Publicar es un trabajo
A veces ocurre que te encuentras super inspirada y tienes el tema perfecto, las palabras adecuadas y creas el contenido redondo. Sin apenas esfuerzo has escrito algo de lo que te sientes realmente orgullosa.
Sin embargo, otras veces por más que te devanas los sesos no consigues un tema que te convenza, cambias 80 veces la misma frase, te atascas... y encima a los 5 minutos de publicar te das cuenta de una palabras que te has comido, o que se te ha olvidado etiquetar a alguien o vete tu a saber con la de cosas que pueden pasar. Y piensas "¡Vaya churro que me ha quedado!" y miras el otro contenido tan perfecto (lo peor que puedes hacer) y te dices "Anda que ya me vale. No parecen hechos por la misma persona".
Hay una tercera opción que es cuando te dejas llevar por la corriente y terminas escribiendo sobre lo que habla todo el mundo, repitiendo las mismas ideas aunque cambiando alguna cosilla para que parezca que suena diferente y listo.
La mayoría de las veces es lo que termina ocurriendo porque crear contenido propio e innovador no es tan fácil como puede parecer. Y ¿qué es lo que haces llegado este punto? Intentar pasarle la bola a otro en cuanto sea posible.
A ver, ya se que el negocio es tuyo, que nadie sabe más sobre él que tú y que sólo tú sabes por donde quieres ir y lo que tienes que decir. El problema es que con esto de internet ya sabes que tienes que estar presente online y ya no basta colocar la web como si fuera una vaya publicitaria. No. Necesitas moverlo y que se vea que es dinámica, que aportas contenido... y no digamos ya las redes sociales: para existir tienes que insistir, es decir, que si no publicas el algoritmo ni te mira.
Así que ya tienes un trabajo más extra al que ya tienes de por sí con tu negocio. Aunque más que trabajo terminas considerándolo un marrón necesario ya que forma parte de la comunicación y publicidad de tu negocio, a no ser que tengas alma de influencer.
Y ahí estás tu, delante del ordenador con la plantilla del Canva en blanco esperando a las musas.
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Y lo haces porque toca, porque lo necesitas y porque no sabes que otra cosa puedes hacer.
Hasta que alguien te dice que te puede ayudar de forma muy económica y entonces ves el cielo abierto y ¡ala! marrón fuera y te olvidas.
Pues no.
No puedes hacer eso de desentenderte a la primera de cambio por varios motivos:
Haber creado tu propio contenido (si te lo has tomado en serio) te va a hacer valorar el trabajo que supone, el tiempo que se emplea en ello y, sobre todo, la responsabilidad que estás delegando. Por eso debes elegir bien con quien lo vas a hacer porque solo deberás saber ser exigente con su trabajo, sino también reconocerlo en su justa medida de palabra y en dinero. Que no digo que le des un cheque en blanco, pero que por lo menos le resulte rentable dedicarte todo el tiempo y los conocimientos que le estás exigiendo.
Lo que quiero decir con todo esto es que, tanto si te puede permitir delegar como si tienes que encargarte tú, hazlo de manera consciente y pensada, con un objetivo, con un plan y verás como poco a poco te será cada vez más fácil. Unas veces saldrá bien y otras será mejorable pero no te desanimes porque seguro que seguro que te va a merecer la pena.