Fragmentos - Slavoj Žižek - El sublime objeto de ideología (4) Puedes, porque debes [Du kannst, denn du sollst!]. Fin.
Hace unas semanas ya que terminé el texto y pasé las tropecientas notas que tenía. Me he dado unos días para volver sobre ellas y sobre los puntos que más me interesan. Los intentaré resumir aquí.
En primer lugar creo que es clave el tema de la diferencia entre las perspectivas descriptivistas y antidescriptivistas. Es algo que he tratado en recientemente, pero no con esos términos. En cualquier caso, creo que es básico a la hora de enfrentarse a la comprensión de los objetos.
Para resumir, en palabras del propio Žižek, p. 128:
¿cómo se refieren los nombres a los objetos que denotan? ¿Por qué la palabra "mesa" se refiere a una mesa? La respuesta de descriptivismo es la obvia: a causa de su significado; cada palabra es en primer lugar portadora de un cierto significado -o sea significa un cúmulo de características descriptivas ("mesa" significa un objeto de una determinada forma que sirve para ciertos fines subsiguientemente se refiere a objetos en la realidad y en la medida en que éstos poseen propiedades que el cúmulo de descripciones designa. […] La respuesta antidescriptivista, en cambio, es que una palabra está conectada a un objeto o a un conjunto de objetos mediante un acto de "bautismo primigenio", este vínculo y se mantiene aun cuando el cúmulo de rasgos descriptivos, que fue el que inicialmente determinó el significado de la palabra, cambie por completo.
Es una perspetiva que, según creo, involucra directamente a los dos campos entre los que me muevo. El diseño como antidescriptivista y la historia como descriptivista. Estoy de acuerdo en que el descriptivismo no es demasiado interesante por la encerrona que te hace. El "designante rígido" antidescriptivista, la nominación, creo que es lo más cerca de una definición de diseño lógica y que no implique demasiadas contradicciones. Creo que el planteamiento de Žižek desde la teoría lacaniana conecta perfectamente con el idealismo kantiano. El "desisgnante rígido" supone a la vez una brecha simbólica con el objeto y una constelación histórica, pero que no tiene por qué concordar con lo Real (aquí vemos la importancia de W. Benjamin). Es decir, el nombre del objeto y el objeto al que se refiere tienen una evolución histórica en base a unos rasgos, pero el nombre surge de forma primitiva de alguna forma en relación con ese objeto. Sospecho que en base a su uso. El nombre es un plus en sí mismo del objeto, de lo Real. La identificación del objeto con el nombre supone una brecha simbólica cuando las características del objeto cambian.
Lo dice el prólogo del propio libro, p. 16-17:
Lo que se deja de lado, al menos en la versión estándar del antidescriptivismo, es que lo que garantiza la identidad de un objeto en todas las situaciones en las que la realidad la contradice, es decir, a través de un cambio de todos sus rasgos descriptivos, es el efecto retroactivo del nombre. Es el nombre, el significante, el que soporta la identidad del objeto. Ese 'plus' en el objeto que sigue siendo el mismo en todos los mundos posibles es 'algo en él más que él', es decir, el objet petit a lacaniano.
El nombre del objeto, como idea asociada a lo Real, supone un plus igual que las características que como mito se asocian a lo Real. A eso me refiero cuando pienso en una definición de diseño. Todo "plus" que se añade al objeto como mito y que, aún creando una brecha simbólica con él, lo determina a través de un conjunto de rasgos heredados a través de la "constelación" histórica.
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Aquí es cuando realmente se complica la cosa, comenzamos a mezclar movidas. El valor de la mercancía marxista se asocia con el objeto de conocimiento y el plus, el designante rígido. Mientras el objeto Real queda invertido en la brecha simbólica y afectado ideológicamente por el síntoma social.
Ese "designante rígido" supone el "point de capiton" en retrospectiva (p. 141). El plus, el mito, el valor, se convierten en el objeto Real y le otorgan su identidad. Suponen su existencia en el mercado a través del síntoma y el deseo. El disfrute, la jouissance, de ese síntoma (sinthome) como ilusión se hace realidad y supone una actividad dentro del mercado (p.61).
[…] la ilusión no está del lado del saber, está ya del lado de la realidad, de lo que la gente hace. Lo que ellos no hacen es que su realidad social, su actividad, está guiada por una ilusión, por una inversión fetichista.
En este punto entre el nominalismo, lo Real, síntomas y mercados, es interesante ver cómo utiliza lo transcendental kantinano como red y nexo de todo. Las categorías transcendentales que crean esos objetos son las que permiten asociar el materialismo de lo Real con el idealismo del mito, del síntoma y su goze, a través de la fantasía. Lo cual es muy guay y brutísimo, pero no deja de estar presente ya en Benjamin.
Hacia el final del texto parece captarse alguna respuesta sobre: ¿Qué es lo Real? El objeto, vamos. Y la respuesta es que lo Real no es nada más que la positividad de una serie de descripciones que socialmente asociamos a ello de forma simbólica través de nuestros deseos, síntomas y traumas. Asociaciones a las que no podemos escapar, porque, en realidad y por mucho que lo odiemos, nos gusta. Al mismo tiempo y por el mismo motivo, lo Real no es nada. Pura ideología.
En cualquier caso, un buen libro.
No se te olvide, goza!