Capitalizando el dolor a través de la compasión y la esperanza para el desarrollo de habilidades genuinas
DALL·E 2023-04-22

Capitalizando el dolor a través de la compasión y la esperanza para el desarrollo de habilidades genuinas

Abstract: There are characteristics of emotional pain that can be capitalized and resignify through compassion and hope, but for this we must discover the meaning and potential of these two qualities connected with our own being to identify our longings, emotions, and prejudices. The article mentions qualities of compassion and hope that help us resignify grief and develop genuine skills that add value to others, produce results, and create meaningful connections.

Como ya mencionamos en artículos anteriores, las habilidades genuinas son aquellas habilidades para gestionarnos a nosotros mismos y gestionar a las personas. Nos ayudan a lograr objetivos generando conexiones significativas y nos permiten expresar nuestro ser al añadir valor a los demás. Por eso decimos que van más allá del performance y nos demuestran que conectar es más importante que competir para lograr metas que valen la pena.

El camino de la construcción de las habilidades genuinas siempre empieza desde adentro de uno mismo, esto nos demanda un viaje interior donde debemos procesar diversos elementos como nuestras emociones, nuestros paradigmas y prejuicios, la interpretación de nuestras propias historias personales, nuestros temperamentos singulares y entre otras cosas más, nuestro dolor.

Quiero compartir algunas ideas para poder resignificar el dolor por medio de la compasión y esperanza para convertirlo en un motor que nos ayude a impulsar desde adentro las habilidades genuinas.

El dolor emocional

Daniel Goleman nos habla del dolor emocional como una experiencia de sufrimiento psicológico desencadenada por una amplia variedad de factores. Daniel Siegel lo ha descrito como una experiencia que se siente en el cuerpo y en la mente ante una situación que se percibe como amenazante o estresante. Ambos resaltan dos factores en los que deseamos ahondar para capitalizarlos y resignificarlos: son experiencias subjetivas, únicas, nacidas de la singular interpretación de la persona que las vive y son sensaciones que se pueden activar frente a situaciones que la persona percibe como amenazantes o estresantes.

Un estudio publicado en la revista Nature Neuroscience (Eisenberger, 2003) encontró que la exposición a imágenes emocionalmente dolorosas activa las mismas áreas del cerebro que el dolor físico, por ello este dolor puede producir respuestas similares en términos de liberación de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina. La publicidad y la propaganda nos ofrecen promesas falsas de alivio o más explícitamente medios para evadir u olvidar el dolor emocional que podrían llevarnos a una vorágine de desear más y disfrutar menos, esto podría perpetuar comportamientos adictivos. El dolor emocional también puede ser el generador de La ira y los comportamientos autodestructivos. Aaron Beck menciona que la ira puede ser una respuesta al dolor emocional que se origina a partir de la percepción de una amenaza o daño (Beck, 1999).  Por otro lado, para efectos de este artículo quiero mencionar Paul Ekman sostiene que la ira podría ser una emoción cuyo objetivo es eliminar los obstáculos que interfieren en nuestro camino (Daniel Goleman, 2005).

Sin embargo, hay otro camino para capitalizar el dolor y usarlo para como combustible para el desarrollo de nuestras habilidades genuinas: La compasión que nos guía a la esperanza.

La compasión

La compasión ha sido poco valorada en la historia de la ciencia moderna. Anne Harrington, especialista en historia de la ciencia de la Harvard University, menciona que “históricamente hablando, cuanto más profundamente se ha adentrado la ciencia en la exploración de la realidad, menor ha sido la relevancia de nociones como la compasión. Y es que, desde la perspectiva evolucionista, por ejemplo, el altruismo no es más que una mera estrategia de adaptación genética” (Harrington, 2005). Allan Wallace menciona que la visión occidental de la filosofía relativiza la importancia de la compasión, ya que las personas solo buscamos nuestro propio beneficio, es decir, podemos ser amables con otros para que las cosas sean más fáciles ya que nuestro bien depende de cómo tratemos a los demás. Además, como somos seres racionales y egoístas podríamos ser compasivos con otra persona siempre y cuando no esté en juego la satisfacción de una necesidad que consideramos prioritaria a ese acto de compasión, si esto estuviera en juego, “la compasión se desvanece para dejar paso al egoísmo” (Wallace, 2005).

Pero la compasión cambia sustancialmente de valor y posición cuando le damos lugar al amor y la ponemos dentro de las cualidades del ser humano. Kristin Neff define la compasión como una actitud hacia uno mismo y hacia los demás, basada en la bondad, la comprensión y la aceptación incondicional (Neff, 2011) y subrayando que la compasión nos lleva a la acción, Sharon Salzberg menciona que la compasión es un estado de apertura y conexión con los demás, que nos permite ver más allá de nuestras propias necesidades y preocupaciones para responder con amor y generosidad (Salzberg, 1995) .

A continuación, les comparto cinco facetas de la compasión que son vitales para conectarse con el dolor y por medio de la esperanza resignificarlo para añadir valor a los demás. Esa es una de las cualidades de la fragancia que emanan las habilidades genuinas: la esperanza como aliciente para sacar a relucir nuestras habilidades genuinas.

·        La compasión tiene útero. - La cultura hebrea asociaba la misma raíz de la palabra compasión a la de entrañas, útero o seno materno desde donde nacía el amor hacia alguien (Correa, 2019). La compasión es la antítesis del cinismo. El cinismo es una reacción externa para evitar conectar con lo que existe en nuestro interior, la compasión conecta desde nuestras entrañas con el corazón de la otra persona, recibe, siente, protege y honra lo que escucha o ve y luego lo devuelve en forma de empatía o acción, así como el útero puede recibir una semilla y devolver vida a quien entrego la semilla.

·        La compasión se sumerge en tu historia. - Eugene Peterson dice que el dolor atrae los consejos como el dinero atrae a los ladrones. Tenemos la inclinación a dar consejos a quien vemos sufriendo, sin conocer su historia personal, solo atinamos a recetar los lentes que a nosotros nos funcionaron como si todos tuvieran la misma miopía, y en los peores casos, aprovechamos el dolor y el sufrimiento ajeno para mostrar prepotencia o superioridad disfrazada de condescendencia. Brené Brown dice que una emoción es biología, biografía, es comportamiento e historia de fondo (Brown, 2021), por lo tanto, lo de “ponerse en los zapatos del otro” es una utopía. Lo que si podemos hacer es estar presente, creer y sumergirnos en la historia sin más agenda el sincero deseo de comprender el dolor de la otra persona. Escuchar desde el corazón sobre lo que le abruma es el inicio de una conexión significativa, otra de las bases para gestar las habilidades genuinas.

·        La compasión nos ayuda a dar nombre al dolor. – La crianza en donde nos enseñaron en nuestra niñez a cubrir u ocultar las emociones “negativas” porque le traían vergüenza a quien más bien debía guiarnos a abrazarlas y comprenderlas, tuvo como consecuencia analfabetismo emocional. No nos sentimos libres para explorar lo que sentimos y menos sabemos ponerle nombre a una emoción y por lo tanto será mucho más difícil conectarnos y habitar en ella para no ser rehenes emocionales de algo que no sabemos describir. La compasión genera espacios seguros para describir nuestras emociones, sobre todo cuando hay un dolor que nos puede paralizar.

·        La compasión combate el consuelo barato. - Cuando tenemos frases simpáticas y animamos irreflexivamente a la otra persona a cambiar de mejor ánimo, le estamos diciendo sencillamente que su dolor nos incomoda o no nos importa. La compasión simpática es un oxímoron. Honrar el dolor es el primer paso para no ser esclavo del sufrimiento, es reconocer al elefante de la habitación y estar dispuesto a hacer algo al respecto. Ninguna persona compasiva se quedó estancada en el dolor, sino que ayudó a comprenderlo para hacer algo al respecto, pero ayudando a que la persona en lugar de encerrarse en su propia auto victimización vaya al taller de crear soluciones, deja de ser rescatadora para provocar preguntas liberadoras. La compasión se gana el derecho a ser escuchada cuando le toca animar o apoyar en la restauración. Elisabeth Kübler-Ross decía que cuando se aprende la lección el dolor desaparece (Kübler-Ross, 2006).

·        La compasión siempre nos lleva a la acción. - Hablamos de la compasión cognitiva que puede entender el dolor ajeno, pero sabe poner límites, se sumerge y a la vez es consiente que no está viviendo la historia del otro, por ello puede tomar distancia y apoyar en la restauración de la otra persona. La compasión sin acción va atrofiando nuestra capacidad de ser empáticos. Cuando salimos a la calle solemos tener un debate ético sobre apoyar o no a quien presenta una necesidad. Dar una moneda, dependiendo de nuestro corazón, puede ser una expresión de generosidad, superioridad o lastima. Pero para que haya este tipo de compasión uno debería comprometerse con trabajar por la restauración de la persona, lo que va más allá del encuentro de 30 segundos.

Una nota sobre la esperanza

Marcel Gabriel, hace más de 70 años, acuñó la frase de la esperanza como un “presente futuro” haciendo énfasis en la actitud que implica una relación activa con el futuro. Desmond Tutu decía que la esperanza nos permite ver la luz en la oscuridad y que esto era imprescindible para construir posibilidades, pero que esto no era posible si en el hoy no somos capaces de trabajar por el perdón y la reconciliación (Tutu, 1999). La esperanza forja el carácter cuando es fruto de la paciencia. En griego la palabra paciencia es "hypomoné" se compone de dos raíces una que significa “bajo” y la otra “permanecer”. Lo que implica una actitud de resistencia y perseverancia ante las dificultades y las pruebas. La esperanza nos permite forjar nuestro carácter mientras estamos resistiendo la adversidad. La paciencia deja de tener un rol pasivo y se convierte en la fuerza que sostiene nuestra escalera para que sigamos avanzando pese a la adversidad, entonces la esperanza nos ayuda a vivir el futuro. El perdón del ahora, el trabajo de hoy me puede hacer ver el futuro deseado del mañana, de lo contrario solo vere fantasías, mi imaginación solo me podría distraer y adormecer.

Ahora bien, ¿Cómo podemos capitalizar el dolor a través de la compasión y la esperanza para el desarrollo de habilidades genuinas?

Hemos hablado de que el dolor emocional es una experiencia única, que se puede activar frente a una situación amenazante y que nos puede llevar a la ira y a la evasión que desencadenan comportamientos adictivos. Además, hemos hablado de la compasión que puede “acunar sin juzgar” una realidad porque es capaz de acompañarnos a las profundidades de nuestro dolor, ayudarnos a entenderlo y ganarse el derecho a ser escuchada a la hora de acompañar para salir de nuestros propios abismos. 

De manera práctica hay tres caminos esperándonos en nuestro ser para poder resignificar el dolor, mirar y mirarnos con compasión y abrazar la esperanza con el fin de aprender a “identificar nuestros anhelos, emociones y prejuicios” que es una de las habilidades genuinas de las que hablo en el primer artículo.

Nos ayuda a abrazar nuestras contradicciones. – a diferencia del optimismo fácil que es una actitud que muchas veces nos enseña a ignorar o racionalizar nuestras fallas, errores e incluso ignorar los cabos sueltos nacidos de los anhelos insatisfechos. La compasión nos permite vernos a nosotros mismos inconclusos y la esperanza nos hace ver que si bien tenemos contradicciones, podremos salir adelante. Quien ve así la vida, no tendrá reparos en indagar sobre lo que necesita confiando que es posible salir adelante. La energía que gasta en ocultarse la usará en sanar, aprenderá que la integridad tiene que ver con abrazar sus claros y oscuros, animándose porque sabe que puede ser mejor persona.

Nos alienta a transitar el sendero de la transformación. - Carl Jung decía que nadie puede liberarse de una situación dolorosa sin sufrirla, sin entregarse a ella totalmente durante un tiempo. Cuando queremos escapar del dolor, tendemos a resistirnos y huir, pero esto solo agrava todo. El dolor no puede curarse si no es vivido (Jung, 1964). Luego de habitarlo y aprender, podremos salir más rápido y más sabios. Tanto Viktor Frank y Brené Brown hablan en sus libros de este proceso en el que escogemos aprender de nuestro dolor y como diría Henri Nouwen, nos convertimos en sanadores heridos. Es imposible resignificar el dolor sin la aceptación nacida de la autocompasión y la fuerza de la esperanza. En un mundo donde nos venden conmiseración, venganza y fantasía es más fácil ir en sentido contrario y convertir ese dolor en ira hacia quien escogemos que sea el objeto de nuestra atención, cuando es así, hemos perdido la oportunidad de mirarnos a nosotros mismos para aprender y ser mejores.

Guía a nuestra imaginación. - Muchas veces nuestra imaginación es guiada por la fantasía para evadir en lugar de reafirmar las posibilidades que tenemos. La lotería no nos vende el premio mayor, nos vende la esperanza de ganarlo. El miedo no nos revela una realidad sino nuestras proyecciones. Se le atribuye a Mark Twain la frase de que el miedo es el interés que pagamos por una deuda que no tenemos. Pero cuando la esperanza guía nuestra imaginación, es más fácil catalizar la búsqueda de satisfacer nuestros anhelos de intimidad, aceptación, trascendencia y fruto. Con esto imaginaremos otro sendero donde podemos hacer mucho bien.

Quiero terminar diciendo que la esperanza nos puede impulsar donde otros solo tienen diagnósticos o falsos inicios. Quien ejercita la compasión, no la simpatía ni el optimismo fácil, en estos tiempos dominados por narrativas que nos presionan con el miedo o la nostalgia para seguir guiones ajenos, pueden descubrir el poder de la esperanza. Aquí es cuando vemos uno de los super poderes de las habilidades genuinas: tener resultados y conexiones significativas en el entorno en el que deseamos servir.

Hay una herramienta adicional para las personas que creemos en un Ser superior que nos conoce profundamente y nos ama incondicionalmente. Saber que no estamos solos en el trayecto de tocar nuestros propios abismos, pero, sobre todo, saber también que el abismo tiene límites, pero hacia donde podamos levantarnos e ir al aprender de nuestras fallas no lo tiene.

José Luis Ochoa Gamboa, abril 2023


Bibliografía

Beck, A. (1999). Prisioneros del odio. Barcelona: Paidos.

Brown, B. (2021). Atlas of the Heart: Mapping Meaningful Connection and the Language of Human Experience. New York: Random House.

Correa, I. F. (2019). La compasión en la antropología teológica, Una lectura desde la obra de Jesús Espeja Pardo. Bogotá: Universidad Santo Tomás.

Daniel Goleman, D. L. (2005). Emociones destructivas: Cómo entenderlas y superarlas. Buenos Aires: Kairos.

Eisenberger, N. I. (2003). Does rejection hurt? An fMRI study of social exclusion. Nature Neuroscience, 6(7), , 589-590.

Harrington, A. (2005). Alentando la compasion. En D. Goleman, Emociones destructivas, Cómo entenderlas y superarlas (pág. 158). Buenos Aires: Kairos.

Jung, C. (1964). Man and his symbols. New York: Doubleday.

Kübler-Ross, E. (2006). La rueda de la vida. Madrid: B De Bolsillo.

Neff, K. (2011). Self-Compassion: The Proven Power of Being Kind to Yourself. New York: William Morrow.

Salzberg, S. (1995). Lovingkindness: The Revolutionary Art of Happiness. Boulder, Colorado: Shambhala.

Tutu, D. (1999). No Future Without Forgiveness. New York: Random House.

Wallace, A. (2005). Qué son las emociones destructivas, la perspectiva occidental. En D. Goleman, Emociones destructivas (pág. 41). Buenos Aires: Kairos.        

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Zaida Campbell Cruz

Especialista en protección infantil

1 año

Que oportuno para mí vida. Me he estado esquivando del dolor del alma. Empezaré a buscarle significado

Jose Luis Ochoa Gamboa

trabajo para desarrollar habilidades genuinas y acompañar a líderes en cambios organizacionales

1 año

Así es querido Robin, en esta sociedad donde sólo queremos vivir en la estación del verano, no valoramos nuestros inviernos ni nuestros otoños, eso nos invita a escondernos detrás del optimismo superficial. Negar el dolor solo nos lleva a vivir con el. Agustín decía, conócete, acéptate y supérate. Un abrazo

ROBIN RICARDO NUÑEZ URDAY

Dirección de Empresas / Experto Microfinanzas Latam / CSO YoFio Fintech/ Consejero Independiente / Coaching & Mentoring JM Team USA

1 año

Hola José Luis aprendí en unas de tu charlas que el dolor del cuerpo es su lenguaje , así también dolores en el alma es como lenguaje o indicador que algo hay que revisar , para tratar , sanar y avanzar

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