EDUCAR PARA LA PROFESIÓN EN EL SIGLO XXI DEBE IMPLICAR EDUCAR PARA LA VIDA (3/4): EL PROFESIONALISMO.
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EDUCAR PARA LA PROFESIÓN EN EL SIGLO XXI DEBE IMPLICAR EDUCAR PARA LA VIDA (3/4): EL PROFESIONALISMO.

El objetivo de este grupo de artículos es destacar que la Educación Secundaria o Profesional debe ser una EDUCACIÓN PARA LA VIDA, sobre todo que enseñe a vivir. En este caso enseñar a vivir con el estilo de vida de un sanitario.


Expongo las definiciones de Profesión Médica, Profesional Médico y Profesionalismo Médico, según la Organización Médica Colegial. Las podemos hacer extensivas a todas las profesiones sanitarias aunque cada una en su ámbito de cualificación y responsabilidad:

“Para realizar una atención sanitaria de calidad no sólo se debe poseer los conocimientos y habilidades necesarios en el máximo grado posible sino que además hay que comprometerse con un conjunto de valores, manifestar una serie de actitudes y mantener unas conductas que tomadas en su conjunto son denominadas por la comunidad científica internacional: Profesionalismo médico”.

Esta definición está dirigida a todas las profesiones sanitarias, a la administración, al paciente singular y a la Sociedad en general.

 

La Profesión sanitaria es una Ocupación basada en el desempeño de tareas encaminadas a promover y restablecer la salud y a identificar, diagnosticar y curar enfermedades aplicando un cuerpo de conocimiento especializado propio de nivel superior, en la que preside el espíritu de servicio y en la que se persigue el beneficio del paciente antes que el propio, y para la cual se requiere que las partes garanticen:

  • la producción, el uso y la transmisión del conocimiento científico,
  • la mejora permanente para prestar la mejor asistencia posible,
  • la aplicación del conocimiento de forma ética y competente,
  • y que la práctica profesional se oriente hacia las necesidades de salud y de bienestar de las personas y de la comunidad.

Profesional médico, sanitario, es aquel titulado/a comprometido con los principios éticos y deontológicos y los valores de la profesión médica y cuya conducta se ciñe a dichos principios y valores.

Profesionalismo médico o sanitario es el Conjunto de principios éticos y deontológicos, valores y conductas que sustentan el compromiso de los profesionales de la medicina con el servicio a los ciudadanos, que evolucionan con los cambios sociales, y que avalan la confianza que la población tiene en los médicos.

  • ·        Principios fundamentales del profesionalismo médico: El ejercicio de la profesión médica exige anteponer los intereses del paciente a los del propio médico, base de la confianza que el paciente deposita en el médico, exigencia que se sustenta entre otros principios por los de beneficencia, no maleficencia, autonomía y justicia.
  • ·        Valores fundamentales del profesionalismo médico: Los profesionales de la medicina ponen a disposición de la población los conocimientos, las habilidades y el buen juicio para promover y restablecer la salud, prevenir y proteger de la enfermedad, y mantener y mejorar el bienestar de los ciudadanos. En consecuencia, la práctica diaria del profesional médico implica el compromiso con:

  1. La integridad en la utilización del conocimiento y en la optimización de los recursos.
  2. La compasión como guía de acción frente al sufrimiento.
  3. La mejora permanente en el desempeño profesional para garantizar la mejor asistencia posible al ciudadano.
  4. La colaboración con todos los profesionales e instituciones sanitarias en aras de la mejora de salud y el bienestar de la población.

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La asistencia sanitaria es arte y ciencia, pero sobre todo es un compromiso personal.

El tratamiento del paciente es mucho más efectivo si éste siente que el sanitario tiene la determinación de compartir con él su problema. Ello supone compartir la ansiedad, el dolor o el miedo a la muerte. La “Sanación” es el efecto positivo que produce en el paciente la presencia de este sanitario comprometido, y va más allá de un efecto placebo.

 

Ser buen técnico sanitario exige más que dominar la técnica. Los valores humanos son tarea clave para la confianza necesaria en la asistencia. La función de técnico es imposible sin mediar la confianza. La ejemplaridad es necesaria porque los valores se encarnan en personas y se trasmiten con las prácticas. En esta profesión no desempeñamos un “papel” de técnico sanitario sino QUE SOMOS técnicos sanitarios.

 

No hay que dar por supuesto los supuestos. Hoy en día hay una crisis de valores humanos como puede evidenciarse en los conflictos que presenciamos. El desarrollo de la Ciencia y la Tecnología están acompañándose de una deshumanización de la actividad humana en todos los aspectos, tanto profesionales como personales e íntimos.

 

Insisto a veces en FORMAR A LOS ALUMNOS EN EL AUTOCONOCIMIENTO, LA CAPACIDAD DE EXPRESIÓN Y DE POSESIÓN DE SÍ-MISMO porque creo importante la relación emocional con el paciente.

El alumno debe tener Autoconciencia emocional (reconocer y comprender las propias acciones, las motivaciones personales y las emociones propias; conocerse). Esto le permite tener en cuenta las emociones y motivaciones de los demás. El autoconocimiento es uno de los pilares básicos del desarrollo de la inteligencia emocional.

 

Las emociones son señales que proporcionan información sobre si se vive alineado o en sintonía con los valores o no. Valores y emociones van de la mano. Cuando los técnicos sanitarios reconocen sus propias emociones y cómo éstas les afectan a ellos y a las personas que los rodean, son más capaces de actuar con autocontrol emocional. El primer paso para comprender a los demás es tomar autoconciencia y autoconocimiento personal.

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Uno de los instrumentos que he utilizado para fomentar la reflexión entre los alumnos ha sido el DIARIO DE APRENDIZAJE. La mera experiencia sin reflexión NO garantiza el aprendizaje. La reflexión tiene que ver con el análisis sistemático de las acciones pasadas para poder introducir cambios en las acciones futuras. Creo que la práctica reflexiva se debería introducir de forma explícita y sistemática para desarrollar capacidad reflexiva y ganar en autoconocimiento emocional. Para ello, les hago recordar qué hemos hecho en clase, cómo se relaciona con las clases previas, que les ha llamado la atención la clase de hoy y por qué, y si lo han pasado bien en clase.

 

Observo en los planes de estudio actuales la ausencia de la dimensión emocional prácticamente, resaltando únicamente el aprendizaje conceptual, práctico de técnicas desconectado de la perspectiva humana. Por esto quiero destacar cómo la dramatización puede ser una herramienta especialmente efectiva y eficiente.

 Las emociones forman parte del ser humano y no se pueden descuidar en la atención a la salud de las personas. La autoconciencia emocional permite abordar mejor la dimensión afectiva de los pacientes y construir una relación terapéutica con enfermos, familiares y cuidadores.

Los alumnos que no atienden a su dimensión emocional corren el riesgo de pasar de ser considerados realmente sanitarios a ser meramente técnicos cualificados.

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Una profesión con valores

Los valores del técnico sanitario como persona

Deberían ser el Respeto por la autonomía y dignidad del paciente/persona, la Compasión, la Autoconciencia emocional, la Receptividad, la Honradez e integridad, el respeto a las creencias y por supuesto, el respeto a las personas.

 Es mucho más fácil tomar distancia, no involucrarse, no respetar o no mirar atentamente, pues conocer y reconocer al otro implica, también para los profesionales sanitarios, una cierta carga de dolor.

  •  Del concepto “dignidad” derivan otros valores fundamentales como la libertad personal, en la que se basa la autonomía, o la concepción de “calidad de vida” para el paciente. El técnico debe procurar obtener el consentimiento como una “decisión acompañada” del paciente, de acuerdo con las necesidades de éste.
  • Compasión del paciente. Ser consciente de la vulnerabilidad del ser humano. Y tener una respuesta ética al sufrimiento. Es más que empatía. Por esto, además de la asistencia biológica, el técnico debe valorar los elementos culturales, de aprendizaje, que son esenciales para que se desarrollen los comportamientos de empatía. Lo específico de la compasión recae sobre desarrollar una cierta sensibilidad y la acción para aliviar el sufrimiento, una vez reconocido como una exigencia ética.
  • El compromiso moral con el bien del paciente supone ayudar contando con la autonomía del paciente, o sea como un principio de beneficencia no paternalista. Ciertamente es una relación asimétrica y por ello la responsabilidad cae del lado del técnico. El técnico debe saber tomar la distancia necesaria para no perder la objetividad en las decisiones técnicas y ayudarle a decidir como si fuera él.
  • La actitud receptiva es una actitud abierta, discreta, es la escucha, es la acogida del otro y de su reconocimiento, donde el otro es el protagonista sea quien sea. La receptividad como valor, propicia la confiabilidad “confianza” en las relaciones entre las personas y es imprescindible en el encuentro asistencial. Esta confianza juega un papel determinante en la toma de decisiones.
  • Importancia de la honradez consigo mismo, en la relación con el paciente, en la investigación, en la relación con los compañeros, en la docencia, en relación con el sistema sanitario, en sus relaciones con la administración de justicia. Es un compromiso con la competencia profesional de honestidad con los pacientes, con la confidencialidad, con una atención de mayor calidad, con la distribución justa de los recursos del sistema sanitario, con el saber científico, con las responsabilidades profesionales.

Si se comete un error y de él se ha derivado consecuencias para el paciente, debe comunicarse para resolverlo. No ser crítico ni discriminar a compañeros que poseen opiniones no coincidentes con las mías.

  • Respeto a la persona y a sus creencias mediante desarrollo de habilidades sociales aplicadas, para conocer a la persona y su experiencia de enfermar, su vivencia, su narrativa. Un concepto mal entendido de Medicina Basada en la Evidencia puede hacernos creer que los pacientes son pruebas, análisis y datos, olvidando a las personas. En el momento en que la medicina se reduce a signos y datos, la medicina positivista se hace muda y la persona, subjetiva y narrativa desaparece.

Los valores del paciente ocupan un lugar central en la toma de decisiones. Los conflictos de valores se resuelven principalmente con la deliberación, que debe respetar todas las perspectivas. ¿Cómo conoceremos los valores del paciente? Es importante explorar atentamente su lenguaje, discurso y contexto.

Algo de conocimiento empírico y filosófico puede ser de ayuda en la detección de valores. La deliberación ética, después de explorar las diferencias de valores, puede ayudar a determinar la opción más prudente. Las habilidades comunicativas son imprescindibles.

El respeto se muestra como eje principal de la relación, como elemento imprescindible para la confianza. Sin respeto no hay relación ni confianza posible. La medicina positivista y la medicina basada en la evidencia pueden favorecer que se ignore a la persona y a sus valores.

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Los valores del técnico sanitario como técnico

Deberían ser: Excelencia moral y sabiduría práctica, Competencia y fiabilidad, Confidencialidad, no divulgar la información del paciente sin causa justificada, trabajo en equipo y saber Comunicar.

  •  1) La sabiduría práctica. Poseer buen conocimiento de los hechos clínicos es condición necesaria, pero no suficiente. Las decisiones deben ser prudentes. La práctica asistencial debe guiarse siempre por valores intrínsecos, y no meramente por valores técnicos (que son instrumentales). A veces la prudencia consistirá en consultar correctamente.

La competencia técnica es el reflejo de la necesidad de adecuar los conocimientos y habilidades según los continuos avances de las ciencias de la salud. Estar al día nos proporciona fiabilidad. De hecho, se produce desprofesionalización con el déficit de competencia profesional y la consecuente disminución de la calidad asistencial, incremento del gasto sanitario, variabilidad en el ejercicio clínico e incertidumbre acerca del impacto real que sobre la salud pública tiene el uso de determinada práctica asistencial.

 Pero las sociedades avanzan no sólo técnicamente, sino también moralmente.

  • 2) Confidencialidad, intimidad, privacidad y secreto profesional: Las personas tienen o sienten aspectos que no desean compartir. Este reducto interior es la intimidad. Con alguna frecuencia el sanitario en el ejercicio de su profesión, ha de entrar en ese reducto interior de su paciente, que ha respetar y preservar, lo más inalterable posible. Solo debe tener acceso a esta información el personal sanitario directamente vinculado al paciente. No se puede comunicar ninguna información del paciente a otros sanitarios sin justificación asistencial porque se trasgrede el secreto profesional médico.
  • 3) El trabajo en equipo es fundamental en la asistencia sanitaria. No se adquiere por intuición y necesita un complejo aprendizaje dadas las diversas facetas y responsabilidades que convergen en la asistencia a un paciente.

La comunicación interna es otro pilar importante en el funcionamiento de los equipos sanitarios pequeños. Las responsabilidades son compartidas. La comunicación de datos, situaciones y valores éticos del paciente es importante para realizar los cuidados. Debe ser real en tiempo y forma. Especialmente importante comunicar la vertiente ética del paciente porque es su valoración el eje de las decisiones clínicas. El vocabulario, el orden y la precisión son fundamentales para haber entendimiento.

El trabajo en equipo requiere un aprendizaje que debe iniciarse en el periodo de grado.

  • 4) Responsabilidad en las acciones propias para las que se está cualificado, con la vertiente ética y social junto al compromiso con el paciente y la sociedad. La conducta responsable consiste en actuar de acuerdo con unos principios previendo siempre las consecuencias. Lidera quien tiene mayor compromiso no quien tiene más conocimientos ni más experiencia. El liderazgo clínico exige compromiso.
  • 5) Responsabilidad social para mejorar el impacto en la salud. Lleva a identificar necesidades y retos de salud prioritarios y asegurar que las acciones emprendidas tengan el mayor impacto posible en la salud pública y comunitaria.

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¿Cómo desarrollar actitudes en valores en nuestros alumnos?

Por todo esto, la CUESTIÓN ES

¿CÓMO se transmiten estos contenidos actitudinales?

 Es por ello que creo que en vez de métodos conceptuales, o de práctica mecánica, tendría mayor sentido una metodología emocional o afectiva que mueva al alumno desde dentro e imaginando los escenarios vitales a todos los niveles. Hacer que el alumno se mueva en un espacio físico realizando unas operaciones específicas con carga emocional y contrastando la incertidumbre es una forma que podemos entrenar en el aula, añadiendo progresivamente la interacción con otros roles como DUE o el Médico.

  Por esto quiero destacar cómo la dramatización puede ser una herramienta especialmente efectiva y eficiente.

Los contenidos de valores podemos desarrollarlos a través de las diferentes formas de expresión de la Cultura. El profesorado debería tener buena base cultural para encontrar imágenes literarias o artísticas que provoquen las emociones que necesitamos. Además la dramatización del caso clínico tal y como ocurre en la realidad, en tiempo, espacio y forma, le hace recorrer itinerarios donde INTEGRAR LOS CONOCIMIENTOS prácticos con los teóricos, la reacción corporal (muscular), la reacción emocional y la posible variabilidad que puede aportar la incertidumbre.

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RESUMIENDO,

la FORMACIÓN PROFESIONAL de PERSONAL SANITARIO necesita un contenido actitudinal importante donde los valores humanos forman parte del desarrollo de la asistencia. DEBEMOS DISTINGUIR en la formación de nuestros alumnos junto a los contenidos teórico-prácticos:

  1. ·        VALORES A NIVEL PERSONAL.
  2. ·        VALORES COMO TÉCNICOS.
  3. ·        VALORES COMO PROFESIONALES EN EQUIPO.

Los CONTENIDOS CONCEPTUALES son solo un saber parcial que precisa de la adecuación al contexto físico y las características del paciente, JUNTO A VALORES ÉTICOS en los que se requiere la AUTONOMÍA DE LOS PACIENTES.

 

La formación de este profesional tiene UN MARCADO PROFESIONALISMO que necesita forjarse mediante principios humanísticos, más allá de los puramente científico-técnicos. Un enfoque de “Educación para la vida” puede ser muy adecuado para lograr las competencias de este técnico. No puede trabajarse aisladamente sino experimentado en las diferentes situaciones clínicas en las que se desenvuelve el personal sanitario.

 

EN CONCLUSIÓN,

Las profesiones sanitarias asistenciales precisan de una formación fundamentalmente actitudinal que está impresa en cada una de las acciones (procesos y procedimientos) y no se obtiene de forma conceptual teórica, sino contextualizada en las situaciones. Por ello, una metodología activa y con gran carácter afectivo es más adecuada para la formación asistencial. Las simulaciones, dramatizaciones y tutorías orientadas por profesionales pueden ser la forma más eficiente en los Ciclos de Formación Profesional de la Familia de Sanidad.

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José Luis L.

Profesor en Generalitat Valenciana (Valencia)

1 año

El profesionalismo realmente lo exponemos como CURRÍCULUM OCULTO, porque aunque resaltemos determinados valores en las prácticas de los alumnos, ellos realmente ven estos valores en nuestra coherencia de vida y de trato con ellos en el aula.

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