BIOPOLITICA INMUNITARIA Y ABORTO
Por: Rosario Aquím Chávez
¿Por qué han causado revuelo las modificaciones del gobierno al Código Procesal Penal? Porque tienen como centralidad del dilema biopolítico del aborto, lo que está en cuestión es “la vida”.
Este revuelo, por un tema antiguo como el aborto, pone de manifiesto, que los derechos universales han resultado ser proclamas vacías, privadas de todo significado real. Ya que, el primero de estos derechos: el derecho a la vida, ha resultado traicionado por millones de muertos de hambre, enfermedad y guerra en gran parte del mundo. A lo que se agregan, las víctimas de la globalización y su crisis económica, que obliga a los países a cerrar sus fronteras, ante pueblos enteros que huyen en busca de protección y amparo.
La biopolítica y su dispositivo inmunitario, jamás ha demostrado ser tan ineficiente como ahora. Toda vez que se ha tratado de dividir el mundo mediante fronteras insuperables, los intentos inmunitarios de neutralizar las dinámicas globales están destinados al fracaso. No sólo porque son imposibles, sino porque agudizan los conflictos que pretenden resolver. Hoy sólo la vida constituye fuente de legitimación política. De ahí que, cualquier programa político que no enfatice en su conservación, desarrollo, mejora, como objetivo central, no gozará de reconocimiento ni apoyo social.
Como plantea Roberto Espósito, en la actualidad globalizada, el régimen biopolítico dominante es negativo, es de tipo inmunitario. Esto significa, que las políticas sobre la vida sufren de indistinción, respecto a la protección y a la negación de la vida. Esta indistinción lleva a que el poder biopolítico, a nombre de la protección de la vida, provoque avalanchas de muerte (guerra, etnocidio, etc.). La vida humana, al estar implicada en los mecanismos y dispositivos del poder, se encuentra sujeta a decisiones arbitrarias, que pueden habilitar a matar, sin cometer delito. De ahí que, se requiera del máximo cuidado, cuando la vida y la muerte y, los seres que la harán posible o no, están en entredicho.
Aquí, la cuestión fundamental no es la decisión acerca de qué es “la vida” y quién la permite, en tanto que zoé, pura existencia biológica o bíos, como vida calificada. La cuestión es, la propia creación del concepto “vida”, en relación al cual, se habilitaría a la política como bio-política. En este sentido, de acuerdo con Agamben: «la vida expuesta a la muerte (…) es el elemento político originario», dado que, a partir de la propia definición de una vida que puede ser matada, es posible la existencia de un poder soberano que, montado sobre ella, decida el modo y el momento de aplicación y desaplicación de las leyes. Este es el razonamiento a considerar, en el caso del aborto.
La pregunta biopolítica sería: ¿Qué ejercicio de poder opera en torno al aborto, si el bien de la vida, es el bien, de la futura vida (el embrión y/o feto)?
Los argumentos actuales, en relación a la protección de la vida, están intrínsecamente ligados a la prohibición del aborto. Nuestra Constitución Política del Estado, protege el derecho a la vida y a la integridad física y psíquica de la persona, cuya protección fundamenta la existencia del tipo penal del aborto. Sin embargo, lo que se está protegiendo con la prohibición del aborto, no es la vida de la persona concreta (ni del embrión o feto), sino la vida de la población, la vida del hombre-especie. Estamos, ante un dispositivo de control de natalidad, que asegura la prosperidad de futuras generaciones. La pregunta es: ¿quiénes serán parte de esas futuras generaciones?