El lado oscuro de la felicidad
Te has puesto a pensar… ¿Qué tal si ya eres suficientemente feliz? Ed Diener –peso pesado dentro la ciencia de la felicidad- argumenta que trabajar para aumentar la felicidad de quienes se sienten crónicamente tristes, deprimidos o enojados es primordial. ¿Pero que hay de quienes ya son felices? Creer que debes ser todavía más feliz –cuando ya te sientes feliz- irónicamente podría hacerte menos feliz. Querer ser un 10 perfecto en la escala de la felicidad siendo un sólido 8 ó 9 puede generar una sensación de falsa escasez e insatisfacción. En ocasiones, el secreto está simplemente en reconocer que, al menos en este periodo de tu vida, eres feliz o ya tienes parte del camino avanzado. Justo esto descubrió un alumno mío el semestre pasado. Dijo que lo más valioso del curso para él había sido caer en la cuenta de que ya era feliz y tenía todo para seguir siéndolo: “Estoy con las personas que quiero, me acompañan mis amigos, tengo más de lo que necesito, disfruto lo que hago, gozo de buena salud, participo en actividades que me gustan, sé lo que quiero lograr y cuento con los recursos personales para hacerlo”.
El tema de la felicidad ha ganado tremenda importancia en los últimos años pues resultados de investigaciones en el mundo concluyen de manera contundente que ser feliz tiene muchas ventajas. ¿Significa esto que debemos aspirar a ser totalmente felices absolutamente todo el tiempo? De entrada suena imposible lograrlo. Pero y si se pudiera… ¿Sería deseable?
La felicidad intensa tiene su lado oscuro.
Cuando estamos en un estado eufórico o extremadamente felices subestimamos los riesgos –tres metros no es tan alto, 140 kilómetros por hora no es tan rápido, 10 cervezas no son muchas, tomar la medicina es opcional y el mapa sobra-. Nos volvemos súper optimistas, ignoramos las señales de alarma y operamos en modo “no pasa nada”. En el tema de salud, por ejemplo, las personas extremadamente felices y positivas tienden a ignorar síntomas de enfermedad, restarles importancia, no atenderlos a tiempo o no seguir correctamente el tratamiento indicado por el doctor. Esto puede tener consecuencias negativas.
La felicidad extrema hace que sobreestimes tus capacidades. Cuando estamos bajo los efectos de la felicidad nos creemos súper héroes y a todo y a todos decimos que sí –invitaciones, proyectos, aportaciones, etc.-. Hace unas semanas me interceptaron cuando atravesaba por una zona de alta felicidad y acepté un proyecto que, aunque interesante, en realidad no está alineado con mis planes profesionales. La decisión correcta hubiera sido agradecer la invitación y declinarla o al menos decir “déjame pensarlo y te aviso” –lo cual me hubiera dado una salida después-. Mi versión altamente feliz tomó una decisión precipitada que hoy le resta felicidad a mi versión promedio, que al final del día, es la que tiene que trabajar y asumir las consecuencias. Si alguna vez te ofreciste entusiasmadísima a llevar galletas al colegio y luego te encontraste batiendo con furia la masa a media noche… sabes a qué me refiero.
Subestimar riesgos y sobrestimar capacidades puede meternos en aprietos cuando funcionamos desde un estado de felicidad extrema. Pero hay otro tema que, para mi gusto, es más importante. En esta eterna búsqueda de la felicidad total y perfecta pareciera que el objetivo es eliminar o dejar de sentir las emociones difíciles. Por ningún motivo queremos experimentar dolor, tristeza, miedo, enojo, desilusión, remordimiento, frustración o aburrimiento. Hacemos todo lo posible por evadir, ignorar o anestesiar este tipo de emociones. No queremos estas emociones ni para nosotros ni para nuestros seres queridos.
Todas las emociones son importantes y tienen una función. El miedo nos pone en alerta ante posibles amenazas, del aburrimiento nace la creatividad, el remordimiento promueve mejores conductas. Cierta dosis de infelicidad es importante pues genera el incentivo a cambiar. Si te pones a pensar, las decisiones que tomamos –cambiar de trabajo, emprender algún proyecto, moverte de lugar, aprender algo nuevo, bajar de peso, hacer ejercicio, ir a terapia, renunciar a algo- parten de un estado de insatisfacción e inconformidad. ¿Qué motivación a mejorar o hacer algo diferente tendríamos si estuviéramos 100% felices el 100% del tiempo?
Un ejército de personas allá afuera desea que vivas más feliz. Si haces una búsqueda en el sitio de Amazon con la palabra “Happiness”, en la sección de libros de auto-ayuda aparecen más de 20 mil opciones. Existe toda una industria dedicada a la felicidad: cursos de meditación, yoga, psicología positiva, bienes materiales, cremas antiarrugas, lugares, mantras, recetas, hierbas, esencias naturales, ropa, maquillaje, píldoras y remedios. Profesionistas como psicólogos y terapeutas trabajan en el bienestar emocional, los doctores en el bienestar físico, los asesores de vida ayudan a trazar metas personales. Tu mamá y tu papá anhelan que seas feliz. Yo también… por eso este blog.
La búsqueda de la felicidad no debe ser a costa de las emociones difíciles, tiene que ser a pesar de ellas. Al final y al igual que en todo, es una cuestión de balance. Ni tanta felicidad que queme al santo ni tanta que no lo alumbre. Así que nos toca trabajar para ser felices, pero no completamente felices.
Bailarina
1 añoAcabo de encontrar esto y me parece bastante brillante lo que dices. 🙏🏻👏🏻 gracias
Impulso el desarrollo de personas, equipos y empresas a llevar su desempeño al siguiente nivel
7 añosQue gran punto de vista Nicole Fuentes probablemente tu mejor artículo hasta ahora!!!
Asesor Inmobiliario Certificado
7 añosMuy bueno Nicole Fuentes.