subliminal - ¡o a veces no tan subliminal!

La más dañina, quizá, sea la idea de que el éxito de su estudio como negocio está asociado a su capacidad como arquitecto.

Que, si trabajas duro, o haces buen trabajo, el "resto" vendrá.

El "resto" NO viene porque hayas trabajado duramente en tus proyectos de arquitectura.

Ni porque tus proyectos sean muy chulos.

Tu negocio puede funcionar perfectamente con proyectos aburridos o del montón. NO quiero decir que tengas que hacer proyectos aburridos. Simplemente que los proyectos que haces NO son un factor decisivo para que logres vivir bien de tu negocio.

Estoy seguro de que conoces a compañeros arquitectos - incluso excelentes arquitectos - que no "se comen una rosca" financieramente.

Y compañeros que no eran "la bomba", pero tienen un negocio que funciona estupendamente.

No sólo no hay relación causa-efecto entre la calidad de los proyectos, la calidad de tu diseño y la solvencia del estudio.

Ni siquiera existe correlación.

Cuanto antes te deshagas de esta idea falsa, antes puedes comenzar a diseñar un futuro mejor para ti.

Salir del laberinto

La única salida, en mi experiencia, es abordar el desarrollo de tu estudio con la misma seriedad / profesionalidad/ atención con la que abordas los proyectos de arquitectura.

Porque, aunque tu formación sea en Arquitectura, has puesto un estudio, y, por lo tanto, ahora eres también empresario o empresaria.

Y lo que hará que puedas vivir bien, elegir tus proyectos, tener el nivel de ingresos que deseas, poder tomarte tiempo libre, poder investigar, etc. lo va a marcar el cómo de bien o mal haces el trabajo de empresario o empresaria.

La buena noticia es que, si dedicas atención necesaria al principio, al final necesitarás muy poca atención normalmente para mantener el estudio funcionando como una máquina engrasada.

Recuerda el gráfico de más arriba.

Cambio de mentalidad

Hay dos cosas que necesitarías hacer.

Son fáciles de decir, pero no siempre fáciles de hacer.

Por un lado, es imprescindible cambiar la mentalidad (de: “Vaya coñazo”, a: “Esto es lo que tengo que priorizar ahora, para que luego me ayude”).

En la resolución sistémica de problemas, se intenta buscar dónde está el bloqueo. Porque sin liberar ese bloqueo, el sistema, en su totalidad, no ofrece el resultado deseado.

De primeras, en este caso la restricción en el sistema no es algo “físico”, sino la mentalidad de la persona que dirige el estudio.

Hasta que no se haga este cambio de mentalidad, no se libera la energía psíquica y emocional que te permite dedicarte al trabajo.

Una vez ya has decidido abrir ese grifo y dar el paso, ahora es preciso identificar dónde esta el siguiente bloqueo – ahora en el mundo “físico” de tu estudio de arquitectura.

Las claves básicas

Es difícil decir, sin conocer el caso particular, por dónde comenzar a construir tu "estudio como negocio".

Pero si partimos de la base que ya tienes un estudio en marcha desde hace algunos años, sabemos dos cosas con seguridad:

  1. Lo que ofreces es algo que el mercado quiere; y
  2. Tienes capacidad de entregarlo.

Lo que necesitas hacer es construir alrededor de esto un negocio que te permita vivir bien.

Quizá la mejor manera de ver esto es pensando en tu estudio como un sistema.

Un sistema que debería estar produciendo algo (una cantidad de dinero, un modo de vida, un tipo de proyectos), pero no lo logra.

Una manera de visualizar este sistema es como un canal por el que fluye la energía:

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Flujo de energía a través de tu estudio

Y hay, en algún lugar del canal, algo que detiene el flujo.

Este lugar puede estar al principio, en medio, o al final. El trabajo es identificar dónde está la restricción y corregirla.

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Restricción en el proceso de captación de contactos y clientes

Este concepto está libremente adaptado de una idea de la TOC (Theory of Constraints - teoría de las restricciones) creada por E. M. Goldratt, que recomiendo que conozcas.

La idea es la siguiente:

Intentar mejorar el sistema en general NO FUNCIONA.

Incluso puede empeorar la situación.

Se trata de hacer optimizaciones locales en la parte que está bloqueada.

¿Me está pasando a mí?

Por diferentes motivos, sesgos de confirmación, creencias limitantes, creencias populares, desconocimiento, podemos meternos en un pantano y, viendo que hay otras personas también en el pantano, pensar que esto es "como es".

La única manera de poder evaluar la situación es mediante la comparación con los objetivos que teníamos. Pero como no solemos poner nuestro estudio con objetivos empresariales concretos que dirijan nuestras decisiones y nuestras acciones, lo siguiente que podemos hacer es observar los resultados.

¿Cómo va mi negocio? ¿Qué resultados estoy obteniendo? ¿Y cómo van cambiando a través del tiempo?

Lo puedes saber más concretamente si tienes algunos de los síntomas con los que empezaba el artículo. Por si te ayuda, aquí los tienes de nuevo:

  • Grandes oscilaciones en la carga de trabajo y la facturación.
  • Dificultades para conseguir clientes de manera predecible.
  • Dificultades para montar y mantener un equipo (tanto por tu tiempo para buscar y formar, como por el dinero que puedes pagar).
  • Sensación de que tienes que estar en todo.
  • Imposibilidad de ausentarte durante varias semanas y que el negocio siga creciendo y funcionando.
  • No puedes dedicarte a los proyectos que más te gustaría hacer.
  • Y, muy importante, sensación de estar desbordado y de no estar avanzando.

Si tienes uno o más de estos indicadores, es señal de que estás atrapado en el laberinto.

Un último pensamiento:

Los proyectos no son tu negocio

Por muy bien que hagas los proyectos, si no consigues un negocio - estudio - que funcione como una máquina bien engrasada es como si tuvieras permanentemente un niño que no se puede valer por sí mismo.

O como si tuvieses que pasarte la vida tapando goteras, grietas, etc. de una chabola.

Para tener más tiempo para diseñar tus proyectos, con tranquilidad, con pausa, necesitas parar y diseñar y desarrollar tu estudio.

Dedicar tiempo al diseño y desarrollo de tu negocio, aunque no te parezca lo más apetecible ahora, es similar al tiempo que dedicas a las mediciones en un proyecto. Quizá no sean lo más emocionante, lo más motivante, pero si no están bien hechas, el resto del proyecto será un desastre continuado.

El tiempo que dedicas al diseño y construcción de tu negocio es lo que hará que tu futuro pueda ser diferente: mejores proyectos, más tiempo para el diseño, proyectos con menos problemas y vivir mejor.

Además, una vez que empiezas a trabajar tu negocio vas a descubrir un secreto: el diseño y construcción de un negocio es muy creativo y requiere apertura mental, creatividad e inteligencia…

 Pero esto lo dejo para que lo descubras en tu propio itinerario.

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Juan Antonio Martínez

Coach empresarial para pymes y estudios profesionales.

www.xlnscoaching.com/arquitectos

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