"Cuanto más sudes, menos sangrarás"
Es éste uno de los conceptos que más quedó grabado a fuego en mi vida, y se puede ver al ingresar a cada uno de los cinco centros de capacitación que tienen las Fuerzas Armadas de Israel, y tiene que ver con la preparación que se precisa para formar parte de un ejército que tuvo su bautismo de fuego a las 18 horas de haberse creado, que está desde hace 70 años en guerra permanente, y que no puede darse el lujo de perder una batalla, pues significaría la literal desaparición del estado al cual representa.
Casi la mitad del presupuesto de Israel está destinado a su defensa, por lo que el resto de las áreas de la administración pública sigue normas de austeridad y eficiencia que han hecho de la democracia israelí la más perfecta y representativa del mundo.
Puntualmente, referido a la órbita militar, decir que cuanto más sudemos menos sangraremos, significa que cuanto más nos esforcemos en nuestro entrenamiento, en mejor condición estaremos para enfrentar a nuestros enemigos, aumentaremos las posibilidades de imponernos sobre ellos y así de sobrevivir. Y no quiero dejar de mencionar, que los simulacros de combate en Israel se llevan a cabo con munición real.
Esta doctrina de pensamiento, ha llevado a un pequeño país cuya superficie no supera la de nuestra provincia de Tucumán y que es geográficamente un desierto, a ser una de las principales potencias del mundo.
La fundación del Estado de Israel en 1947 se da casi simultáneamente con la llegada a la Argentina de los gobiernos populistas. Y, tomando como base datos de las Naciones Unidas y de la Organización Mundial de Comercio, aquél pequeño desierto de Medio Oriente no ha dejado ni un solo año, desde entonces hasta la fecha, de mejorar en todos sus parámetros, como ser producto bruto interno por habitante, acceso a la vivienda propia, a la salud, a la educación, etc. Por el contrario, nosotros, pasamos de ser en 1947 la octava economía mundial (por encima de Brasil), a ser hoy la número sesenta y tres. La causa de estos caminos inversos que han recorrido ambas naciones, tienen que ver con la génesis de los regímenes populistas, y es su dogma de que nadie puede ni debe pasar nunca por ninguna clase de sufrimiento.
Como ya queda explicado en obras anteriores, sabemos que las sociedades son como organismos biológicos, y todo ente sociológico copia a entes presentes con anterioridad en la naturaleza. Así, y pido disculpas a los que ya me han escuchado con este ejemplo, los primeros cristianos utilizaron para la difusión de los evangelios los caminos que los romanos habían construido para que se trasladen sus tropas, así como un virus utiliza los torrentes sanguíneos para expandirse por el cuerpo humano.
Una persona que durante décadas ha tenido una alimentación desordenada, comiendo de más e ingiriendo aquello que le es perjudicial, por lo cual llega un momento en el que padece obesidad, problemas cardíacos, óseos y endocrinológicos, sí o sí deberá someterse a una dieta para recuperar su salud. Obviamente esta dieta será restrictiva, y la persona sufrirá horrores, pero deberá llevarla a cabo pues depende su vida de ello.
Alguien que desde adolescente fumó, y llegado a los cincuenta años, luego de hacerse estudios, es intimado por su médico a dejar de hacerlo, realmente la pasará muy mal los primeros años, hasta que sus niveles de nicotina disminuyan y la adicción vaya perdiendo intensidad.
A nadie se le ocurriría decir que ser gordo y fumar sea bueno, y asimismo todos estaremos de acuerdo que para luchar contra eso vale la pena cualquier esfuerzo y sacrificio.
Las enfermedades que sufre una persona de cincuenta o sesenta años si nunca se ha cuidado, son el equivalente a los problemas que puede tener un país si durante un período similar no ha hecho las cosas bien, como pueden ser a nivel estructural la pobreza, el bajo nivel educativo, la desnutrición infantil, la falta de rutas, puertos, y obras públicas en general, y a nivel coyuntural la inflación, la inestabilidad monetaria, el desempleo, la fuga de divisas, etc.
El gobierno que decida arreglar nuestro país, es como la persona que en un momento de su vida, y a riesgo de ella justamente, empieza una dieta sana, deja de fumar y de tomar alcohol, y sale a caminar todos los días. Por lógica le costará, le llevará años superar las tentaciones, al principio llorará cuando en una reunión vea a alguien comer un cuadradito de salame y queso, tomar cerveza o fumar, pero él sabe que por sí mismo y principalmente por su familia, no debe volver atrás.
Argentina durante setenta años no cuido su salud. Cada nuevo gobierno pensaba en el corto plazo, y no en el mañana. Y los problemas se fueron acumulando, hasta llegar a este presente calamitoso. Es ilógico pensar que el enfermo se podrá curar sin sufrimiento, sin sudar, pero debemos saber que es la única manera de no desangrarnos y morir. Y no darse cuenta de esto, es equivalente a contratar una excursión a un criadero de unicornios.