La obesidad también cuesta dinero

La obesidad también cuesta dinero

En muchas ocasiones, hablamos sobre las consecuencias de la obesidad desde un punto de vista social, sanitario o psicológico. No obstante –y sin querer menoscabar lo anterior– esta epidemia silenciosa tiene una incidencia directa también a nivel económico que no podemos dejar de lado. 

Sin ir más lejos, me gustaría trasladaros un dato demoledor: se estima que dentro de cuarenta años los costes sanitarios derivados de la obesidad y el sobrepeso alcanzarán el 2,4 % del PIB de España (en la actualidad suponen el 2,1 %). Para tener con qué comparar, añadiré que el coste estimado del cáncer, una de las enfermedades más devastadoras de nuestro tiempo, es inferior: se calcula en un 1,6 % del PIB (datos de una investigación de 2020). Además, cabe tener en cuenta que la obesidad es una enfermedad en sí misma pero también un factor de riesgo de otras como el cáncer. 

Siempre habrá algunos asuntos sobre los que existe mayor consciencia, y creo que mi labor como presidente de la Gasol Foundation es poner en relieve las graves consecuencias a corto, medio y largo plazo de esta pandemia silenciosa que es la obesidad infantil.

El dato con el que he arrancado este artículo forma parte de los preocupantes resultados de un estudio piloto que recientemente se ha publicado en la revista científica BMJ Global Health y que ha sido elaborado por la World Obesity Federation, principal organización global que trabaja para reducir y prevenir la obesidad, y RTI International. De momento, este estudio solo se refiere a ocho países, entre los que se encuentra España, pero se ampliará a 140 en unos meses. Si esa estimación se materializa, estaremos hablando de un aumento de un 211 % hasta el 2060 sobre el coste actual que supone la obesidad en España. Por suerte, los expertos aseguran que la situación es reversible si actuamos ya. Bastaría con que en 2060 la prevalencia de obesidad fuera la misma de 2019. Solo con ese mantenimiento, se reducirían los costes anuales un 13,2 % con respecto a los que habría si la obesidad sigue creciendo como se estima.

Ha llegado el momento de actuar ya que si en las próximas tres décadas no solo no somos capaces de revertir las cifras actuales sino que además permanecemos impasibles mientras estas empeoran, estaremos fracasando en nuestro propósito de proteger el futuro de los más pequeños. Y quiero subrayar algo: no hacer nada también es parte del problema. Suscribo las palabras de la directora ejecutiva de la World Obesity Federation, Johanna Ralston: «la inacción sobre la obesidad, la falta de ambición y la descoordinación en las respuestas de salud pública están perjudicando a los colectivos en situación de vulnerabilidad socioeconómica, y el impacto se puede ver en toda la sociedad».

Desde la Gasol Foundation, como entidad que forma parte de la World Obesity Federation, nos unimos seriamente a su petición de medidas urgentes para revertir esta situación. El trabajo en equipo será clave para abordar una problemática que tiene un alcance global y que amenaza el bienestar de millones de niños y niñas en todo el mundo. Estas estrategias deben abordar también las causas sociales, biológicas y del entorno y basarse en la evidencia científica.

¿Y quién tiene que llevar a cabo estas medidas? Es un trabajo en equipo. Es imprescindible que todos los eslabones de la sociedad sintamos que es asunto nuestro. Los gobiernos, sí, pero también los educadores, los productores de alimentos, los profesionales de la salud, las familias… todos podemos ayudar a revertir estas cifras para disminuir los costes, que van desde gastos directos (costes sanitarios y trayectos hacia centros de salud) hasta costes indirectos como la mortalidad prematura y el absentismo laboral.

Pasos como el compromiso del gobierno de poner en marcha el primer Plan Nacional contra la Obesidad Infantil en España o la regulación de la publicidad dirigida a niños de productos no saludables son imprescindibles para que algo cambie desde las raíces mismas del problema. La evidencia científica y los organismos internacionales son claros sobre la pertinencia de dichas medidas. Pero las decisiones de cada padre o madre, la información contrastada que las personas leen y comparten a través de internet o las ideas que cada educador transmita a los niños y niñas son herramientas igual de necesarias. ¡Pongámonos manos a la obra!

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Imagen: “The roots of obesity”. Worldobesity.org

Totalmente de acuerdo la alimentación es un plus y necesidad Capital para los niños

Así es, Pau Gasol, pero hacemos como que no vemos bien ese terrible problema!

David Garries Magaña

Top Voice 2024 | Líder en Innovación Tecnológica y Ciberseguridad | Experto en DevOps y Desarrollo Full-Stack | Gestor de Proyectos TI

3 años

CONTIENE AZÚCAR Bien grande, es una marca que deberíamos ver en los alimentos envasados.

Jesús C.

Consultoría global de confianza

3 años

Prestemos atención a lo importante. Es nuestra responsabilidad y la de quien puede cambiar normas y leyes para facilitar el proceso. Gracias @PauGasol

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