De evocaciones y reflexiones

Ayer me di un largo paseo por los campos de mi pueblo. He tenido la suerte de volver a apreciar los efectos de la primavera en todo su esplendor, tras las abundantes lluvias caídas hace unas semanas, que han regado estos campos de mi pueblo que me traen tantos recuerdos nostálgicos de mi infancia y adolescencia.

Los árboles frutales presagian una gran cosecha. Los olivos con más y mejores aceitunas. Las viñas con lustrosos racimos de uvas. Las sementeras con grandes espigas, entre las que crecen algunas bellas amapolas. Respiro el aroma del azahar de los naranjos en flor y me alegro la vista con el mar de flores anónimas de vistosos colores que crecen entre la hierba verde de estas tierras en barbecho, llenas de vida por un tiempo, para ser sustituidas por otras que continuarán aportándonos su belleza natural. Percibo el aire fresco de la mañana en mi cara y oigo el zumbido de los insectos al volar entre las flores, mientras inspiro un perfume imposible de percibir fuera de este ámbito rural...El agua es vida y un bien al que todos debemos cuidar.

Siento sobre mi la hermosura y la emoción de esta estación efímera y frágil, que volverá de nuevo el año próximo, aunque no para todos nosotros. Siempre se nos quedará alguien en el camino, para los que no habrá nuevas primaveras.

Mucho de mi se queda siempre en estos campos de mi pueblo que tanto amé y recorrí de joven, que con tanto esfuerzo cultivé y recolecté con mi padre. Aquí vivieron y se quedaron para la eternidad mis padres, mis abuelos y muchos familiares y amigos que formaron parte de mi vida y que hoy están en mis recuerdos. Hoy, mi tierra, me corresponde con esta eclosión de belleza para mis sentidos y para todos los que quieran y sepan apreciar semejante belleza. ¿ Volverá a repetirse el año próximo?.

¿ Por qué esta nostalgia? Todas las primaveras se repiten más o menos iguales y todas caben en esta primavera. Todas han contribuido en algo para ser este que soy.

Quizá la belleza de lo que mis sentidos perciben hoy me llevan a evocar o a soñar despierto, ciertos momentos, con algunas personas a las que he querido, quiero y echo de menos... Cierro un momento los ojos y evoco el tacto de unas manos, el roce de unos labios suaves y sensuales, el aroma de un cuerpo deseado... que me dijeron adiós o huyeron con sutileza para siempre, aunque los sentimientos aún pervivan llenándome de melancolía.

Lo que una vez sucede, se queda sucediendo siempre. Lo eterno es el instante.

Cada persona es conservadora de su vida, de su propio museo: cada uno pule sus recuerdos favoritos, los ordena a su manera para crear una narrativa que le guste y le haga sentir bien y feliz. Hay situaciones que se reparan y abrillantan para sacarlas a la luz; a otras se las consideran innecesarias y se desechan y ocultan en el desván del olvido. El proceso no es deshonesto: es la única manera que tenemos las personas de vivir consigo mismas y de sobrellevar el peso de las experiencias vividas.

No sé qué persigo escribiendo esto. No un fin literario ni que me produzca réditos económicos, desde luego. Ni comunicar unas experiencias, que pueden tachar de imaginarias, de un modo más o menos consciente. No pretendo, ni mucho menos entretener; tampoco admirar ni persuadir, ni impresionar a nadie. Es solo una simple necesidad que he tenido desde que era joven: escribir sobre lo que me apetezca, aunque sea solo para mi.

Escribo sobre la vida, sobre todo, mi vida que es lo más firme y atractivo que tengo. Se que muchas veces pierdo el tiempo en todos los sentidos. No se por qué me explico mejor el pasado y sé cómo explicarlo a los demás. Sin embargo, a veces, el presente no consigo entenderlo y el futuro, como el horizonte, es un lugar al que nunca se llega.

Y a pesar de ello, se que lo que escribo no sirve para nada o que quizá no sirva. Ni a mis hijos, que es para quienes, en último término, lo hago, para que conozcan un poco mejor a su padre. O será solo útil para mi: para comprobar que he vivido y que las experiencias sucedieron; o para acompañarme ahora que tengo una edad madura, cumplidas mis metas profesionales, que estoy solo y que nada me importa el éxito o el fracaso. Me fundo como una sombra en otras sombras, y se que esto que escribo lo hago para que no quede en el olvido cuando me fallen los recuerdos.

Unas sevillanas de Rafael del Estad dice " Entre mis sueños soñé que la vida era soñar y que los sueños de la vida son la vida de verdad...". Si, los sueños, los recuerdos y las ilusiones también forman parte de la vida de cada persona.

No se por qué me acuerdo ahora de ese atardecer... Mis ojos miraban su cuerpo, sus pechos y subía en dirección de sus ojos, a la sombra de sus pestañas, como un crepúsculo hermoso. Aún no me había dado cuenta de que sonreía con sus ojos: era una luz que se encendía en ellos. Yo aparté los míos, pues no era fácil mantener su mirada. Me sentía incómodo porque tenía la sensación de que ella me iba leyendo el pensamiento con la sencillez que lee la página de un libro. El resto de su cuerpo ni me atreví a mirarlo.

Me dolió no haberla conocido en aquél momento. Sentí un vacío interior y una repentina tristeza. He tardado bastante en saber la razón... La historia de cada uno de nosotros, venga de donde venga, y la historia del universo, aunque parezca imposible, creo que han sido escritas por las mismas manos. y coincidirán antes o después, aunque sea por un instante, para estar unidos unas veces, o para separarse después.

Todas las personas tienen su propia alma, si nos atrevemos a llamar así a su esencia, a su espíritu, que es también su cuerpo y su envoltura, que interaccionan con otras almas que se atraen. No en otra cosa consiste la simpatía, la seducción, la pasión, la amistad, la felicidad o el amor...Es la vida.

Por eso, cuando estuve en casa, en mi cama, esa noche, me asaltó de repente, una boconada de felicidad y de amor. Tras las ventanas cerradas puede ver una luna nueva y los destellos lejanos de las constelaciones de estrellas, más próximas que nunca y casi tangibles. A veces, los pasos más importantes de nuestras vidas los damos sin saberlos.

No elegimos. La elección que creemos intransferible se nos da hecha desde el principio. A lo que si estamos obligados es a entrar en el propio corazón, interrogarse allí en silencio, esperar pacientemente la respuesta, ser uno mismo siempre y actuar en consecuencia.

En eso consiste nuestra carrera. La que corre cada cual en su interior a solas, sin otro competidor que uno mismo. Perfeccionarse requiere antes ser siempre uno mismo, conocerse bien y dar respuesta a los retos de la vida sin que nadie te manipule, de forma honrada y sincera.

El amor es un sentimiento indiscutible, seguro, claro, explosivo, hermoso e intenso. Pero para amar, uno tiene que correr numerosos riesgos, no usar gafas de cerca aunque las necesites, no entrar en demasiados pormenores. El que ama ignora que deja una huella visible para todos. No llamamos amor sólo a lo que atrae a los cuerpos, sino más a lo que atrae y funde a los espíritus de las personas, sus almas.

Pero ¿a qué llamamos amor?. Según A. Gala, el amor es todo...Que el mundo se concentre por entero en unas manos, en un cuerpo, en unos ojos y a no entender la vida sin la dueña/o de estos. Todo depende la nuestra mirada, aunque visto a través de otra mirada todo gana. Y todo amor es verdadero cuando brota, de verdad, del fondo del corazón. Entonces derribas todas las murallas, todas las defensas, todos los prejuicios, transformando una vida oscura y monótona en una libre, llena de luz, aunque la luz, si es excesiva, también ciega. Y a veces, andamos ciegos por la vida. Es soñar despierto y tocar, aunque no puedas ser tocado.

El amor, a veces, es como una brasa que el aire mismo consume, un fugaz perfume o un gran intento que fracasa. También puede ser eso... Un anhelo irresistible de vencer un imposible, a veces, no más que un beso. Un gesto, una mirada, con o sin intención, enciende en el corazón la inmensa llamarada... Hasta que llega el hastío y del amor todo pasa, como la estrella y el rio, como el perfume y la brasa...

Nunca sabré de donde manaba la radiante luz de sus ojos, la gracia de la expresión de su cara, la delicadeza de sus gestos, la generosidad de su ser y la grandeza de su alma. Y me sentí feliz por su amor desinteresado, por su bondad infinita, por su compañía y su confianza. Era la vida en todo su esplendor en esos momentos... Después desperté y volví a la realidad cotidiana, mas dura y menos hermosa.

Hay amores que son únicos, no en lo moral, sino por su aportación e intensidad, porque nos llevan más allá de convenciones y de los límites establecidos. Porque llevan sencillamente la verdad: ver lo bueno, lo grande, lo verdadero y lo bello de cada persona. El amor es el don más grande que poseemos, pero para que nazca hay que sembrarlo, cuidarlo, y saber esperar a que de sus frutos. Es más fácil dar amor que recibirlo.

Y si casi no sabemos apreciar el paso de la vida, ¿ cómo vamos a conocer la muerte?, que es una gran desconocida. El que la vida acabe es lo que le da su sentido, su urgencia, y su grandeza a la misma, tanto que, siendo mortales, jamás nos conformamos con las cosas mortales: trabajamos, actuamos y amamos como si no fuésemos a morir jamás. No apreciamos que la vida y la muerte son las dos caras de una misma moneda. Y que, posiblemente, lo eterno sea el instante, ese momento que nos mueve y nos hace sentir vivos. Y vivir es la primera obligación de todo ser vivo.

En el amor hay que amar sin pensar que el amor también termina. Del mismo modo debemos vivir también. Nada se pierde del todo. Siempre nos queda la esperanza de lo que jamás podrá perderse: el recuerdo. La lucha ciega por recuperarnos a nosotros mismos cuando nos llegue el día. La muerte es la distancia también. Y el tiempo, el arma de la muerte y la devastación.

Y ¿ qué decir de la felicidad?. Posiblemente lo que llamamos felicidad no sea sino la armonía con el resto del mundo; la armonía con su desarmonía, en muchas ocasiones.

Con el paso de los años nos damos cuenta que la felicidad tiene más de confusión y de alteración; más de conciencia, más de entusiasmo, más de comprobación. Se acerca uno más al sentimiento con la razón que con la voluntad. Porque no otra cosa es la felicidad: un soplo de pasión, un momento único que nos deja sin respiración y cuando volvemos a respirar volvemos a ser de nuevo humanos no convencidos, que seguiremos buscándola, sin saber dónde ni cómo.

Aunque amor y felicidad son situaciones distintas, se rozan a veces, como se rozan e intercalan otras emociones humanas. Pocas cosas pueden hacernos, en determinadas circunstancias, más infelices que el amor, o mejor dicho: el desamor.

Cuando uno está sufriendo y luchando, imagina que existe, del otro lado de la puerta, la felicidad.. Cuando uno ya no sufre sabe, y eso es lo peor, que la felicidad no existe. Porque, para acercarse a ella o rehacerse, sería imprescindible romper con las ataduras del miedo, y todos, de una u otra forma, tenemos ataduras que nos inmovilizan.

Creer que la felicidad reside en esas ataduras, solo porque nos sostienen, es el mayor de los errores. La atadura de impresionar a los demás en favor nuestro, la de aumentar nuestra fortuna, las de mantener nuestro estatus social, las de provocar envidia, la del éxito en el circulo de amigos... De ahí que la mayor parte de las religiones nos prometan una dicha eterna pero póstmortem, que nos contradiga la existencia de felicidad en este mundo terrenal.

También he aprendido que la amistad es una protección, que nos da inmunidad y nos sostiene en los malos momentos. Surge del descubrimiento que hacemos al otro de nuestra intimidad y que nos ayuda a descubrirnos del todo ante nuestros propios ojos... Aunque entre tú y yo haya mucha distancia, entre yo y tú, no hay ni habrá ninguna.

También el hombre puede ser el peor enemigo del hombre. ¿ Cómo un ser capaz de sentir amor, de expresarse en la pintura, la escultura, la música, la literatura... es capaz de cometer tantas maldades contra su propia especie, capaz de tanta frustración, tanto dolor y tanto odio, tanto miedo y tantas guerras?...Todo por sus propios intereses rastreros, donde su felicidad es un modelo de economía y consumismo feroz, que hunde a los más pobres en la desesperación, situando el dinero por encima de la persona y de los intereses generales de todos

Vivimos en sociedades donde las clases dirigentes y lo poderosos son manipuladores de nuestras vidas, de todos nuestros datos personales, mientras el resto de la población ignora o son incapaces de interpretar esos datos para utilizarlos para hacer el bien.

Pero necesito creer y sigo creyendo en la bondad de la gran mayoría de las personas con las que comparto este mundo, y deseo que entre todos podamos hacer un mundo mejor, más justo, más humano y más habitable, del que nos sintamos orgullosos para dejarlo mejor a las generaciones venideras.

El hombre, para dar valor a su vida, necesita ser amado por alguien y amar a alguien; saber hacerse cargo de si mismo, es decir, cargar con sus responsabilidades, grandes o pequeñas, llevar a cabo trabajos útiles para la sociedad y que le satisfagan en lo personal y saber encarar los temas nuevos que se les presente, así como los aspectos desconocidos de la vida.

No quiero cansar más con cosas que solo a mi importan...Se hace tarde. Detrás de los cristales de las ventanas del salón, veo una hermosa puesta de sol primaveral, con sus tonos anaranjados, rosados y grises, que es una bendición para la paz de mi espíritu.

Vuelvo a estar despierto...Nada ha cambiado en apariencia. Sin embargo nada es igual. Todo se parece más a un camino de vuelta. Casi todos los acompañantes insustituibles, sin los que no eran muy comprensible la vida, se han esfumado y casi todos los amores inolvidables, casi olvidados...La soledad se sienta a mi lado y me apremia a que termine de escribir.

Tengo la suerte y el placer de estar bien física y mentalmente y de sentirme muy vivo en esta etapa madura de mi vida que me queda por vivir. No quiero sobrevivir con la resignación de los muertos. No guardo rencor ni odio a nadie. Estoy abierto a la vida y a cualquier persona que quiera formar parte de mi entorno. Se que formo parte de algunas personas y ellas forman parte de mi. Estoy orgulloso de mis hijos, de mis amigos, de mis compañeros, de todo lo que conseguí y de todos los que recibí, de una u otra forma, amistad, lealtad y amor verdaderos, y también respeto comprensión y cariño de forma desinteresada.

Porque yo no soy solamente mío. Soy de mis hijos y familia, de mis amigos, de mis compañeros, de mis pacientes.., de quienes me leen o escriben. También soy de quienes me entienden y de quienes luego me pueden explicar. Soy de quienes me acarician o abrazan, de quienes me tratan con cariño y dulzura, de quienes encuentran adorable cada defecto, cada marca, cada herida o cada cicatriz. Indudablemente soy de quienes me aman y me protegen, aún con heridas y con rasguños. Soy de quienes me ponen en prioridades, de quienes me da su tiempo, el mejor regalo, quien respeta mi libertad. Soy de quienes me besan con amor, con pasión, con amistad y cariño; de quienes me besan bonito o me besan salvaje, y sobre todo. de quienes siempre me va a besar. Soy de quienes ama todo de mi, de mi esencia, de quienes no quieren cambiarme ni un solo centímetro, de quienes conocen y respetan todos mis errores y tropiezos, y aún así se quieren quedar conmigo... A todos os quiero, pues amor no se paga con olvido. Se paga reflejándolo y devolviendo la riqueza que nos aportó.

Hay que vivir y sentirse vivo... Como diría mi compatriota de Moguer y premio Nobel de literatura, Juan Ramón Jiménez:" Yo no dividí mi vida en días, sino mi días en vidas: cada día, cada hora, una vida entera. Un día no es un día de la vida, sino una vida."

Levanto los ojos del papel pues se ha hecho de noche cerrada. La noche ha ganado al hermoso ocaso. Solo la luz de la lampara alumbra la estancia.

Quizá los que desaparecisteis de mi vida, de una u otra forma, estéis ahora aquí para hacerme un poco de compañía en mi nostalgia, pues viviréis siempre en mi corazón. Y a los que aún formáis parte de mi vida y de mi historia personal de una u otra forma, espero y deseo que queráis seguir compartiéndola conmigo intensamente, aportándome lo que deseéis de vosotros, y mientras me quede tiempo para vivir y algo buenos que aportaros.

Se que lo que tenemos entre las manos es efímero y que antes o después se irá. Solo lo que guardamos en el corazón y el alma es infinito y para siempre.

Ahora, con más fuerza, sé que no hay nada transcendente que se pueda decir con palabras: ni el amor, ni la pasión, ni la amistad, ni lo que dice una mirada, un beso o expresa una caricia; ni la belleza de este campo de flores de bellos colores, ni este hermoso atardecer primaveral...

Escucha el silencio, pues los silencios hablan sin palabras...Vívelo. Es tu deber.

Ana N.

Monitora de Manualidades en Ayuntamiento de La Palma del Condado

7 meses

Me encanta lo que escribes siempre,pero esto de hoy es muy bonito, pienso que nadie desaparece de la vida de una persona mientras se les recuerde,un abrazo Pichardo

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