España-Laboral: ¿trabajar como un negro?, pero si los blancos trabajan el doble
Por Zairus Mont
Cuando llegue a España, recuerdo que una de las frases, de tantas que existen en el refranero español, fue “trabajar como un negro”, refiriéndose a realizar duras labores y echando muchas horas; pero en una reunión con amigos españoles, todos reconocieron el sinsentido que tiene la expresión, dado que en España los blancos echan mucho más horas y trabajan a veces en un entorno laboral peor que los afrodescendientes aquí radicados.
Está claro que el dicho tiene connotaciones arcaicas que proceden de épocas pasadas, cuando se obligaba a los trabajadores a echar tantísimas horas de faena, en nefastas condiciones, ya fuera sin ninguna o escasa remuneración, siendo cruelmente explotados por quienes les contrataban.
En España son precisamente las personas de raza blanca quienes más sufren esta explotación, soportando ambientes laborales que rayan con la esclavitud, pese a los avances que en esta materia se han logrado desde que en 1886 se celebrara la primera gran huelga obrera en Chicago – el 1 de Mayo- exigiendo el derecho a reconocer una jornada laboral justa en toda regla.
Son muchos los empresarios que se quejan de la falta de personal, alegando que la gente prefiere quedarse en casa cobrando el subsidio del paro o viviendo de la renta mínima, antes que darse de alta en la Seguridad Social ocupando una plaza; y lo dicen con la pasmosa tranquilidad de quien va a un bar pidiendo una cerveza gratis, porque el camarero tiene la culpa del calor que hace en la calle. ¡Tócate las narices¡
Como si bastaran 420 euros de subsidio para sobrevivir, con lo caro que cuesta mantener un adecuado nivel de vida en la Unión Europea, debido a la inflación y al alza de precios, que hasta los currantes que ganan un salario de mil euros o más, les cuesta llegar a fin de mes.
Es justamente en la hostelería donde más se nota esta falta de empleados, porque muchos jóvenes se han cansado de echar muchas horas, especialmente los fines de semana y que ni siquiera les paguen las horas extras; hartos de que “media jornada laboral” sean doce horas, agobiados de trabajar los siete días de la semana sin descanso, y que además les paguen por un contrato de “ayudante o en prácticas”, cuando en realidad ocupan un puesto para el que hay que estar mas cualificado.
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Pero esto pasa no solo en la hostelería –la parte más visible-, sucede también en tantísimos sectores donde la gente echa mas horas de la cuenta, y trabajan hasta el agotamiento, siendo uno de los motivos más frecuentes de bajas laborales.
Una de cada cuatro bajas que existen en España es por estrés, es decir un 25 por ciento; un problema que afecta al 54% de la población activa y es el segundo motivo de ausencia, detrás de las dolencias musculares y oseas.
Por otro lado, están los inmigrantes (da igual la raza y el origen) que aun a expensas de soportar estas pésimas condiciones - porque necesitan un dinero para ayudarse a sí mismos y a sus familias-; resulta que cuando van en busca de estos puestos de trabajo, chocan contra el muro de la ineficiencia legal que no les permite ejercer si no tienen una documentación en orden (ósea permiso de trabajo), y cuando solicitan dicho permiso en las delegaciones de gobierno, no se los dan porque el empresario no les hace un contrato si no llevan los papeles; lo que se ha convertido durante años en la “pescadilla que se muerde la cola”, sin que esta situación se modifique.
Es por esto que sectores como la construcción, la agricultura, la pesca, la industria manufacturera, las labores de servicio doméstico, o las tareas de limpieza del campo, donde se necesita mucho personal para evitar los problemas que causan los incendios y destruyen miles de hectáreas verano tras verano, no cuentan con mano de obra extranjera pese a necesitarla con urgencia.
Según el último informe de Randstad (empresa de trabajo temporal y recursos humanos), solo el cinco por ciento de los inmigrantes instalados en España, consiguen acceder a trabajos cualificados, el resto tiene que valerse de empleos no tradicionales como el cuidado de personas y niños, venta ambulante callejera, jardinería comunitaria, limpieza de coches, entre otros, que les permita sobrevivir, sin tener la posibilidad de acceder a puestos donde se requiere personal.
La propia Ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, reconoce que hay muchas jornadas laborales en nuestro país que se pueden calificar de inhumanas, además de ilegales, por las duras condiciones a las que los empresarios someten a sus empleados. Una realidad que lleva sucediendo desde hace muchísimo tiempo, a las que las nuevas generaciones no están dispuestas a someterse, porque no se trata de trabajar “como un negro o como un blanco”, sino como un ser humano en condiciones adecuadas, y donde se reconozca que más allá de una jornada laboral de ocho horas, todo el mundo tienen una vida, a la que también necesita dedicarle tiempo, amén de disfrutarla en compañía de amigos y seres queridos.
De eso se trata.