Construir o destruir:El Impacto de nuestras respuestas en el aula y el hogar

Construir o destruir:El Impacto de nuestras respuestas en el aula y el hogar

Te lo digo sin rodeos: cada vez que abres la boca para responder a un estudiante o a un hijo/a, tienes el poder de construir un vínculo o de destruirlo. Y no, no estoy exagerando. ¿Cuántas veces has tenido un día complicado y descargas tu frustración en alguien que simplemente estaba ahí? Exacto, más veces de las que te gustaría admitir.

Piensa en ese momento en el aula donde un estudiante hace algo completamente fuera de lugar. Sí, gritarle puede parecer la solución más rápida, y puede que hasta te sientas liberado/a por un segundo. Pero, ¿has considerado las repercusiones? Ese grito puede dañar la confianza que has construido con el estudiante, manchar tu reputación profesional y, lo peor, no soluciona el problema real. Es como poner un parche en un neumático desinflado y esperar que aguante un viaje largo. Spoiler: no va a funcionar.

Es aquí donde entra en juego la pausa reflexiva. Antes de explotar, tómate un segundo para respirar y pensar. ¿Por qué? Porque esa pequeña pausa te da tiempo para decidir si quieres ser el bombero o el pirómano de la situación. Yo, por mi parte, prefiero apagar incendios en lugar de provocarlos. Además, te ayuda a mantener la compostura, que es algo que los estudiantes notan más de lo que crees.

Para ello, decide qué emociones pasan a influir tus acciones y cuáles deben esperar a que tengas una perspectiva más clara. Cuando estás en un momento de frustración, especialmente en el aula o mientras cuidas a los niños/as, tu primera reacción puede ser una respuesta brusca. Sin embargo, aquí es donde esa pausa o autocontrol juega un papel crucial.

Antes de dejarte llevar por una respuesta impulsiva, una pausa para respirar y reflexionar puede marcar una gran diferencia.

Y luego está el tema de la comunicación asertiva. No te estoy diciendo que te conviertas en un santo/a Zen, pero expresar tus emociones y necesidades de forma clara y respetuosa, en lugar de gritar y gesticular como un lunático/a, puede hacer maravillas. No solo para ti, sino también para tus estudiantes, porque les estás mostrando cómo se hace. Al final, como educadores y padres, estamos aquí para dar ejemplo, ¿no?

La clave está en fomentar la inteligencia emocional. Ya, sabes lo importante que es entender y gestionar las emociones. Si tú no sabes hacerlo, ¿cómo esperas que lo hagan tus estudiantes o hijos/as? Piensa en cada interacción como una oportunidad para enseñarles a ser personas más equilibradas y empáticas. Y eso comienza por ti.

Pero seré sincera, a veces la paciencia se agota, lo sé, y lo único que quieres es gritar a pleno pulmón. Aquí es donde el autocuidado se convierte en tu mejor amigo. Encuentra tiempo para ti, para tus pasiones, para hacer ejercicio, para relajarte. Porque si estás al borde del colapso emocional, no serás útil para nadie, ni para ti, ni para tus estudiantes, ni para tu familia.

Debes tomar decisiones conscientes y constructivas, a través de pausas reflexivas que te ayudan a mantener un autocontrol y autocuido para poder cambiar el rumbo de cualquier situación, siempre que sea necesario.

Así que la próxima vez que te sientas al borde del colapso, respira.

Tómate un momento para reflexionar y elige la respuesta que te ayude a construir, no a destruir.

💛



Freddy Augusto Suarez Moncada

Director en despacho de abogados

7 meses

En una y otra relación, inpartiendo educación o integrado a una relación, todo es facil lo dificil es saberlo hacer.

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