La formación y el desarrollo profesional como estrategia para la fidelización del talento y el impulso a la competitividad.

La formación y el desarrollo profesional como estrategia para la fidelización del talento y el impulso a la competitividad.

Más allá de ser una mera opción, la formación continua se ha convertido en un factor indispensable para el crecimiento y la competitividad de las organizaciones. La formación en las empresas es una estrategia clave que no sólo contribuye a la consecución del éxito empresarial en un entorno cada vez más exigente y cambiante, sino que además contribuye a potenciar el desarrollo de los equipos. 

Es precisamente la velocidad con la que se producen los cambios en el entorno, impulsados por los avances tecnológicos y la transformación en los hábitos de consumo, lo que obliga a las empresas a prestar especial atención a la formación de su personal para tener la capacidad de adaptarse con mayor agilidad a dichos cambios.  

Si todos estos condicionantes los trasladamos al contexto de una startup, podríamos decir que la exigencia es aún más crucial, si cabe, debido al entorno altamente dinámico y desafiante en el que éstas se desenvuelven.  

La formación proporciona a los equipos las habilidades personales y los conocimientos técnicos necesarios para abordar nuevos desafíos y aprovechar oportunidades emergentes. Por un lado, refuerza el perfil de los profesionales, así como su motivación y compromiso con la organización, y, por otro, mejora la competitividad de la empresa en el mercado. Empleados/as más competentes y motivados tienen un desempeño más sólido en sus roles, lo que se traduce en una mejora significativa en los resultados empresariales. Un equipo bien capacitado es fundamental para impulsar la eficiencia y productividad en cualquier organización.  

Poner al alcance de los equipos la oportunidad de formarse, ya sea articulando programas internos o bien financiando acciones formativas externas, demuestra a los miembros de la organización que la empresa valora su crecimiento personal y profesional.  

La oferta de un programa formativo integral ha de ser prioritaria y elaborada atendiendo a las particularidades de los profesionales que forman parte de la organización. Para que éste sea equilibrado, deberá incorporar: 

  • Formación técnica, específica por cada departamento, área o equipo concreto de trabajo. 
  • Formación transversal en procesos, procedimientos y metodologías de trabajo propios de la organización. 
  • Formación en habilidades personales, que refuercen el desempeño desde la individualidad de cada persona miembro de la empresa. 

 

Este enfoque proactivo no solo facilita la adaptación a los cambios y mejora la competitividad, sino que también potencia el desarrollo de cada miembro del equipo y ayuda a fidelizar el talento clave dentro de la organización, fomentando un mayor compromiso y satisfacción laboral. Las personas que perciben que tienen oportunidades de crecimiento tienden a sentirse más comprometidos con los objetivos y valores de la empresa, lo cual contribuye a su vez a generar un clima laboral positivo y a una cultura organizacional sólida. 

Federico Savoldi

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