Jaque mate (Fragmento en dos versiones)

Versión argentina y versión para Perú

"Esa mañana lluviosa mi amiga Sabrina y yo estudiábamos para el próximo parcial (Nos conocemos desde chicas, y estamos cursando juntas traductorado de inglés) cuando oímos el timbre. 

—¿Quién es? — pregunté.

—No sé — dijo Sabrina — no invité a nadie. 

Lo supuse, Sabri no es precisamente sociable, no viene a las fiestas y en la facu se limita a estudiar y prácticamente no habla con nadie. 

Hace rato que le quiero presentar a un amigo de mi novio, el otro día me acuerdo que …. . . ¡No!, perdón me fui del tema. Retomo: 

—¿Quién es? — preguntó Sabrina.

—Me llamo Paul Eliac, busco a Sabrina H, vengo de parte del comisario Barragán. 

Sabrina abrió la puerta, en el umbral vimos a un chico alto, pelo rubio enrulado y ojos verdes. 

—Pasá. Ella es Wanda —me presentó —, venís de la zona oeste ¿verdad?—

—¡Sí! ¿Cómo sabes? ¿Nos conocemos?

—No. Me di cuenta por el tipo de arcilla que traés en los zapatos, ese tipo de lodo es característico de ese lugar.

Contuve las ganas de darle un golpe. ¡Querida! ¡Semejante bombón! ¡¿Y le hablás del barro que trae en el zapato?! ¿Cómo hago para encontrarle novio a alguien así?

Paul sonrió —Vine a buscar consejo. 

—Eso se consigue fácil. 

— Y ayuda.

—Ah, eso ya no es tan fácil .— repuso mi amiga. 

—Dame el impermeable y acomódate —intervine— ¿Querés un café, un té?

—Gracias. Lo que tomen ustedes. 

 No hacía falta ser detective para darse cuenta de que estaba muy preocupado. Tenía el ceño fruncido y la mano que sostenía la taza le temblaba ligeramente. 

—Es una historia un poco rara: hasta hace un mes yo tenía dos tíos. Michel y Elián.

—Qué nombres tan raros — dije.

—iSí, mi familia es de origen francés, no sé si es un dato importante. 

—Todos los datos son importantes — sentenció mi amiga.

—Está bien — aceptó Paul y siguió contando — cuando tenía mi edad, el tío Michel se fue a vivir al Canadá y comenzó a trabajar como periodista. Siempre fue un tipo aventurero, temerario, diría yo, y al poco tiempo se hizo cronista de guerra. 

Viajó por todo el mundo. Parecía que le iba muy bien. Pero de pronto, de un día para el otro, renunció a su trabajo, regresó y se compró una casa de campo aquí en las afueras de la ciudad. 

—¿Hablás de la mansión de tejas azules? — preguntó Sabrina.

—Sí, esa misma. 

Sabrina se refería a una lujosa mansión que quedaba camino al río. Sabíamos que los descendientes del antiguo dueño la habían vendido, pero ignorábamos quién era el nuevo propietario. Curiosamente, desde hacía casi un mes, la casa tenía otra vez el cartel de : “En venta.” 

—¿Por qué volvió tu tío? — quise saber. 

—Nunca supimos, las pocas veces que lo pescábamos sobrio, nos decía que se había cansado de tanta guerra y tanto mosquito. Pero la mayor parte del tiempo estaba borracho. 

—Ajá. Continuá. —pidió Sabrina."

Jaque mate

Esa mañana lluviosa mi amiga Sabrina y yo estudiábamos para el próximo  parcial, cuando oímos el timbre. –¿Quién es?– Pregunté.

–No sé– dijo Sabrina –no invité a nadie. 

Lo supuse, Sabri no es precisamente sociable, no asiste a fiestas y en la facultad se limita a estudiar y prácticamente no habla con nadie. 

Hace rato que le quiero presentar a un amigo de mi enamorado, pero no encuentro la ocasión. El otro día me acuerdo que . . . ¡Ay!, perdón me salí del tema. Lo retomo: 

–¿Quién es?– preguntó Sabrina.

–Me llamo Pablo Eliac, busco a Sabrina Holmes, vengo de parte del comisario Barragán. 

Sabrina abrió la puerta. En el umbral vimos a un muchacho alto, cabello rubio enrulado y con enormes ojos verdes. 

–Pasa.  Ella es Wanda –me presentó – Vienes de la zona oeste ¿verdad?

–¡Si! ¿Cómo lo sabes? ¿Nos conocemos?

–No. Me di cuenta por el tipo de arcilla que traes en los zapatos. Ese tipo de lodo es característico de ese lugar.

Contuve las ganas de darle un golpe. ¡Niña! ¡Tienes a un chico guapo delante y le hablas del lodo que trae en el zapato?! ¿Cómo hago para encontrarle novio a alguien así?

Paul sonrió.

 –Vine a buscar consejo. 

–Eso se consigue fácil. 

– Y ayuda.

–Eso ya no es tan fácil.– repuso mi amiga. 

–Dame el impermeable y acomódate– intervine –¿Querés un café, un té?

–Gracias. Lo que tomen ustedes. 

 No hacía falta ser detective, ni tener el talento de mi amiga para notar que estaba muy preocupado. Tenía el ceño fruncido y la mano con la que sostenía la taza le temblaba ligeramente.  

–Cuéntanos qué asunto te trae por aquí.– Le pidió Sabrina una vez que estuvo instalado. 

–Verán. Es una historia un poco extraña: hasta hace un mes yo tenía dos tíos. Michel y Elián..

–Que nombres tan raros– dije.

–Sí, mi familia es de origen francés, no sé si es un dato importante. 

–Todos los datos son importantes– sentenció mi amiga.

–Está bien– aceptó Paul y continuó su relato  –cuando tenía mi edad, el tío Michel se fue a vivir al Canadá y comenzó a trabajar como periodista. Siempre fue un tipo aventurero, temerario, diría yo, y al poco tiempo se hizo cronista de guerra.  Viajó por todo el mundo. Parecía que le iba muy bien. Pero de pronto, de un día para el otro, renunció a su trabajo, regresó y se compró una casa de campo en las afueras de la ciudad. 

–¿Hablas de la mansión de tejas azules?– preguntó Sabrina.

–Si, esa misma.  

Sabrina se refería a una lujosa mansión que quedaba camino al río. Sabíamos que los descendientes del antiguo dueño la habían vendido, pero ignorábamos quién era el nuevo propietario.  Curiosamente, desde hacía casi un mes, la casa tenía otra vez el cartel de “En venta.” 

–¿Por qué volvió tu tío?– quise saber. 

–Nunca supimos, las pocas veces que lo pescábamos sobrio, nos decía que se había cansado de tanta guerra y tanto mosquito. Pero la mayor parte del tiempo estaba ebrio.