Detalles sin vuelta atrás

Detalles sin vuelta atrás

La calle en la que vivía de pequeño era una calle con mucha vida.

El comercio tenia copado todos los bajos de los edificios. Podias comprar casi de todo en poco más de 300 metros.

Había dos ultramarinos, pescadería, ferretería, mercería, una tienda de vinos, zapatería, cafetería, panadería, dos bares y dos farmacias entre otros negocios. 

Justo enfrente de nuestra casa había una carnicería que era lo que veíamos cada vez que nos asomábamos por la ventana. 

Mi madre era cliente asidua, de todas las semanas y siempre con un buen trato y atención.

Todo cambio en una tarde noche de otoño mediados de los 80. 

Mi hermano y yo tendríamos entre 8 y 10 años y nos habían dado en el colegio unos boletos para vender 

Valían 25 pesetas, se sorteaba una cesta de Navidad y el beneficio era para los alumnos de octavo de EGB que irían de viaje de estudios.

Mi madre nos dijo: “bajar a venderle al carnicero unos boletos que os comprara seguro”

Mi hermano y yo éramos reacios. Con esa edad nos pesaba la timidez y el miedo al rechazo.

Mi madre nos insistió y al final le hicimos caso y bajamos a la carnicería.

Cuando entramos nos dijeron que no nos iban a comprar, que tenían muchos compromisos y que no podían atender todos. 

Nos quedamos tan cortados que no acertamos a decir nada.

 Cuando salimos por la puerta vi a mis padres en la ventana contemplando la escena sin acabar de creérselo.

 No recuerdo muy bien las palabras ni la primera reacción, pero lo que paso fue que aquel día fue la última vez que alguien de nuestra familia entró a esa carnicería.

 Nunca más volvimos a comprarles.

Eso sí, sin acritud, sin malos modos.

Con serenidad.

Cruzándonos todos los días por la calle y viendo su negocio a diario por la ventana.

Quizá suene demasiado drástico pero mis padres hubieran pasado cualquier cosa que les hubieran hecho a ellos, pero no a sus hijos.

Hay que medir bien el impacto de nuestras acciones porque hay detalles con los que ya no hay vuelta atrás. 

Para captar un cliente nuevo hay que hacer mucho esfuerzo e invertir mucho tiempo.

Para perderlo basta un segundo. 

Quienes nos dedicamos a vender no podemos perder nunca ese punto de vista.

Sin clientela da igual que tengas razón porque lo que no tendrás es negocio. 

¿No crees?

a mi me hicieron algo parecido, y mi madre optó por otra tienda. Yo también lo hago.

Tito Navarro

Business Events Manager en Diario de Navarra

1 semana

Como me identifico con esto que has contado, querido Eduardo Elizalde. Yo tambien viví en un barrio lleno de comercio donde las relaciones con los comerciantes era casi de amistad y muy cerccana.

Eduardo Esquiroz Barrena

GESTOR DE ACTIVOS INMOBILIARIOS en Freelance

1 semana

¡Cuánta verdad en esa historia! Desde mi posición de padre y comercial no puedo estar más de acuerdo

Javier Lucas Gómez

Acompaño a PYMES en la incorporación de la ESTRATEGIA EMPRESARIAL a su ADN para mejorar su gestión y resultados. Consultoría de negocio y formación en estrategia.

1 semana

Lo que cuentas me ha recordado a una frase que me gusta mucho: "la confianza sube por la escalera, pero baja en ascensor". Un saludo!!

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